La decisión del gobierno militar de reclamar la isla británica de South Georgia el 19 de marzo de 1982 y después las Islas Malvinas, fue el intento de último minuto del dictador Leopoldo Galtieri para elevar el sentido de nacionalismo del país y distraerlo de la realidad de que estaba atrapado en una tormenta económica.

Los paralelos no se pueden ignorar con la Venezuela de 2008. El gobierno militar del presidente Hugo Chávez se está involucrando en provocaciones contra un potencia extranjera que no parecen tener otro propósito que el de sacar de las primeras planas las noticias sobre las dificultades de la economía y estimular el nacionalismo.

En un discurso ante la Asamblea Nacional el mes pasado, Chávez lanzó una bomba al proclamar que Venezuela ahora reconoce al grupo rebelde colombiano conocido como las Farc, como un actor político legítimo. Incluso les pidió a los gobiernos europeos y latinoamericanos que saquen al grupo de sus listas de terroristas. Un día antes, su enviado especial para las relaciones con las Farc hizo público su apoyo a los rebeldes colombianos y agregó la noticia de que el gobierno de Venezuela está listo para ayudarlos.

Esto era más que un simple gesto de amistad de Chávez con las Farc, lo que ha hecho desde hace tiempo. Esta fue una declaración oficial de apoyo a una banda de forajidos que buscan la destrucción de la democracia colombiana. La noticia causó conmoción en los dos países y sugirió que Colombia no sólo está en guerra con los rebeldes, sino también con un estado vecino.

Chávez probablemente no quiere una guerra con una Colombia que es militarmente superior, así como Galtieri quería una batalla con Inglaterra.

Pero al poner a su vecino en la mira, indudablemente estaba esperando alguna reacción a la que Venezuela tuviera que responder. En medio de una creciente tensión entre los dos países, una protesta nacionalista para defender el honor venezolano podría empequeñecer los múltiples problemas en casa.

El presidente de Colombia no mordió el anzuelo. En lugar de iniciar una guerra de declaraciones con Venezuela, Álvaro Uribe fue a Europa poco después del discurso de Chávez sobre las Farc para fortalecer el respaldo a su agenda antiterrorista.

Regresó a casa con el respaldo del jefe de política exterior de la Unión Europea, Javier Solana, el del presidente francés Nicolas Sarkozy y hasta el del primer ministro de España José Luis Zapatero quien se destaca por su admiración por los izquierdistas latinoamericanos. Chávez sufrió entonces otra humillación apenas seis meses después de que perdiera su apuesta por reformar la constitución del país.

Chávez tenía que saber que su defensa de las Farc era una apuesta de largo plazo. Pero los tiempos difíciles exigen medidas desesperadas. A medida que se acelera el deterioro de la economía venezolana, Chávez rápidamente se está convirtiendo en un desesperado que no tiene una idea mejor de cómo salir de su encrucijada que Galtieri.

La inflación es uno de sus mayores problemas.

Con el precio del petróleo venezolano bordeando los US$80 por barril, el bolívar debería estar fuerte. Pero el banco central ha perdido su independencia y actúa como un brazo del gobierno de Chávez. Como tal ha mostrado muy poco interés en defender el valor de la moneda.

En cambio, utiliza el flujo de dólares del petróleo que llega al país como una razón para imprimir nuevos bolívares que entran en circulación a través del gasto del gobierno. Esto ha estimulado la demanda y disparado los precios.

Nadie sabe a ciencia cierta el nivel actual de inflación de Venezuela. La cifra del gobierno para 2007 es de 22,5% pero ese número se deriva de una canasta de bienes que incluye productos sujetos a control de precios, que son difíciles de comprar. En realidad, los venezolanos que salen de compras tienen que pagar los precios del mercado si quieren volver a casa con los productos. Esto significa que el costo de vida es más alto que el que muestra la cifra oficial.

Los controles de precios no han frenado la inflación, pero han producido la escasez de los productos controlados. Es muy difícil encontrar leche, arroz, aceite de cocina, pollo, carne, cerdo, azúcar, frijoles negros y huevos y los venezolanos dicen que las compras de supermercado ahora hay que hacerlas en cinco o seis tiendas. Las fuentes más confiables de productos sujetos a control de precios son los vendedores de la calle que cobran dos y tres veces el precio autorizado, pero que tienen disponibilidad de productos.

Hasta Chávez reconoce que la escasez es real y no se va a acabar pronto. A pesar de lo que parece ser una comprensión primitiva de la economía, él incluso sabe que existe una relación entre los precios y la oferta. Esto explicaría por qué, en la medida en que la grave escasez de leche se volvió innegable en meses recientes, finalmente decretó un aumento en el precio regulado.

Pero no esperan mayores señales de iluminación. El control de la industria petrolera ha sido la principal razón por la cual Chávez ha logrado aplastar la democracia. Su propia lógica torcida sugiere que necesita controlar otros factores clave si quiere mantener su control del poder. Si puede estrangular al sector privado, puede ahogar a sus adversarios.

Por ello es que está promoviendo la creación de empresas de alimentos de propiedad estatal y ha puesto bajo presión a la agroindustria privada. Los controles de precios ahora se aplican no sólo al mercado minorista sino a las transacciones de negocios. Esto está diseñado para evitar que los productores de leche, por ejemplo, desvíen la leche cruda para producción de queso u yogurt, que no tienen controles de precios. Cualquiera que sea capturado violando los controles de precios o vendiendo productos al otro lado de la frontera, en Colombia, corre el riesgo de ser expropiado.

Todo esto está siendo vigilado por el ejército. Con su monopolio en el uso de la fuerza, el gobierno puede de hecho destruir el sector privado. Pero tal como Galtieri descubrió, no puede decretar que la oferta sea igual a la demanda. En la medida en que la escasez sea más aguda, no será una sorpresa ver al desesperado venezolano buscando nuevas peleas.

Este artículo fue publicado originalmente en el Wall Street Journal (EE.UU.) el 4 de febrero de 2008.