Inteligencia y Seguridad Frente Externo En Profundidad Economia y Finanzas Transparencia
  En Parrilla Medio Ambiente Sociedad High Tech Contacto
En Parrilla  
 
11/02/2008 | Cómo les permitimos venir a por nosotros

Mark Steyn

Mi titular preferido de lo que va de año viene del Daily Mail en Gran Bretaña: "El gobierno renombra el terrorismo islámico como 'actividad anti islámica' para complacer a los musulmanes".

 

El Gobierno de Su Majestad no es el único en tener la impresión de que no siempre es provechoso vincular el Islam con las diversas vicisitudes de los terroristas suicida y todo lo demás. Incluso en sus días de gloria de cowboy Cruzado, al Presidente Bush le gustaba enfriar los ánimos del pueblo con una gran cantidad de chorradas tipo religión de paz.

Pero los británicos han decidido ahora que esa variante de pedantería de "respeto" ya no es suficiente. De manera que, en adelante, cualquier terrorismo perpetrado por personas de una orientación islámica será designado "actividad anti islámica". La Secretario de Interior de Gran Bretaña, Jacqui Smith, desvelaba la nueva nomenclatura en un discurso hace unos días. "No hay nada islámico en el deseo de aterrorizar, nada islámico en planear asesinar, producir dolor y pena", decía a su audiencia. "En la práctica, de ser algo, estas acciones son anti islámicas".

Bien, sí, uno ve más o menos lo que quiere decir. Matar a miles de personas en rascacielos de Manhattan en nombre del Islam, par parte de un determinado tipo de personas de mentalidad estrecha, da mal nombre al Islam, y por tanto se podría decir que es "anti islámico" -- en el mismo sentido en que la Luftwaffe haciendo llover muerte y destrucción sobre los habitantes de Londres durante los bombardeos alemanes era una "actividad anti-alemana". Pero no recuerdo ni siquiera a Neville Chamberlain explicar, como a un niño de cinco años, que no hay nada alemán en el deseo de aterrorizar e invadir, y que es diametralmente contrario a los valores centrales alemanes de hacer el vago comiendo enormes salchichas por barrios cerveceros usando lederhosen.

Aun así, debería añadir un cierto rasgo surrealista a los informativos de la BBC: "El Primer Ministro condenaba hoy las actividades anti islámicas más recientes mientras se abría paso por los escombros de Downing Street en pos de su Premio Diálogo con la Comunidad Wahabí 2008. En un incidente relacionado, los activistas anti islámicos que hicieron saltar por los aires Buckingham Palace lamentablemente han provocado el aplazamiento del banquete anual de ramadán de la Reina”.

Hace algunos días, una audiencia civil en un tribunal de Atlanta hacía público por primera vez un video realizado por dos estudiantes del Georgia Tech. Syed Haris Ahmed y Ehsanul Islam Sadequee se fueron a Washington y tomaron planos de edificios clave, y ese "video de promoción" acabó después en manos de Younis Tsouli, un reclutador de al-Qaeda en Londres. Mientras que el video grabado por los estudiantes del Georgia fue reproducido en el tribunal, la voz de Ehsanul Islam Sadequee era audible en la banda sonora: "Aquí es donde nuestros hermanos atacaron el Pentágono”.

Alá Ajbar”, responde el joven Ahmed. Alá es grande.

¿Hasta qué punto es "anti islámica" una actividad así? Ciertamente no todos los musulmanes quieren empotrar aviones contra el Pentágono. Pero aquellos que lo hacen, lo hacen en nombre de su religión. Y cualquiera mentalizado para tomar parte en una "actividad anti islámica" ciertamente encontrará gran cantidad de apoyo entre importantes académicos islámicos. Tome por ejemplo al imán "moderado" Yusuf al-Qaradawi, que en su momento observaba que "¡Conquistaremos Europa, conquistaremos América! No a través de la espada, sino a través de la da'wa” - es decir, la variante no incendiaria de diálogo islámico.

¿Qué podría ser más moderado que eso? No hay duda de que al-Qaradawi es miembro de la Sociedad Islámica de Boston, construyendo actualmente la mayor mezquita del noreste, y también colega del actual alcalde de Londres. El impecablemente moderado mulá era invitado a dirigirse a una conferencia británica patrocinada por la policía y el Departamento de Trabajo y Pensiones con el lema "Nuestros hijos, nuestro futuro". Y en lo que respecta a los hijos, el imán Qaradawi ciertamente tiene todo su futuro planeado. "Los israelíes podrán tener bombas nucleares", decía, "pero nosotros tenemos niños bomba y estas bombas humanas deben continuar hasta la liberación". Como solía decir Maurice Chevalier, gracias al cielo por las niñas pequeñas, salen volando de la manera más deliciosa. La Secretario de Interior británica respondería que no todos los imanes moderados están tan chalados como para reventar infantes. Lo cual es cierto. Pero, al insistir en renombrar el terrorismo cometido por musulmanes en nombre del Islam como "actividad anti islámica", el Gobierno de Su Majestad no solamente está tomando parte de un lenguaje Orwelliano deliberadamente ambiguo para manipular al público, sino de un lenguaje Orwelliano auto derrotista deliberadamente ambiguo para manipular al público. El mensaje general que transmite es que la nuestra es una cultura débil tan insegura y falta de confianza que si nos bombardeas y nos matas, nuestro primer impulso es encontrar la manera de adularte y disculparnos ante ti.

He aquí otro titular procedente de Gran Bretaña esta semana: una nueva versión de Los tres cerditos era rechazada en la competición para cierto premio "excelencia en la educación" con motivo de que "el uso de cerdos plantea problemas culturales" y, como resultado, los jueces "tenían dudas por la comunidad asiática" -- léase los musulmanes. Los asiáticos no musulmanes -- hindúes y budistas -- no tienen "problemas" con los cerdos antropomórficos.

Este es ahora un tema recurrente de la vida británica. Hace un tiempo, era un consistorio local del gobierno que decía a sus empleados que no tuvieran jarras en sus escritorios con dibujos del amigo porcino del Osito Winnie Pooh, Piglet. Como Martin Niemöller decía célebremente, primero vinieron a por Piglet y yo no dije nada porque no era un personaje de Disney, y si lo fuera, soy más como Eeyore. De manera que entonces vinieron a por Los tres cerditos y Babe el cerdito valiente, y para cuando me di cuenta que mi país se había convertido en una parodia permanente fue demasiado tarde, porque no había ningún cerdo Porky para balbucear "¡Esto es to-, esto es to-, esto es todo amigos!" y poner fin a la pesadilla.

A título indicativo, es cierto que los musulmanes, al igual que los judíos, no son dados a las salchichas y el bacon. Pero el Corán no dice nada de los cerdos de dibujos animados. De igual manera, no dice nada acerca del asunto de si uno puede bautizar o no Mahoma a un osito de peluche. Lo que todas estas noticias tienen en común es la excesiva deferencia hacia el Islam. Si Los tres cerditos está verboten cuando los musulmanes no alcanzan aún el 10% de la población británica, ¿qué más habrá en la lista negra para cuando, digamos, supongan el 20% de la población?

Un par de días más tarde, Elizabeth May, la líder del Partido Verde de Canadá (la cuarta formación política más grande), se pronunciaba en contra de la continuada contribución militar de su país a la fuerza internacional en Afganistán. "Más efectivos ISAF de herencia cristiana/ Cruzada", decía, "continuarán alimentando una insurgencia que se ha enmarcado como jihad". Como es el caso, Canadá no envió tropas a las Cruzadas, principalmente porque la diversión había terminado varios siglos antes de que Canadá naciera como tal. Hace seis años, era sobre todo el enemigo el que adoptaba ese discurso, Osama bin Laden echando pestes contra el Gran Satán por la caída de Andalucía en 1492, la cual, con la mejor voluntad del mundo, es difícil de achacar a Halliburton. Pero desde entonces, las patologías del Islamismo han demostrado ser sorprendentemente contagiosas entre las élites occidentales.

¿Se acuerda de Los tres cerditos? Uno construye una casa de paja, otro de ramas, y ambos son barridos por el Gran Lobo Malo. La civilización occidental es una poderosa casa de ladrillo, pero ¿quién necesita un Gran Lobo Malo cuando el cerdo está tan impaciente por demolerla él mismo?

Mark Steyn es periodista canadiense, columnista y crítico literario natural de Toronto. Trabajó para la BBC presentando un programa desde Nueva York y haciendo diversos documentales. Comienza a escribir en 1992, cuando The Spectator le contrata como crítico de cine, Más tarde pasa a ser columnista de The Independent. Actualmente publica en The Daily Telegraph, The Chicago Sun-Times, The New York Sun, The Washington Times y el Orange County Register, además de The Western Standard, The Jerusalem Post o The Australian, entre otros.

© Mark Steyn 2008

Publicado en The New York Sun, 28 de enero de 2008

Grupo de Estudios Estratégicos (España)

 



Otras Notas del Autor
fecha
Título
11/12/2019|
26/08/2007|
10/05/2007|
10/05/2007|
25/04/2007|
25/04/2007|
20/03/2007|
10/10/2006|
22/06/2006|
22/06/2006|
15/05/2006|
07/05/2006|
13/04/2006|
30/03/2006|
08/03/2006|
11/11/2005|
16/09/2005|
05/08/2005|
25/07/2005|
24/06/2005|
17/05/2005|
17/05/2005|

ver + notas
 
Center for the Study of the Presidency
Freedom House