Sí, no leyó mal: veremos cambios pequeños, por partes --recuerde, Fidel Castro sigue siendo una figura abrumadora en Cuba y no ha renunciado oficialmente como jefe del Partido Comunista-- sin un reconocimiento oficial de una transición.

Es posible que Cuba acepte que más personas trabajen independientemente, como barberos, plomeros, taxistas y otras ocupaciones similares, fuera de la nómina estatal, en lo que pudiera convertirse en una rápida expansión del minúsculo sector privado de la isla.

La dictadura cubana comenzó a otorgar un mayor número de licencias de trabajo por cuenta propia a principios de los años 90 después del colapso de la Unión Soviética, cuando la economía cubana se vino abajo. La cifra de licencias tocó 209,000 en 1996, pero Castro comenzó a restringirlas cuando el aparato económico comenzó a recuperarse ese año, y ahora se calculan en unas 150,000.

''Necesitan hacer algo para generar empleos, especialmente para los jóvenes'', dice Phil Peters, analista de temas cubanos en el Instituto Lexington en Virginia. ''En la cúpula ya hay consenso de que si no arreglan la economía la supervivencia a largo plazo del socialismo está en peligro'', agregó.

Es posible que veamos una apertura gradual de los mercados agrícolas, probablemente con la entrega de tierras a más campesinos, algo que el país necesita mucho para aliviar la fuerte crisis alimentaria.

''La situación de la comida es horrenda'', dice John Kavulich, analista del Consejo Económico Estados Unidos-Cuba, un grupo privado que recoplia información sobre la economía cubana. ``El gobierno cubano dice que la economía creció el 12 por ciento el año pasado, pero la libreta de racionamiento sólo alcanza para dos semanas''.

¿Por qué quienquiera que reemplace a Castro como jefe de Estado acelerará los cambios económicos?

Porque si el sucesor es su hermano Raúl Castro, ya ha dicho en público que es necesario implementar cambios importantes para modernizar la tambaleante economía del país. Y si es una figura menos importante, como el ministro de Economía, Carlos Lage, está incluso más inclinado a presionar a favor de reformas económicas.

Mientras más se aleje Fidel Castro del proceso de toma de decisiones, más débil quedará el ala ortodoxa del Partido Comunista, y más probabilidades tienen los reformistas económicos de presionar por el cambio.

Pero, al menos mientras Fidel Castro esté vivo, no debe esperarse que nada de esto suceda con la menor crítica a su dictadura de casi medio siglo. Por el contrario, es posible que veamos reformas económicas, anunciadas, empacadas e inspiradas en algo que Fidel Castro haya dicho --probablemente fuera de contexto-- en cualquiera de sus maratónicos discursos en los últimos 50 años.

Recuerdo que, en una de mis últimas visitas a Cuba antes que el gobierno me negara la visa a principios de los años 90, le pregunté al vicepresidente de la Unión de Artistas y Escritores de Cuba --militante comunista-- cómo los artistas cubanos podían exponer pinturas que presentaran al país como una prisión, o a Fidel Castro como un monstruo, allí mismo en La Habana.

''Muy fácil'', me dijo. 'Se organiza una exhibición `en honor al 30 aniversario del asalto al Cuartel Moncada' o 'en homenaje al 35 aniversario del histórico discurso de Fidel Castro en la provincia de Matanzas' y entonces puedes hacer prácticamente lo que te de la gana''.

Cuba seguirá siendo una dictadura por el momento y el sucesor de Fidel Castro no podrá hacer lo que le dé la gana mientras esté vivo.

Pero quienquiera que lo sustituya podrá iniciar reformas más enérgicas, enmarcándolas en el ''proceso revolucionario cubano'' y alabando al enfermo líder revolucionario, como comenzaron a hacer los escritores y artistas hace varias décadas.