El campo, uno de los pilares de las economías latinoamericanas, está en pie de guerra en varios países de la región, además de Argentina. En Bolivia, Paraguay, Chile y Ecuador hay protestas debido a factores que van desde los altos impuestos hasta la falta de incentivos gubernamentales para enfrentar la depreciación del dólar.
Una protesta mantiene bloqueadas por segundo día varias rutas internacionales en Bolivia, donde productores y transportistas se oponen a una prohibición de exportar aceite decretada por el gobierno para garantizar el abastecimiento interno.
Algunas carreteras que comunican con Brasil, Argentina y Paraguay están cortadas desde el miércoles, así como el acceso a las aduanas de Santa Cruz y Cochabamba, según medios locales.
Paraguay, vecino de Argentina y Bolivia, también vivió ayer una jornada de protestas de unos 10 mil campesinos que marcharon por Asunción. Los manifestantes, agrupados en la Federación Nacional Campesina (FNC), repudiaron la política económica del presidente Nicanor Duarte y reiteraron la necesidad de una reforma agraria, más acceso a la tierra, a la salud y a la educación en las zonas rurales.
Además, exhortaron a votar en blanco en las elecciones generales del 20 de abril como castigo a la clase política paraguaya que, según dijeron, no los representa.
También se movilizaron ayer las organizaciones agrícolas de Chile, donde unos 2 mil agricultores pidieron protección del gobierno frente a la caída del dólar que tiene al sector al borde del colapso. Alrededor de un millón de personas trabajan en el campo o en labores conexas en Chile, donde el sector agrícola creció el año pasado el 4%, por debajo del 5.1% alcanzado por la economía en su conjunto.
Ecuador fue igualmente foco de manifestaciones promovidas en Quito para reclamar al gobierno una “revolución agraria” y una “economía solidaria”, entre otras demandas. Centenares de indígenas y agricultores protestaron además por el proyecto que busca traspasar la gestión del Seguro Campesino al Ministerio de Salud, mientras que en Cuenca, la tercera ciudad del país, exigieron políticas de apoyo a los pequeños productores rurales.