Las estrecheces de la crisis han convertido de pronto los cubos de la basura británicos en una especie de cofres de piedras preciosas.Lo destapaba el diario The Times hace unos días en un informe que ha levantado una cierta polvareda en el Reino Unido. La idea es diáfana: el alza de los precios del crudo ha disparado los precios del plástico y ha multiplicado los réditos del reciclaje.

Para que se haga una idea, el precio de las botellas de plástico se ha triplicado en apenas seis meses. Y la subida es aún más espectacular si se mira más atrás en el tiempo. Una tonelada cuesta hoy unos 300 euros. Hace seis años, apenas costaba 13.

No es el plástico el único residuo cuyos precios se han disparado en los últimos años. La tonelada de cartón y periódicos anda por los 130 euros, el doble que en 2007. Las latas metálicas, cerca de los 250, por sólo 100 el año pasado. El caso más llamativo es quizás el del cobre, que cuesta a día de hoy 10 veces más que hace sólo seis años.

Y sin embargo es el plástico el material estrella de esta resurrección comercial del reciclaje en el Reino Unido. Aquí el reciclaje es cosa de los ayuntamientos, que lo contratan con empresas privadas que lo recogen de los hogares, casi siempre una vez a la semana.Los sistemas varían según la ciudad. En Londres, por ejemplo, los ciudadanos no separan como en otros países papel, vidrio o envases. Aquí todos los materiales reciclables se meten en las mismas bolsas, repartidas previamente por cada junta de distrito.

Habrá quien piense que de este modo los consistorios estarán haciendo el agosto encaramados en este nuevo auge del plástico pero no. La mayoría tienen las manos atadas por sus contratos, firmados en su día a la baja con empresas que tienen los derechos de la basura durante dos o tres décadas. Es el caso de las autoridades locales del condado de Kent, que afirmaron esta semana que podrían arañar hasta un millón de libras al año si pudieran renegociar el acuerdo con su contratista.

Beneficios

El Estado estudia desde hace meses la situación y presentará un informe en septiembre sobre los costes de los servicios y las potenciales ganancias de los servicios de reciclaje en el Reino Unido. Se trata de que los ciudadanos se beneficien de alguna manera de la pujanza de sus residuos, en forma de una bajada de impuestos o de una mejora de los servicios de los ayuntamientos.También de impulsar el reciclaje, que en el Reino Unido se halla en niveles más que discretos: alrededor de un 27% de la basura, lejos del 60% de Austria o los Países Bajos, pero el doble que hace sólo tres años.

Según Paul Bettison, responsable de medio ambiente en la confederación de municipios británicos, la decisión sobre los contratos no es fácil: «¿Qué debemos hacer? ¿Atrapar al contratista en tratos que fijen los precios durante el mayor tiempo posible o asegurarnos contratos más cortos y arriesgarnos a que los precios caigan? Porque el reciclaje no sólo sube. A veces baja. Es un poco como cualquier otra inversión». Una volatilidad que podría propiciar en unos años su inclusión en el mercado de futuros.

Pero la disputa por el plástico pronto podría trasladarse de los cubos de basura a los vertederos británicos, que podrían esconder una auténtica fortuna. Los primeros cálculos la cifran en más de 52.000 millones de euros, la mayoría en almacenes de basura subterráneos que datan de los últimos 30 años. Es un negocio que ya se ha iniciado en América pero que nunca hasta hoy se había considerado en el Reino Unido. Las cifras dicen que ahora sería rentable pero apuntan además a una ventaja ecológica. Repescar 200 toneladas de plástico de vertederos viejos dejaría libre un espacio valioso para nuevos residuos, ahora que el Reino Unido busca desesperadamente soluciones para almacenar su basura.

España, muy lejos de los líderes europeos

En lo que a reciclaje se refiere, Europa es el modelo. Los datos españoles, si bien han mejorado en los últimos años, están muy lejos de los de Noruega, Finlandia o Alemania, cuyas tasas de retornos en vidrio, plástico o pilas superan el 90%. Es decir, que por cada 100 botellas que salen de una fábrica de bebidas, 90 regresan a la cadena tras pasar por plantas de tratado.

El problema está en el propio concepto de reciclado. Así, en sectores como el del papel, en el que se lleva muchos años incidiendo, la conciencia es mucho mayor que en el del plástico o el vidrio.Muchos españoles usan papel reciclado y tratan de no desperdiciarlo, pero no tantos separan los desechos en su hogar.

Pero, además, hay un conjunto de productos cuyo reciclado asumimos.Verde, amarillo y azul son los colores a los que asociamos el vidrio, el plástico y el papel respectivamente, gracias a los contenedores de uso público. Pero, ¿ dónde se puede reciclar un ordenador, una televisión o toallitas de desmaquillar?

Los profesionales contestan que el problema no es la falta de contenedores, como muchos españoles creen o aducen. En España, cada año, se tiran a la basura 700.00 toneladas de vidrio que podría ser reciclado, y eso a pesar de que hay más de 150.000 'iglús', uno por cada 299 habitantes.

En el caso del papel, los españoles recuperaron en 2006 más de 5 millones de toneladas, lo que supone un 16% más que el año anteror y un aumento vertiginoso respecto a 1996, cuando el dato era de sólo 2,1 millones de toneladas, según datos de de la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón.

Pero, ¿quién se ocupa de reciclar? En el caso del vidrio o de los cartones de las medicinas, por ejemplo, son dos sistemas de gestión integrados (Ecovidrio y Sigre) que incorporan a fabricantes, establecimientos y plantas de tratado y fabricación. ¿Y el Gobierno ? Su ausencia quizás explique tanto los números bajos como que, precisamente, en esos sectores el sistema funcione.