El reto de Obama es convertirse en una plataforma para aquellos que están molestos, que no son precisamente negros molestos.

Uno de los estudiosos más astutos de estos votantes indecisos es Stan Greenberg, encuestador de Bill Clinton en 1992 y reconocida autoridad del condado de Macomb, en Michigan, un suburbio de clase trabajadora en Detroit. A mediados de los 80, Greenberg empezó a encuestar y a hacer sesiones de grupo en el Macomb, cuna de trabajadores autónomos que se pronunciaron como gran mayoría a favor de John F. Kennedy en 1960 y de Ronald Reagan en 1984.

Reagan descubrió que los residentes del condado creían que el Partido Demócrata estaba interesado en ayudar sólo a los afroamericanos, incluidos sus vecinos de Detroit, de quienes se resguardaron con temor y odio. Greenberg ayudó a Clinton a dirigir su mensaje demócrata según cada clase, un elemento clave en la victoria de 92.

Con Barack Obama a la cabeza del juego demócrata y con serios problemas con los trabajadores blancos, Greenberg regresó a Macomb en julio para sondear una nueva generación de encuestadores y sesiones de grupo. Los recuerdos de los conflictos raciales en los años 60 y 70 se apagaron un poco, pero esta carrera es todavía un obstáculo clave para muchos residentes. Su ansiedad económica está por las nubes —y es comprensible con una industria automotriz que va arrastrándose y con pocos impulsos para que tome su lugar—. De hecho, la preocupación número uno de este condado en los sondeos de Greenberg (realizados por Democracy Corps) es el empleo interno y, en segundo lugar, el alza de la gasolina y los precios de comida y servicios de salud. Según Greenberg, el candidato presidencial ideal de estas personas sería un senador “fuereño de clase media” que expresara su ira contra la traición de las élites económicas y políticas de Estados Unidos.

Además, no sería negro.

En el sondeo de Macomb, Obama va persiguiendo a John McCain con siete puntos de diferencia, lo que significa que el republicano está haciendo mejor campaña que John Kerry o que Al Gore hace cuatro y ocho años. Pero quizá el descubrimiento más sorprendente es el alto índice de apoyo al activista y abogado Ralph Nader, quien ofrece a los de Macomb (o al menos antes de que tuvieran que votar) un refugio para su ira y una tercera vía entre el republicanismo tradicional de John McCain y la negritud de Obama. Ocho por ciento de los votantes encuestados por Greenberg piden a Nader, que incluye 11% de los demócratas trabajadores de Macomb y 12% de los blancos sindicalizados. Sólo 47% de los blancos sindicalizados están con Obama.

Los líderes de las uniones de trabajadores son conscientes del reto que enfrentan al convencer a los miembros blancos de votar por Obama. Para ese fin, los líderes de todos los sindicatos (como AFL-CIO y su rival de disidentes Change to Win) llegaron juntos al Centro de Convenciones Pepsico, en Denver, para inaugurar la campaña electoral más masiva y más sofisticada que los trabajadores hayan seguido. En conjunto, parece que las uniones de trabajadores gastarán de 300 a 400 millones hasta noviembre, y el gasto gordo será para convencer a los miembros blancos de votar por Obama, más allá de sus intereses económicos.

Los sindicatos confiarán firmemente en los encuentros que los líderes administrativos y locales tendrán con sus trabajadores. “Tendremos que pelear con nuestros propios miembros”, dijo en un mitin el líder sindical Jerry McEntee, quien dirige el comité político de AFL-CIO.

“Tenemos que decirle a nuestros miembros del este que no pueden votar por él, es negro. ¡Les diremos que eso es un insulto!”, declaró.

Evidentemente, este no es el mensaje que escucharemos de Obama. Pero Obama tendrá que ingeniárselas para ser el senador fuereño y clase mediero que quieren los encuestados de Greenberg, para mostrar que está al tanto de la indignación de los trabajadores por estar abandonados, sin salir perdiendo al verse muy indignado también.

En la encuesta de Greenberg, los votantes de Macomb dejaron claro que no comparan a Obama con el activista Jesse Jackson. Pero los grupos de sesiones de Greenberg descubrieron mucha cautela en un Obama que podría ser un presidente para todos los americanos o sólo para los universitarios blancos.

Este es el único desafío para Barack Obama, pero es crucial. Seguramente el candidato necesita hablar sobre su plan de trabajo en nombre de los acereros desplazados de Chicago. En caso de que la dificultad de este desafío no esté clara, Greenberg tiene más de un factor para sacar de quicio a los demócratas: la segunda elección de los votantes de Nader en su encuesta es John McCain. Algo que Obama debería pensar mientras se prepara para dirigir la nación.