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17/05/2005 | EEUU alerta que el

Roberto Collado

Aunque los ojos del Departamento de Estado parecen estar puestos en el comportamiento de Chávez en Venezuela y la resistencia de las FARC en la violenta Colombia, un eventual triunfo del Frente Sandinista en la Nicaragua de 2007 los haría voltear raudos hacia este rincón del hemisferio. Eso explica mucho sobre su "cadena de males", a la que ahora suman al "populismo radical".

 

La ven como una amenaza admitida oficialmente y con todas sus letras. El "populismo radical" en América Latina es para el Departamento de Estado un peligro tan nocivo, como el terrorismo y el narcotráfico.

"Son movimientos que socavan las democracias", dice un alto jefe militar del Comando Sur de Estados Unidos, quien lo califica además como un eslabón más de "una cadena del mal", que la Administración de George W. Bush está dispuesta a romper en el hemisferio.

Un eventual triunfo del sandinismo en Nicaragua (una opción política con raíces populistas) durante las elecciones de 2006, oficialmente no preocupa a Washington, pero despierta su interés.

"No hablamos sobre especulaciones", se adelanta a decir Linda Jewell, Vicesecretaria Adjunta de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental, aunque inmediatamente señala que "Nicaragua es de sumo interés por dos razones: la continuidad de su sistema democrático y la destrucción de sus misiles portátiles.

"Es que hay que entender que después del 11 de septiembre, las cosas han cambiado, el mundo ha cambiado", advierte Jewell. "Nuestra seguridad interna depende de la seguridad de nuestros vecinos en la región", agrega.

Democracia y seguridad

Estados Unidos tiene entre las amenazas a la región, el terrorismo, la droga, el secuestro, el tráfico de personas, la migración masiva y el lavado de dinero, como amenazas reales a los países que conforman el hemisferio occidental. Hoy suman dos nuevas: "El populismo radical" y las maras o pandillas juveniles violentas en otros países de Centroamérica.

"Es que ya no basta la democracia, debe haber seguridad también", añade Róger Pardo Maurer, Vicesecretario Adjunto de la Oficina de Programas de Seguridad Internacional del Departamento de Defensa. "Nosotros apoyamos esa democracia y trabajamos en conjunto con cada país en esa seguridad", añade.

Pardo Maurer explica que hay dos mensajes claros en esto. El primero es de soberanía efectiva. Dice que Estados Unidos busca apoyar a cada país para que ejerza soberanía sobre sus territorios, y el otro es la búsqueda de alianzas para combatir el crimen organizado.

Señala como ejemplo los logros alcanzados en Colombia, un país que hasta hace unos años vivió cercado por las FARC, el ELN y los paramilitares, todos calificados por Washington como organizaciones narcoterroristas.

"Colombia es un país que quiere recuperar su territorio", agrega Jewell, al mencionar que a meses de finalizar el Plan Colombia, la Administración de Álvaro Uribe tiene presencia en cerca del 80 por ciento del territorio colombiano. "Eso hace unos años era una utopía", agrega.

Guerra a los males

Según los funcionarios, los resultados en Colombia son posibles gracias a la cooperación estadounidense, que en ese país se calcula en más de 3 mil millones de dólares en los últimos cuatro años.

De acuerdo con los cálculos oficiales, la ayuda se ha reflejado en una significativa reducción del cultivo de coca en Colombia en 2003, y la atención a cerca de 12 mil alzados que han solicitado su reintegro a la vida civil.

"Es una forma de ligar la democracia con la seguridad", agrega Pardo Maurer. El alto funcionario explica que antes de los ataques de septiembre de 2001, Washington colaboraba de forma bilateral en la lucha contra el narcotráfico, pero después del 11-S, esa lucha ha alcanzado niveles aún más complejos.

"Hoy no podemos separar el narco del terrorismo, ambas son una amenaza al Estado y a la sociedad. Hay una combinación antisocial, son males que vienen unidos como salchicha. Son amenazas que en ´las Américas´ no podemos enfrentarlas individualmente, trasciende fronteras, tenemos que colaborarnos entre sí", recomienda el funcionario del Departamento de Defensa.

Dilemas del hemisferio

Pero Washington alerta de nuevos peligros. Señala que los grupos "populistas radicales" están desestabilizando a las estructuras democráticas. En ocasiones, dicen, son gobiernos democráticos los que con mecanismos "populistas" amenazan la estabilidad del hemisferio.

Lo dijo Condoleezza Rice, primero en Sudamérica y después en Washington. Indicó que una de las situaciones más difíciles en la región es que quienes habían sido elegidos democráticamente, se transformaban en gobernantes antidemocráticos. El blanco de esos señalamientos es el presidente venezolano Hugo Chávez.

Chávez recién había expulsado a funcionarios norteamericanos acusados de espiar su Gobierno. Compró aviones de guerra y armas. Recientemente en Cuba declaró su revolución bolivariana como un régimen socialista.

En la semana que finalizó, el líder sandinista Daniel Ortega declaró su simpatía al régimen chavista, con cuyo líder hasta coincidió en Cuba. Las imágenes de Chávez, Castro y Ortega fundidos en abrazos más que políticos, le dieron la vuelta al mundo en una especie de muestra de lo que el mismo Chávez denominó como un cóctel de "comunismo radical".

"Lo que pasa en Venezuela es una cosa trágica en estos momentos. Son políticas que van en otro sentido", dice Pardo Maurer. Jewell se limita a decir que en el caso de Nicaragua, hay lazos fraternos, una buena comunicación con su mandatario y el respaldo total de su gobierno a Enrique Bolaños.

Por supuesto, otro sería el escenario con los sandinistas en el poder. "Lo que nosotros esperamos es que en Nicaragua haya continuidad a su sistema democrático", advierte Jewel.

La jefa de la diplomacia estadounidense fue clara en Colombia, cuando un reportero le consultó sobre el cinturón de opositores en el patio trasero de Washington. "Estén seguros que quienes compartan nuestra visión encontrarán un amigo en Estados Unidos", dijo Rice, al finalizar su visita de 18 horas en Bogotá.

Los Sam-7 y la fe de Washington

Sobre los misiles portátiles en manos del Ejército nicaragüense, el Departamento de Estado ha declarado su confianza en su destrucción completa. "Contamos con la voluntad del presidente Bolaños", dicen. Esperan que los Sam-7 ya no estén en los inventarios de las Fuerzas Armadas antes que Bolaños deje la silla presidencial. Por supuesto, el Departamento de Estado está claro de las dificultades políticas que el Presidente enfrenta y no lo sorprenderá un cambio de planes.

"Es allí donde funcionan las alianzas entre nuestros ejércitos", dice un coronel del Comando Sur. ¿Cuál sería el papel de este Ejército con un "gobierno populista", adverso a Washington?

"Ese es un reto, tenemos fe en las alianzas que hemos establecido", responde. "Del Ejército esperamos lealtad a su país, a su Constitución, creemos poder persuadirlos de esa fidelidad y no a la de un movimiento", agrega.

Aunque se ha manejado que el tema de los Sam-7 ha desembocado en "relaciones frías" entre el Ejército de Nicaragua y el Departamento de Estado, la fuente militar dice que se manejan bajo "buen clima". "Hay colaboración, se mantiene y así seguirá, es lo que el Departamento de Estado nos ha dicho", comentó.

"Salchichas del mal"

Los últimos meses, versiones periodísticas han advertido de la posibilidad de que movimientos de izquierda en la región sean infiltrados por movimientos armados, en una especie de regionalización de su accionar. Washington la admite por ahora como una conjetura a tomar en cuenta para la estabilidad del hemisferio occidental.

"Es una conjetura, pero recuerden que sabemos dónde comienza la salchicha del mal, pero no donde termina", dice una voz del Pentágono.

Fuente: El Nuevo Diario - Nicaragua

Diario Exterior (España)

 



 
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