Jóvenes y pobres, Miller Pardo Espinoza (18 ) y Amed Espinoza Vásquez (26) aceptaron, el 26 de setiembre pasado, la propuesta de su tío de llevar desde su Huánuco natal hasta Piura 8,28 kilos de clorhidrato de cocaína a cambio de US$500. Casi lo logran.

Ambos fueron capturados en la madrugada del 28 de setiembre cuando ingresaban a esta región. La policía del peaje Bayóvar (kilómetro 984 de la carretera Panamericana Norte) inspeccionó el ómnibus de la empresa ITTA, los descubrió sentados sobre la droga y corroboró que Piura es un punto clave en la ruta de los estupefacientes y que su transporte está a cargo de pequeños grupos familiares.

El mayor PNP Alberto Núñez indica que se cree que existe una gran organización internacional que controla la droga que sale de Ecuador y del Perú. Por el momento, lo único comprobado es que el transporte hasta el vecino país del norte se hace en pequeños envíos desde Huánuco, Áncash, San Martín y Ucayali.

"Este clan no es el único. Hay sospechas de que la droga que se mueve a través de Piura rumbo a Ayabaca, Paita y Ecuador es gestionada por grupos familiares organizados con modalidades que ya descubrimos", indicó el oficial de la policía antidrogas.

Desde enero hasta setiembre, la policía incautó 300 kilos de droga en Piura, de los cuales el 80% fue interceptado en ruta directa, o vía Ayabaca, hacia el Ecuador. El 90% de los detenidos es huanuqueño.

La policía no se atreve a brindar un estimado sobre qué cantidad de droga estaría circulando por territorio piurano, pero sí asegura que llega tanto clorhidrato de cocaína procedente de laboratorios de la ceja de selva peruana y listo para ser exportado, como pasta básica lavada que será procesada en caseríos de la frontera peruano-ecuatoriana.

En el caso de la pasta básica de cocaína (PBC), los destinos principales son la provincia serrana de Ayabaca y su vecina Loja en Ecuador. La razón es simple, el acceso a los insumos químicos es más fácil y barato en el país del norte.

"Los precios de insumos químicos como ácido clorhídrico y acetona, necesarios para la producción de la droga de alta pureza, se reducen considerablemente en Ecuador", refiere el técnico PNP Tulio Farías de la policía antidrogas, experto en temas de narcotráfico.

"En la sierra de Piura no se cultiva la coca, pero hemos hallado centros de acopio de PBC y laboratorios de producción de clorhidrato", indica. Entre los caminos rurales que unen los caseríos fronterizos de Ayabaca y Loja la droga se moviliza en mochilas que llevan jóvenes motociclistas que cruzan a diario las fronteras sin vigilancia.

Allí, la policía casi no tiene presencia y existen caseríos como Aragoto que son casi de leyenda, a donde ningún desconocido puede entrar y en los que el dinero abunda producto de la cocaína.

En el caso del clorhidrato de cocaína, el destino puede ser Paita o Tumbes con rumbo a Ecuador. El uso del transporte marítimo para el traslado de la droga a Estados Unidos y Europa es el principal cambio registrado en la década pasada en el negocio mundial del tráfico de alucinógenos.

La aparición de la amapola
En Piura no se siembra coca, pero la PNP ha empezado a detectar cultivos de amapola para la elaboración de heroína. Tulio Farías, de la policía antidrogas y experto en temas de narcotráfico, indica que en caseríos de Huancabamba , en la serranía de Piura, se detectaron sembríos de amapola.

Señala que los campesinos que viven a 2.000 metros sobre el nivel del mar esconden estas plantas entre sus sembríos.

De la amapola brota el opio que es cosechado por los campesinos. Según Farías, ellos lo ponen en ebullición para obtener el látex de amapola, el cual se vende en el pueblo de Yanchalá (Ayabaca).

Farías precisa que por cada hectárea de amapola se extraen entre 10 y 15 kilos de opio, de los cuales se obtiene un látex que está valorizado en US$5.000 el kilo. Este precio se multiplica cuando se obtiene la heroína.

DEL CONSULTOR
Las zonas 'blancas' del país*
Desde fines de la década del 90 vivimos el segundo 'boom' de la cocaína. Esta vez, los dueños del negocio sucio ya no son los cárteles colombianos sino, principalmente, los mexicanos.

Este relevo trajo consigo una serie de ajustes en el esquema de funcionamiento del tráfico de drogas, por ejemplo, en el uso de las rutas de salida: ahora los puertos son los principales puntos de embarque y las ciudades cercanas le sirven como centros de almacenamiento.

De acuerdo con las versiones policiales, el cártel de Sinaloa estaría operando en casi todos los puertos del norte del país. Sería el responsable del envío de por lo menos el 70% de toda la cocaína que producimos, es decir, aproximadamente 190 toneladas métricas anuales.

Por regla general, el narcotráfico necesita recurrir a la extorsión, a la corrupción y a la impunidad para reproducir las condiciones de su propio funcionamiento. Si esto es así, y se consideran las incautaciones de cocaína realizadas en los últimos años, podríamos decir que, lamentablemente, Piura y el puerto de Paita tienen al narcotráfico en sus entrañas.

Lo que sigue ahora son las expresiones de violencia radical, conocidas como la narcoviolencia: asesinatos, secuestros, ajustes de cuentas y todo tipo de aberraciones que le permita proteger su lucrativo negocio de cualquier amenaza externa, ya sea de la fuerza pública o de otro cártel.

 RUBÉN VARGAS. Experto en temas de narcotráfico