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10/06/2005 | 93ª Conferencia Internacional del Trabajo Las jornadas de trabajo en todo el mundo: el equilibrio entre flexibilidad y protección

OIT Staff

En un mundo en rápida transformación como el actual, caracterizado por las oficinas virtuales, el trabajo a domicilio y el comercio globalizado, ¿Siguen siendo necesarias las normas internacionales del trabajo sobre tiempo de trabajo? La respuesta es afirmativa, según un estudio preparado por la Comisión de expertos 1 / y delegados de la OIT en la Conferencia anual de la Organización.

 

La Comisión, un órgano independiente encargado del seguimiento de la aplicación de las normas de la OIT, concluyó que las normas internacionales del trabajo que limitan el tiempo de trabajo siguen siendo necesarias para contribuir a una competencia justa entre países en un mundo globalizado. En cualquier caso, también es evidente que los Convenios números 1 y 30 de la OIT no reflejan plenamente las realidades actuales en la regulación del tiempo de trabajo, y son percibidas por un número creciente de países como instrumentos que prescriben normas excesivamente rigurosas. Recientemente, un grupo de delegados a la Conferencia debatió el ámbito de la diversificación, la descentralización y la individualización del tiempo de trabajo en todo el mundo.

La cuestión de la regulación de la jornada de trabajo es tan antigua como la propia OIT. Históricamente, se trata de una de sus inquietudes sociales más añejas. La reducción del tiempo de trabajo y, más en concreto, la jornada de ocho horas, constituye una demanda fundamental del movimiento obrero desde mediados del siglo XIX.

En el mismísimo primer Convenio de la OIT, adoptado en 1919, se limitan las horas de trabajo en la industria a ocho horas diarias y a 48 semanales, con ciertas excepciones claramente definidas. En otro Convenio de la OIT (núm. 30), adoptado en 1930, se establecen normas similares para los sectores del comercio y las oficinas.

Posteriormente, otros Convenios de la OIT completaron el marco internacional de la regulación del tiempo de trabajo, garantizando a los trabajadores al menos un día de descanso por semana, y un permiso anual remunerado. En fechas más recientes, la Conferencia de la OIT aprobó un Convenio sobre el trabajo a tiempo parcial, y otro acerca del trabajo nocturno. Con el primero de ellos se pretende promover un trabajo a tiempo parcial productivo y libremente elegido, garantizando la protección de los trabajadores que desarrollan este tipo de actividad frente a la discriminación, particularmente en lo que respecta a las condiciones de empleo y a la seguridad social. El segundo instrumento se diseñó para proteger la salud de los trabajadores en turnos de noche, facilitar su ejercicio de responsabilidades familiares y sociales y garantizar sus posibilidades de desarrollo profesional.

Por otra parte, al menos el 20 por ciento de la fuerza laboral de Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y Japón trabaja 50 horas o más a la semana, mientras que en la mayoría de los países europeos tal proporción no llega al 10 por ciento. De acuerdo con un reciente estudio de la OIT 2 /, existen brechas sustanciales entre las jornadas que se realizan en la práctica, y el número de horas que los trabajadores desean o necesitan trabajar.

A finales del decenio de 1990, la proporción de los que trabajaban más de 50 horas a la semana en Estados Unidos y Australia pasó del 15 al 20 por ciento del total de la población activa. Con un 28,1 y un 21,3 por ciento respectivamente, Japón y Nueva Zelanda contaban con la proporción más elevada de personas que trabajaban un número excesivo de horas en los países industrializados.

Por el contrario, en muchos países de la Unión Europea (UE), antes de la ampliación de 2004, el número de personas que trabajaban 50 horas o más a la semana se mantenía muy por debajo del 10 por ciento, con cifras que oscilaban del 1,4 por ciento en los Países Bajos, al 6,2 por ciento en Grecia e Irlanda. La única excepción era el Reino Unido, donde tal proporción se elevaba al 15,5 por ciento.

En el estudio se argumenta que a tales variaciones subyace el hecho de que los países con una regulación relativamente limitada del tiempo de trabajo, como Estados Unidos, Reino Unido y Australia, tienden a registrar una incidencia de horas de trabajo suplementarias muy superior a la de otros países.

Por otro lado, los trabajadores pueden experimentar dificultades para trabajar un número suficiente de horas para ganarse la vida a medida que se extiende la práctica del trabajo a tiempo parcial, incluido el de tipo marginal con condiciones de empleo deficientes, sin prestaciones sanitarias ni pensiones, y los empleos a tiempo parcial involuntarios en el caso de los trabajadores que desean un puesto a tiempo completo, pero no consiguen encontrarlo.

De acuerdo con los datos del estudio, la mitad de los trabajadores en los Estados Unidos preferiría una jornada menos prolongada, mientras que el 17 por ciento de ellos optaría por trabajar más horas. En la UE, el 46 por ciento de los que trabajan menos de 20 horas preferiría realizar jornadas más largas, y el 81 por ciento de los que trabajan 50 horas o más a la semana reduciría esta cifra si pudiera.

De acuerdo con François Eyraud, director del Programa sobre Condiciones de Trabajo y Empleo de la OIT, “encontrar el equilibrio entre los requisitos empresariales y las necesidades de los trabajadores exigirá la formulación de políticas de tiempo de trabajo en las que se tengan en cuenta cinco elementos: la promoción de la salud y la seguridad, el apoyo a los trabajadores en el cumplimiento de sus responsabilidades familiares, el fomento de la igualdad de género, el impulso de la productividad y la facilitación de la elección y la influencia del trabajador en su jornada laboral”.

Diversificación del tiempo de trabajo

En cualquier caso, estas medias de jornadas de trabajo semanales pueden ocultar un cambio más significativo. Existe una tendencia en todo el mundo a la diversificación del tiempo de trabajo, aún cuando tal tendencia puede reflejar realidades diferentes en los países industrializados y en desarrollo. En muchos países, aumenta el número de personas que trabajan más horas que las comprendidas en la jornada semanal estándar, mientras que crece igualmente la cifra de los que realizan jornadas más reducidas.

En consecuencia, mengua el grupo intermedio cuyos horarios de trabajo se sitúan en torno a la semana estándar. Esta diversificación en la duración de las jornadas laborales no afecta a todos los trabajadores por igual, y las pautas pueden diferir ampliamente entre los países en desarrollo e industrializados.

En las regiones industrializadas, y en ciertos países en desarrollo, algunos gestores y trabajadores “cognitivos” (knowledge workers) de alta calificación “estiran sus jornadas de trabajo” en función de las exigencias de su empleo. Estos trabajadores se encuentran entre los principales beneficiarios de la globalización, al menos en lo que se refiere a sus elevados sueldos y a una considerable discrecionalidad respecto sus horarios de trabajo. Por el contrario, en las regiones en desarrollo y en algunos países industrializados, los trabajadores de escasas remuneración y calificación se enfrentan también a una elevada probabilidad de tener que encarar jornadas prolongadas, ya que deben luchar por conseguir suficiente trabajo para obtener unos ingresos dignos.

Por ejemplo, en un reciente estudio de la OIT sobre el tiempo de trabajo en China 3 /, se concluyó que los trabajadores con un nivel de formación inferior tienen una mayor probabilidad de trabajar más horas que los que han accedido a una educación superior. En Pekín, la jornada semanal media de los trabajadores que han completado sus estudios de enseñanza secundaria se acerca a las 60 horas, mientras que los licenciados universitarios trabajan únicamente 43 horas a la semana.

Los trabajadores activos en el sector no estructurado dependen plenamente del volumen de trabajo disponible en cada momento. En Senegal, los estudios de la OIT ponen de manifiesto que los trabajadores en la economía informal trabajan habitualmente tanto como sea necesario con arreglo a dicho volumen, incluso en el día tradicional de descanso. Actuar de otro modo conlleva el riesgo de perder el empleo, ya que son muchos los que no se negarán a trabajar en esos días.

Otra dimensión de la diversificación del tiempo de trabajo atañe a su ordenación. Ciertamente, esta tendencia no se limita a los países industrializados. A medida que aumentan las empresas que deciden ampliar sus horarios de actividad o adoptan programas de operación durante las 24 horas del día, crece la proporción de sus empleados que trabaja por turnos, por la tarde, por la noche y los fines de semana, con diversas formas de organización, como las jornadas semanales comprimidas. Así ocurre, por ejemplo, en Chile, para una cuarta parte de la población activa.

El teletrabajo, en el que los trabajadores pueden tratar con clientes de un huso horario diferente, puede utilizarse en actividades que se prolongan las 24 horas del día y los 7 días de la semana. Entre este tipo de negocios figuran las líneas de atención telefónica, a las que se denomina comúnmente “centros de atención de llamadas”, muchos de los cuales se trasladan a países en desarrollo. En este tipo de centros, las jornadas de trabajo pueden resultar altamente impredecibles, y las condiciones de trabajo, sumamente estresantes, sobre todo cuando se exige a los operadores que alcancen objetivos de desempeño rigurosos, o se les somete a vigilancia electrónica.

Efectos en la salud de los trabajadores

Las formas nuevas y menos normalizadas de organización del tiempo de trabajo pueden ejercer efectos negativos en la salud y la seguridad y en el equilibrio entre vida laboral y familiar. Sin embargo, también generan oportunidades para elevar la productividad y atender mejor las necesidades y preferencias de los trabajadores en cuanto a la reducción del número de horas de trabajo o la disposición de jornadas laborales más convenientes.

En los casos en que las instituciones del mercado de trabajo ofrecen un apoyo más estructurado, como en algunos países industrializados, los empleadores y los sindicatos se encuentran en mejor disposición para crear soluciones en que salgan ganando todas las partes. De cualquier modo, los países en desarrollo también pueden adoptar nuevas estructuras de ordenación del tiempo de trabajo para beneficio tanto de las empresas, como de los trabajadores.

En Brasil, el convenio colectivo adoptado en una compañía metalúrgica ha dado lugar a la creación de un “banco de horas” que permite al empleador y a los trabajadores alcanzar un determinado promedio de horas trabajadas calculado respecto a períodos de mayor duración. Esta alternativa ha propiciado una mayor flexibilidad en la respuesta a las exigencias del mercado, así como la reducción de la jornada semanal media habitual, de 44 a 40 horas.

La presión ejercida por el incremento de la competencia y los fenómenos asociados a esta tendencia, como la privatización, la subcontratación, la externalización y el uso del trabajo a domicilio, los contratos temporales y otras formas atípicas de empleo plantean nuevos retos a todos los países. Aunque los datos disponibles no son concluyentes, se considera con preocupación la posibilidad de que estos cambios hayan dado lugar a un aumento de la intensidad del trabajo, lo que a su vez provoca un incremento del estrés y la extensión de otros riesgos psicosociales que representan una causa fundamental de accidentes, lesiones con resultado de muerte, enfermedades y absentismo laboral en países tanto industrializados, como en desarrollo.

Cleopatra Doumbia-Henry, directora del Departamento de Normas Internacionales del Trabajo de la OIT, resume los retos planteados en el debate mantenido en la Conferencia de la OIT: “los delegados expresaron con vehemencia sus opiniones sobre la pertinencia de los Convenios números 1 y 30 en el mundo actual. Subrayaron la necesidad de encontrar un equilibrio entre la flexibilidad por un lado, y la protección de la seguridad, la salud y la vida familiar de los trabajadores, por el otro. En el debate se hizo hincapié además en el importante papel del marco regulador, la negociación colectiva y el diálogo social en este terreno.”

En referencia a acciones futuras, señaló que la OIT presentaría un documento a su Consejo de Administración en el que se resumirá el debate y se dejará la decisión sobre el seguimiento de éste en manos de sus mandantes tripartitos. Aludió asimismo a las propuestas para organizar una reunión tripartita de expertos sobre tiempo de trabajo encargada de preparar directrices que den lugar a la incorporación de esta cuestión como punto de debate general en el orden del día de una futura sesión de la Conferencia Internacional del Trabajo.

Notas

1 / Véase el Informe III (parte B) a la Conferencia Internacional del Trabajo, Hours of work: From fixed to flexible? Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, 2005.

2 / J. Messenger (ed.), “ Working Time and Workers' Preferences in Industrialized Countries: Finding the Balance”, Routledge, Londres 2004.

3 / Zeng et al., The dual task of standardization and flexibilization in China, Working and employment conditions series No.11, Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra

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