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11/06/2005 | Negocios sucios

Jerusalem Post Editorial

El escándalo de espionaje industrial “Caballo de Troya” es un saludable recordatorio de que no todo es correcto en los negocios, que hay, o puede haber, límites para el juego de la competencia, y que la ética no puede ser considerada un lujo exótico que puede ser ignorada en el mercado.

 

Ahora el instinto de competencia es señalado como culpable de, finalmente llevar a docenas de compañías, incluso algunas de nuestras más grandes y mejor conocidas, a contratar “investigadores privados”, para robar información directamente de las computadoras de sus rivales. Escribiendo en Iediot Aharonot, por ejemplo, Sever Plotzker comentó que los negocios israelíes “viven y respiran competencia, están hambrientos de competencia y muy frecuentemente no saben los límites de esta competencia. Están ansiosos por sacrificar todo por ella, incluso normas, valores y manos limpias”.

Ciertamente estamos de acuerdo que se trata de un caso de pérdida de valores, continuó Plotzker, últimamente la conciencia es el “único matafuegos realmente resistente a la penetración de normas incorrectas e inmorales en los negocios”.

El impresionante escozor provocado por la unidad policial que ha descubierto el caso puede ayudar a establecer nuevas normas en los negocios de la comunidad, bajo las cuales el espionaje ya no sea considerado una forma común, y quizás necesaria, de hacer negocios. Sin embargo sería un error confiar únicamente en los esfuerzos de la policía y en apelar a la conciencia para mejorar la situación. En efecto, uno de los males señalados en este caso —la fuerza de la competencia —es posiblemente, más parte de la solución que parte del problema.

La competencia es obviamente una fuerza necesaria en los negocios. Si los negocios limpios exigen lavar el rumbo competitivo, entonces los negocios están condenados a ser sucios por naturaleza. Afortunadamente no es este el caso. Más competencia, no menos, realmente puede disminuir la presión para cruzar la línea de la criminalidad.

La situación común en la cúspide de los negocios israelíes es unas pocas grandes compañías luchando por el mercado. Cuando el campo de competencia es pequeño, la tentación de hacer cualquier cosa para lograr ventaja sobre las compañías particulares, se hace más grande.

Más compañías en un Mercado significa más competencia, pero también significa que cada uno está compitiendo más directamente por la lealtad de los consumidores que con compañías particulares. En un mercado más diversificado, el riesgo, el dinero y la energía que lleva el espiar pueden ser mejor invertidos en competir en forma limpia —desarrollando la calidad de los productos, el precio y con comprensión del mercado. El espionaje puede ser usado en áreas en las que solo hay uno o dos competidores, pero no sirve de nada cuando hay muchos más.

Israel en particular está plagado del residuo de los días en que no había competencia y el sector privado era minúsculo. Mucho ha cambiado, pero mucho no, muchos sectores están dominados por un puñado de jugadores, y gran parte de los negocios continúan focalizados en usar las conexiones gubernamentales y bancarias que mantienen efectivamente afuera a los competidores.

No está lejos de esa especie forma comercial de “a quien conoces”, que no tiene nada que ver con la competencia deseable para atraer a los consumidores, y de los métodos ilegales para tomar ventaja. Si las conexiones más que el producto, son lo que importa, no es sorprendente que los líderes comerciales aprendan que lo importante es lo que puedan tomar, más que lo que puedan producir.

Incidentalmente, lo mismo ocurre con nuestro súper elaborado y súper pesado sistema impositivo, que anima tanto a los comerciantes como a los consumidores a dedicar energías sustanciales en esquivar o quebrantar la ley, en lugar de ser más productivos. Altos impuestos significan más evasión impositiva, lo que quiere decir un debilitamiento del respeto a la ley tanto en el sector comercial como entre el público en general. Si evadir impuestos está difundido y aceptado, ¿es sorprendente que el espionaje industrial no sea considerado un “verdadero crimen”?

Una economía más competitiva, con impuestos más bajos y más simplificados, cambiará los cálculos acerca de si es adecuado para los negocios el invertir y tomar riesgos: mejorando sus productos y la comercialización o la evasión impositiva y el espionaje industrial. Lo que es bueno para el crecimiento económico, puede tener una derivación feliz al mejorar la higiene comercial.

El Reloj (Israel)

 



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