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11/06/2005 | Las universidades necesitan prepararse para competir en un mercado global

Brian Lee Crowley

"Casi todas las universidades están comenzando a competir globalmente en talento y dinero. Están hambrientas de estos estudiantes, que a menudo son lo mejor que el mundo tiene que ofrecer y que les traen más dinero del que los gobiernos de presupuesto ajustado están dispuestos a proporcionar. Para atraerlos, las universidades van a tener que disponer del mejor claustro del mundo y ser más sensibles a lo que requieran los estudiantes."

 

Los universitarios están a punto de ser mucho más poderosos. Pero no va a ser el poder político que han intentado acaparar, en gran medida ineficazmente, contra los incrementos de las tasas y las reformas de los programas de préstamo y de becas.

Lo que va a hacerlos más poderosos son tres cosas: el crecimiento de sus cifras, la capacidad de moverse cada vez más entre fronteras e Internet.

2 millones de estudiantes están estudiando fuera de su país de origen ya, y estos estudiantes internacionales pagan actualmente cerca de 30 billones de dólares al año en matrículas. El mercado internacional de la educación superior crece alrededor de un 7% al año. En los próximos 20 años, la cifra de personas que buscan una educación superior solamente en Asia se espera que crezca en 70 millones.

Casi todas las universidades están comenzando a competir globalmente en talento y dinero. Están hambrientas de estos estudiantes, que a menudo son lo mejor que el mundo tiene que ofrecer y que les traen más dinero del que los gobiernos de presupuesto ajustado están dispuestos a proporcionar. Para atraerlos, las universidades van a tener que disponer del mejor claustro del mundo y ser más sensibles a lo que requieran los estudiantes. De otro modo, los estudiantes y sus matrículas se irán a instituciones más sensibles.

Básicamente, los estudiantes de todo el mundo ya no tienen que aceptar instituciones deficientes más. No sólo pueden escapar de las manos de administraciones complacientes y sindicatos de claustros egoístas, sino que cada vez más van a dejar de tener que abandonar su propio país para hacerlo. Serán capaces de tener acceso a parte de la mejor educación del mundo simplemente a través de un ordenador e internet.

Por eso es por lo que los poderes que se encuentran en el estamento universitario están presionando desesperadamente a los gobiernos para restringir la aparición de nuevos puntos de acceso a la educación universitaria, tales como universidades privadas o instituciones de otros países intentando hacerse con una parte del pastel aquí. Pero no hay un modo plausible de que los gobiernos lo eviten. Puede que aquí en casa, los gobiernos logren detener las instituciones físicas que se montan en nuestro territorio, pero no hay modo en el mundo de que regulen una transacción privada en la que los estudiantes pagan a instituciones de otro país que prestan su educación a través de internet, a cambio de lo cual la transacción concede un título que puede acarrear un incremento de la renta de una institución internacional relevante.

Los snobs tecnófobos que lloriquean ante esta perspectiva y que no creen que pueda darse una educación de calidad fuera de las aulas tradicionales me recuerdan a esos que a principios del siglo XX creían que nadie estaría interesado en escuchar música grabada; la gente farfullaba un montón de estupideces románticas acerca de la conexión mística establecida entre los músicos en directo y su audiencia. La música grabada, de hecho, permitió que enormes audiencias escucharan a los mejores músicos del mundo de manera barata y cuando pudieran, y al hacerlo sacaron del mercado a muchos músicos de segunda clase al tiempo que hacían millonarios a los Barenboims y los Heifitzs y los Springsteen del mundo.

Si cree usted que el mundo universitario es inmune a esto, sólo tiene que esperar a que el mercado le dé forma, al tiempo que se aferra obstinadamente a sus acciones de los fabricantes de normas preestablecidas.

La generación que se avecina no sólo estará mucho más cómoda que usted o yo con el e-learning, sino que estará mucho menos movida por la nostalgia romántica que tantos mayores adjuntan a sus brumosos recuerdos de fiestas de licenciatura con cerveza y rituales de ligue. La deserción de nuestros principales estudiantes de nuestras instituciones usuales no sólo será una amenaza siempre presente, sino que los medios electrónicos harán muy posible que los profesores estrella lleguen a audiencias mucho más grandes, incrementando así tanto su sueldo como su prestigio.

Esta competición ineludible tanto para estudiantes como para el claustro sólo puede llevar a una mayor contabilidad de los resultados. No antes de tiempo. Durante demasiado tiempo, las universidades se han aislado de las consecuencias de sus decisiones en términos de salario, horarios, ofertas de cursos y respuesta a los estudiantes.

En el mundo feliz universitario, los grandes sueldos irán a grandes profesores, que entonces acudirán a los mejores estudiantes en un patrón de refuerzo mutuo. Los estudiantes internacionales se convertirán en la única fuente de crecimiento de los ingresos real para las universidades. Recientemente, Oxford anunció planes para recortar el número de plazas reservadas a estudiantes británicos, porque sus honorarios estaban regulados por el gobierno. Sus plazas irán ahora a estudiantes licenciados y ajenos, que pagarán las actuales tasas internacionales para una educación de primera clase. Otras universidades le seguirán, dado que su propia supervivencia está en juego.

Como ex premier de Ontario, Bob Rae dijo en un discurso en Halifax esta semana que no debíamos lamentar estos cambios, sino celebrarlos. Con que sólo nuestras universidades se vieran libres para buscar la excelencia, concentrando el dinero gubernamental en estudiantes de bajos recursos, se podría evitar el declive a largo plazo, y en última instancia, la irrelevancia.

Brian Lee Crowley es presidente del Instituto Atlántico de Estudios de Mercado, una institución de política pública con sede en Halifax.

Diario Exterior (España)

 



 
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