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22/06/2005 | El ojo del huracán en Irán: el feudo familiar jomeinista

Amir Taheri

"La elección de Rafsanjani podría ser una señal de que Jamenei y otros legisladores reales de Teherán quieren continuar su estrategia de miente-y-retírate, diseñada para dividir a las potencias occidentales a la vez que da tiempo suficiente a la República Islámica para crear la "capacidad de expansión" nuclear que cree necesitar para ser reconocida como superpotencia regional."

 

Cuando los colegios electorales abran en Irán el 17 de junio para las elecciones presidenciales, la principal cuestión no será quien va a ganar, sino cuántos votantes aparecerán. Un boicot masivo, como piden virtualmente todos los grupos de la oposición, podría verse como una moción de censura contra el régimen jomeinista. Una participación respetable, digamos del 50% o más, sin embargo, podría demostrar que aún le queda algo de vida a una bestia cuya muerte inminente ha sido pronosticada desde su nacimiento, hace más de un cuarto de siglo.

Algunos observadores ya han despreciado el ejercicio entero, ya sea como irrelevante o como mera diversión.

Sin embargo, una vez que entendamos su naturaleza y reconozcamos sus límites, estas elecciones son importantes.

Para que conste, éstas no son unas elecciones en el sentido normal del término. Los ocho candidatos son pre-aprobados por el estado, y supervisados por el "Guía Supremo", cuyo visto bueno también es necesario para hacer final cualquier resultado. Todos los candidatos son empleados del gobierno con historiales de servicio militar y civil de décadas de antigüedad dentro del régimen.

Cinco de ellos son funcionarios de la Guardia Islámica Revolucionaria activos o en la reserva. Los ocho se describen a sí mismos como la rama iraní de Hezboláh y remontan su ascendencia ideológica al difunto ayatoláh Ruholah Jomeini.

Estas elecciones, por lo tanto, son más parecidas a las primarias que celebran los partidos políticos norteamericanos para elegir a sus candidatos presidenciales. Su principal interés radica en revelar la fuerza comparativa de las diversas alas del estamento.

En ese sentido, las elecciones son importantes por algunos motivos.

La razón más obvia es que al prestar servicio hipócrita al principio de elecciones, un caso de degradación que paga tributo a la virtud, un régimen que afirma basarse en la Voluntad Divina reconoce la importancia de la legitimidad secular.

El ejercicio también permite zanjar las cosas a través de un simulacro de elecciones a las facciones rivales que luchan por el poder dentro del régimen, en lugar del tipo de purgas sangrientas que tuvieron lugar durante los primeros años del sistema jomeinista.

En el modo en que se organiza el régimen actual, los órganos oficiales del estado, presidencia incluída, no tienen la misma autoridad que en estados genuinamente democráticos. El verdadero poder en la República Islámica es ejercido por un grupo reducido de operadores militares, financieros, políticos y clericales, entorno al "Guía Supremo", Alí Husseini Jamenei.

Otros órganos formales del estado y la presidencia han sido utilizados como fachada, que sería pintada y repintada para confundir a los enemigos exteriores y nacionales.

El primer presidente de la República Islámica, un tal Abul-Hassán Bani-Sadr, fue despedido en 1981 con una fatwa de nueve palabras de Jomeini, el "Guía Supremo" de la época.

El segundo presidente, Mohammed-Alí Rajai, voló en pedazos por terroristas Mujahedín Khalq en su oficina algunos meses después.

El tercer presidente fue Jamenei, el "Guía Supremo" actual, que logró conservar su trabajo y su vida durante ocho años debido en gran medida a que supo callarse cuando no le tocaba hablar.

El cuarto presidente, Alí-Akbar Hashemí Rafsanjani, también completó dos mandatos de cuatro años [cada uno], mientras Jamenei consolidaba su propia posición como nuevo "Guía Supremo". Durante gran parte de aquellos años, Jamenei no fue lo bastante poderoso como para marginar a Rafsanjani, que logró construir con éxito una red de aliados políticos y socios financieros.

El quinto presidente, Mohammed Jatami, cuyo mandato se acerca hoy a su fin, atestiguó un incremento constante del poder de Jamenei entre 1997 y el 2005. Jatami abandona una institución presidencial mucho más atenuada [que cuando llegó], que su sucesor encontrará difícil de rehabilitar.

Y, aún con todo, esto es exactamente lo que Rafsanjani, favorito como probable ganador, dice que intentará hacer.

Muchos en la Unión Europea y algunos dentro de la administración Bush en Washington han puesto sus esperanzas en el presunto pragmatismo de Rafsanjani de cambiar las políticas que han colocado a la República Islámica en rumbo de colisión con el mundo exterior, especialmente Estados Unidos.

La construcción de una política respecto a Irán sobre tamaña ilusión, sin embargo, es a la vez peligrosa e inocente.

Rafsanjani bien puede ser un negociador pragmático. Hasta puede que quiera evitar una colisión frontal con Estados Unidos.

¿Pero lo puede cumplir?.

La respuesta es: no.

De ser elegido, dependería de un estamento controlado por fundamentalistas de pretensiones mesiánicas que designan como forasteros hasta a gente como él. Al mismo tiempo, la mayoría del pueblo iraní, que según todas las informaciones no ve este régimen como propio, no tendrá motivo para respaldar a Rafsanjani en un feudo familiar Jomeinista.

El resultado podría ser una versión nueva del juego al que la Unión Europea, con el consentimiento más reciente de la administración Bush, lleva jugando con Teherán desde los últimos cinco años.

El juego, llamado "compromiso constructivo", ha impedido que las principales democracias desarrollen una política coherente hacia un régimen que no hace un secreto de sus ambiciones regionales, globales en la práctica.

La elección de Rafsanjani podría ser una señal de que Jamenei y otros legisladores reales de Teherán quieren continuar su estrategia de miente-y-retírate, diseñada para dividir a las potencias occidentales a la vez que da tiempo suficiente a la República Islámica para crear la "capacidad de expansión" nuclear que cree necesitar para ser reconocida como superpotencia regional.

Si, por otra parte, uno de los protegidos de Jamenei, Alí Larijani o Mohammed-Baqer Qalibaf, emerge como ganador, podría ser una señal de que el "Guía Supremo" desea salir del purdah para abordar directamente el tema del futuro lugar de Irán en un Oriente Medio modelado por Estados Unidos. Éste es uno de los motivos por los que vale la pena prestar atención a este ejercicio extraño presentado como elecciones.

Amir Taheri nació en Irán y se educó en Teherán, Londres y París. Ha sido editor jefe de Jeune Afrique, del London Sunday Times, también ha escrito para el Times, y contribuye con The Daily Telegraph, The Guardian, y el Daily Mail entre otros. También ha trabajado para el International Herald Tribune, The Wall Street Journal, The New York Times, The Los Angeles Times, Newsday, y The Washington Post, el alemán Die Welt, Der Spiegel, Die Zeit y el Frankfurter Algemeine Zeitung, La Repubblica, L´Express, Politique Internationale y Le Nouvel Observateur.

Diario Exterior (España)

 



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