La situación Nicaragua no deja de asemejarse a la que atravesó Bolivia hace unas semanas. El presidente nicaragüense Enrique Bolaños está acorralado por las fuerzas opositoras conformadas por la extrema izquierda, encarnada por el líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el ex presidente Daniel Ortega, y la extrema derecha, conducida por otro ex presidente, Arnoldo Alemán, del Partido Liberal Constitucionalista.

Entre las dos fuerzas han sometido a Bolaños a una rendición condicional que lo obligó a adelantar las elecciones. Bloqueado por las huelgas y los piquetes violentos, alimentados por el mismo discurso violento y radical que entona el cocacolero Evo Morales, Bolaños sugirió que todos los políticos electos, incluyendo el propio mandatario y los miembros del Congreso, deberían poner sus puestos a disponibilidad.

Mientras tanto, desde Cuba, Daniel Ortega lanzó nuevas amenazas contra la estabilidad de Nicaragua y, si bien dijo que Bolaños cumplirá su mandato, no lo dejará gobernar ni tener paz. En este panorama reapareció la figura de su hermano, el general retirado Humberto Ortega quien ha pasado de ser un defensor a ultranza del gobierno del presidente Bolaños a uno de dimensión internacional y quien parece ser una de las voces más sensatas dentro de la cacofonía política nicaragüense, al reconocer públicamente que hoy no existe mejor opción que la de apoyar a Bolaños.

Por su parte, su hermano rebelde y combativo no pierde oportunidad en echar leña al fuego al decir "la situación hoy en Nicaragua es mucho más explosiva que en Ecuador". Sin embargo, a Ortega no le conviene que caiga Bolaños porque una eventual renuncia le abriría las puertas del Gobierno a Alemán, en la persona del vicepresidente José Rizo, un incondicional del ex mandatario, que cumple una condena de 20 años de cárcel bajo cargos de corrupción y lavado de dinero.

La experiencia de Bolaños había sido positiva y merece un respaldo por parte de la misión de la OEA que hoy está en el país. Bolaños es un hombre de gran capacidad de trabajo, un humanista liberal que ha luchado contra la corrupción y ha ejercido una sólida defensa de la libertad de empresa y de expresión, bajo una vocación inclaudicable de demócrata. Es una lástima que una presidencia decente y promisoria haya sido abortada por el populismo radical que inunda la región.