Nunca un mandatario ruso había caído tan bajo. El primer ministro Vladimir Putin descendió ayer 1.395 metros a bordo de un minisubmarino en el Lago Baikal, el más profundo del planeta, donde permaneció sumergido durante cuatro horas.
«El agua está limpia desde un punto de vista ecológico, pero es una verdadera sopa de plancton», bromeó el jefe del Gobierno. Putin alcanzó a ver el fondo del Baikal desde el ojo de buey de uno de los batiscafos que este verano sondean el lago, rastreando el tesoro de su biodiversidad y otras riquezas, como las 1.600 toneladas de oro que se hundieron en sus aguas en 1920, cuando el legendario almirante del Ejército Blanco Alexander Kolchak escapaba del acoso bolchevique durante la guerra civil.
«Se ve el fondo del Baikal. Es muy limpio y hermoso», dijo el primer ministro por radio desde el sumergible Mir-1, el mismo que participó -junto con su hermano gemelo- en el rodaje de Titanic, en la colocación de una bandera rusa en el fondo del Polo Norte -en 2007- y en la prospección de los restos del submarino Kursk, que naufragó con 118 marinos a bordo en agosto del año 2000.
En el último decenio, Putin se ha dejado ver a bordo de un caza, en la cubierta de un submarino o pescando a pecho descubierto en un río siberiano. Interpelado sobre la posibilidad de viajar ahora al espacio, el jefe del Gobierno se mostró ayer reacio. «No. Hay demasiado trabajo que hacer aquí en la Tierra», comentó Putin, que la víspera colocó un emisor de radio a una ballena beluga en la isla de Chkalov.
Además de sondear las emanaciones de petróleo en el fondo del lago -halladas en 2008- y sus campos de hidratos de gas -cristales muy apreciados como combustible de futuro-, los batiscafos también rastrearán el oro que, según la versión más difundida, transportaba en 1920 una caravana de 300.000 soldados del Ejército Blanco, que quedó literalmente petrificada de frío sobre la superficie del lago. Cuando la primavera rompió el hielo, las aguas del Baikal engulleron los cadáveres, los caballos muertos y los carros con el oro.
Ahora Rusia se propone llegar al fondo del asunto con la ayuda de sus batiscafos, que realizarán 100 inmersiones este verano.