Inteligencia y Seguridad Frente Externo En Profundidad Economia y Finanzas Transparencia
  En Parrilla Medio Ambiente Sociedad High Tech Contacto
En Profundidad  
 
09/07/2005 | El largo camino de la independencia

Los Andes Staff

Las crónicas de la época dicen que ese 9 de julio fue casi primaveral, y que un viento del Norte traía olor a naranjas. Pero el clima político, en cambio, preanunciaba dos frentes de tormenta: el que amenazaba desde el interior y el que se expandía por toda la América colonial.

 

Declaración de la IndependenciaEl Congreso General Constituyente había comenzado sus sesiones en marzo de 1816, y se había elegido a Tucumán por ser “un punto céntrico del ex Virreinato”, apunta Noemí Goldman, profesora de Historia Argentina e investigadora del Conicet. Es que el Congreso “pretendía marcar un cambio en la política central al mostrarse más atento a los intereses del pueblo”.

Si bien la cara más conocida del 9 de julio de 1816 es la del sanjuanino Narciso Laprida -desde los chicos del siglo XIX hasta los de 2005 lo identifican con facilidad porque la iconografía así lo quiso-, quien presidió el encuentro, los actores más relevantes fueron Manuel Belgrano y José de San Martín (“columnas militares del régimen”, los calificó el historiador nacionalista y católico Ernesto Palacio). Desde sus puestos de mando impulsaron la declaración de independencia. “Ellos estaban haciendo la guerra contra los realistas y necesitaban legitimidad para sus acciones -dice Jorge Gelman, profesor de Historia Argentina en la UBA e investigador del Conicet-. Hasta 1814, el rey de España no regresó al poder, prisionero de las fuerzas napoleónicas. Por lo tanto se podía hacer una guerra sin cuestionar necesariamente a la monarquía española. Pero a partir de 1814, hay que definirse, de lo contrario no se puede seguir luchando: o estamos en presencia de una nueva nación o Estado, distinto al español, y se legitima la guerra, o ésta se termina. San Martín, sobre todo, necesita que estas cuestiones políticas se definan lo antes posible, porque sino pierde toda legitimidad la campaña militar que tiene por delante.

Acta de IndependenciaEs cierto que la idea de declarar la independencia no era nueva: el sector morenista la había promovido desde los inicios del proceso revolucionario iniciado en 1810, “pero factores internos (tensiones dentro del grupo gobernante, y entre Buenos Aires y las provincias del Litoral) y externos (la coyuntura europea) habían impedido su realización”, explica Mariano Ben Plotkin, investigador del Conicet y de IDES. Y agrega: “La situación en lo que hoy es la Argentina era muy sensible a lo que ocurría en Europa tras la caída de Napoleón. Aun durante las sesiones del Congreso, se llevaban a cabo gestiones diplomáticas en Europa para explorar la posibilidad de instaurar una monarquía, al mismo tiempo que se hacían intentos de aproximación a la corona española para llegar a algún acuerdo, cosa que resultó imposible”.

Venezuela y el Río de la Plata y Chile -precisa Gelman- eran zonas marginales del imperio español, y son las que más fácilmente adhieren al proceso revolucionario. No pasa lo mismo en zonas vitales para la monarquía hispánica: México, Perú, lo que es hoy Bolivia, eran zonas muy controladas.

Hasta 1815, cuando es derrotado finalmente Napoleón, Inglaterra fue aliada de España. Por esta razón, su gobierno no apoyó abiertamente la independencia de los territorios americanos, aunque “extraoficialmente” siempre estuvo detrás de cada movimiento emancipador: su industria en expansión necesitaba nuevos mercados. Después de 1815, Inglaterra tuvo las manos libres para hacer notar su “influencia” en la decisión de independencia de estos lugares remotos. La restauración en Europa de los sectores más reaccionarios, monárquicos y absolutistas, incluida España, donde vuelve a reinar Fernando VII, acelera la necesidad de independencia de los territorios americanos hispánicos.

Esa decisión se tomó el 9 de julio de 1816. Se creaba así una nueva nación, que no ocultaba un sesgo conservador. La profesora Goldman hace hincapié en el cambio de nombre de Provincias Unidas del Río de la Plata por Provincias Unidas de Sud América: “La modificación del nombre estaría indicando que junto al proyecto de creación de una monarquía constitucional en la dinastía de los Incas, se estaba pensando en la creación de una nación que abarcara el Virreinato del Río de la Plata (reintegrando a Paraguay), Chile y Perú. Se propuso a Cusco como capital del nuevo reino. Esto coincidía con el proyecto de emancipación continental impulsado por San Martín”.

Por otra parte -sigue Goldman-, es muy incierta la situación de la Banda Oriental, ante la inminente invasión portuguesa, y el nuevo fracaso de las negociaciones con José Gervasio de Artigas para lograr su representación en el Congreso. De modo que el nuevo Estado nace con una indefinición de los límites territoriales de su autoridad y de sus atribuciones soberanas.

El historiador Plotkin aclara: “Lo que no ocurrió en 1816 fue la cristalización de un sentimiento nacional preexistente tal como lo entendemos hoy. El concepto de Nación Argentina que tenemos actualmente, con límites geográficos precisos, un sentimiento de identidad y lealtad a la Nación, y una historia y tradiciones compartidas simplemente no existía en 1816. Es más: yo diría que era una idea casi impensable en esa época. En 1816, el gobierno estaba jaqueado no sólo por los realistas sino por los impulsos federalistas de las provincias del Litoral y de otras provincias del interior, que darían origen después al federalismo argentino. Estas tendencias centrífugas continuaron existiendo, y aún en la década de 1860, durante la guerra con Paraguay, muchos correntinos se sentían más cercanos al Paraguay por su cultura, su lengua y su odio a Buenos Aires, que al Estado nacional ya constituido.

En el Congreso de Tucumán predominó la tendencia monárquica. “Los definidamente republicanos eran sobre todo los que en ese momento estaban bajo el liderazgo del oriental José Gervasio de Artigas (los “Pueblos Libres”), y no participaron en el Congreso, dominado por los centralistas”, dice Gelman.

Los monárquicos y centralistas devienen en lo que la historia terminó llamando “unitarios”, y los republicanos fueron los “federales”. Gelman prefiere matizar: “Tradicionalmente, la historiografía ha entendido que los unitarios eran las élites de Buenos Aires frente a los federales, que eran las élites del interior. Pero en la práctica uno puede observar que hay unitarios (y a veces más fervorosos) en distintos territorios del interior de lo que después será la Argentina que en la propia Buenos Aires. Y en ésta, a la vez, encontramos tendencias federales o confederadas muy fuertes, y que de hecho terminaron triunfando. Es evidente que en Buenos Aires las tendencias unitarias son importantes, pero van a terminar debilitándose frente a la incapacidad que tiene la metrópoli de construir una unidad política de ese territorio bajo su hegemonía, y entonces terminará prevaleciendo el federalismo rosista”.

La independencia de 1816 dio paso a una lucha fratricida que recién empezó a atenuarse con la llamada Organización Nacional, la Constitución de 1853 y la generación del ’80. Pero hasta ahora el sueño bolivariano de los “Estados Unidos de América del Sur” sigue siendo una expresión de deseo. El proyecto de Bolívar tenía mucho de utopía. Más allá de la voluntad de algunos líderes (Bolívar, San Martín, Sucre), la propuesta del venezolano “carecía de sustento cultural, ideológico, económico y social”, opina Gelman.

No hay que olvidar que Inglaterra y EEUU hicieron lo imposible para que las naciones hispanoamericanas independizadas no se integraran en una gran nación latinoamericana. “La independencia de España condujo, sin embargo, a las nacientes naciones en América a insertarse en un orden mundial donde las políticas intervencionistas de Inglaterra y Estados Unidos se hicieron sentir por largos años en alianza con poderosos sectores sociales locales”, dice Goldman.

Mariano Ben Plotkin resume: “América Latina nació globalizada, y por lo tanto ha sido siempre un área muy sensible a desarrollos internacionales que ocurrían y ocurren en las áreas centrales. Esto, y ciertos desarrollos comunes a la región, contribuyen a explicar algunos paralelismos en su historia política. A la luz de estos análisis, parece que el largo camino de la independencia argentina y latinoamericana aún no ha concluido.

Los Andes (Argentina)

 


Otras Notas Relacionadas... ( Records 1 to 10 of 5721 )
fecha titulo
11/11/2022 The Ultimate Unmasking of Henry Kissinger: Ambassador Robert C. Hilland the Rewriting of History on U.S. involvement in Vietnam and Argentina’s “Dirty Warâ€
10/11/2022 Un infierno astral se cierne sobre el Gobierno
24/04/2020 Argentina- Informe de Coyuntura semanal (versión corta) al 21 de abril sobre la situación política y económica argentina
20/04/2020 Argentina- Inflación y emisión: ¿qué pasará después de la cuarentena?
14/04/2020 Coronavirus en la Argentina. Alberto Fernández lleva al kirchnerismo a su lado más oscuro
09/04/2020 Argentina - Coronavirus: ¿No hay Estado presente para salvar a la economía?
06/04/2020 Argentina - ¿Una guerra de todos?
06/04/2020 El nuevo mundo de los corona-zombies
25/03/2020 Agentina - Informe de Coyuntura semanal (versión corta) al 24 de marzo sobre la situación política y económica argentina
22/09/2018 Sin dudas, la Argentina necesita volver a tener moneda


Otras Notas del Autor
fecha
Título
11/07/2010|

ver + notas
 
Center for the Study of the Presidency
Freedom House