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05/08/2009 | Honduras - Perverso

Orlando Henríquez

Los partidarios de Mel han quedado armando manifestaciones encargadas de quebrar vidrios de los negocios por donde pasan los manifestantes, al tiempo que tirando piedras y pintando paredes con insultos y consignas aprendidas de los terroristas de Hugo Chávez en Venezuela, al utilizar pintura de la buena, que no sale muy fácilmente, sin que se salven los automóviles parqueados en las calles al paso de los manifestantes, quienes disfrutan estampando insultos melistas.

 

Melito sigue dándose la buena vida. Es huésped del gobierno nica, que paga sus gastos y los de los correligionarios que lo acompañan y por la noche se recoge en un albergue para que descanse, también pagado por los nicas; disfruta de aviones y recibe viáticos por los hoteles de lujo cuando visita el extranjero, todo proporcionado por Chávez, quien todavía mantiene la esperanza que los Estados Unidos devuelva a Mel la Presidencia, afilando con ello la estaca para que se la hundan a ellos mismos.

Es casi inexplicable el que Mel se haya burlado públicamente de los gringos y que estos, ahora que el jerarca cayó de su sitial, se desesperen por colocarlo de nuevo en la Presidencia, incluso sabiendo con certeza que Honduras iba hacia una dictadura ahijada por Chávez y ya estaba dentro del círculo del dictador venezolano.

¿Por qué nos quieren colocar al lado de sus enemigos? Por primera vez en muchos años ha sido el pueblo el que, en su mayoría, se ha querido desprender de su gobernante y lo ha logrado sin necesidad de un derramamiento de sangre. Y no ha derrocado a un demócrata para imponer una dictadura o para cambiar de sistema ideológico y ello está bien claro para todo mundo. Nadie ignoraba que el presidente Zelaya estaba pisoteando la Constitución, con el cinismo que produce el despotismo y con ello buscando montar una Constituyente que le permitiese una presidencia de por vida. Que estaba falseando el presupuesto de la nación para montar un tren de propaganda al respecto, imparable. Para utilizar millones de lempiras en la organización de su plan, dejando en el olvido el hambre del pueblo y ofreciéndole la felicidad futura como un borrón nuevo de casi cuatro años de gobierno en el cual dilapidó el erario y se sacaron millones en efectivo para repartirlo entre sus amigos cercanos, entre maldades más, hasta sin usar el pudor obligado. El presidente Zelaya estaba abandonando la democracia por la dictadura comunista disfrazada con otro nombre, la chavista y ya no reconocía más poder que el suyo, haciendo a un lado a la Corte Suprema de Justicia para él decidir la justicia. Engavetaba las disposiciones del Congreso Nacional y amenazaba cuando sus decretos no se atendían de inmediato. No tenía empacho en manifestar su inconformidad con las autoridades policiales y entonces él decidía, al tiempo que trataba de meter las manos dentro de la organización del ejército y era notorio que se preparaba para formar el ejército popular que dependiera de su voluntad total. Estaban programadas las elecciones generales para el mes de noviembre de este año y los partidos políticos no tenían seguridad que habrían de celebrarse pues Zelaya insinuaba que tal vez no habría dinero para ello, si no se arreglaba lo de la Constituyente que pedía para poder lanzar su candidatura prohibida en la actual, que no admite reelección presidencial.

Y es que en su mente perversa había pesado al pueblo como cobarde y entonces había trazado planes que esperaba serían recibidos con resignación. Con sus secretarios redactó decretos y los dejó listos para horas después.

Algo le falló pues el secreto dejó de serlo y unas horas antes de que publicara los decretos para volverse dictador y viabilizar la Constituyente, ordenar la disolución del Congreso Nacional y la cancelación de la Corte Suprema de Justicia, esta aprobó su separación como Presidente de la República y el Congreso Nacional hizo igual, ordenándose a la autoridad que actuara, para evitar la dictadura. El pueblo, al hacerse pública la declaración y separación del poder de Zelaya, en vez de lamentarse, batió palmas e igual todo el país pues con ello señaló la muerte del chavismo y la supervivencia de la democracia. Los informativos lo publicitaron con alegría, el país conservó su ritmo de vida normal y solamente los delincuentes que conformaban el grupo selecto del mandatario salieron huyendo. Mientras el resto de empleados públicos continuaba en su rutina, sin ser molestado.

Mel viajó a Costa Rica en un avión. Allí y después en otros lados, se compró ropa por valor de más de ochenta mil dólares, con una tarjeta de crédito a favor del Presidente de la República y pagada con fondos del Estado. ¡Qué honestidad! ¡Qué desfachatez!

La Tribuna (Honduras)

 


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