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08/08/2009 | Argentina - ¿Hasta la victoria, Néstor?

Maximiliano Montenegro

Dirigentes que acompañaron durante estos años al matrimonio presidencial temen que los Kirchner busquen victimizarse. Desechan alternativas, surgidas de sus propias filas, que podrían fortalecer al Gobierno y apurar el despegue económico. En cambio, prefieren pulsear y manejar los tiempos como si hubieran triunfado en las elecciones. Historias que se repiten.

 

Dos ex ministros que a su turno estuvieron ahí, en el despacho contiguo, acompañando las decisiones más relevantes de Néstor Kirchner en los últimos años, coinciden en un punto inquietante. Sospechan por estos días que su ex jefe camina voluntariamente por la cornisa. Que descarta cursos de acción lógicos que darían oxígeno al Gobierno para victimizarse. Piensan que denunciará al Congreso por impedir la gobernabilidad en caso de que le quiten facultades sobre las retenciones. Y temen que prepare una salida, responsabilizando a la oposición, si la situación económica se agrava. Esa impresión fue trasmitida a gobernadores e intendentes que suelen consultar a estos dos ex ministros que atienden, cada uno por su lado, su juego dentro del justicialismo.

Julio Cobos y los principales dirigentes del radicalismo escucharon la hipótesis, que llegó también hasta los oídos de Francisco de Narváez y de Felipe Solá. Los que se imaginan con buenas chances para 2011, suplican cautela. Tanto desde el radicalismo como desde el PJ disidente reclamaron –en secreto– a los dirigentes de la Mesa de Enlace moderación, sobre todo después de la obscena puesta en escena de la corporación agropecuaria en la Exposición de la Sociedad Rural.

Sólo Elisa Carrió no tomó nota. Y actúa como espejo de Kirchner, elevando la apuesta y dinamitando puentes. Sin embargo, Adrián Pérez, el jefe del bloque de la Coalición Cívica en Diputados, admite estar preocupado y desconcertado. “En el radicalismo están tan asustados que algunos actúan como si fueran oficialistas, ahora no quieren mover nada. Le dije a (Augustín) Rossi, que es un tipo sensato, por qué no eliminamos retenciones a trigo y maíz, bajamos unos puntos a la soja y vemos cómo financiarlo: con el impuesto a la herencia, suprimiendo exenciones en Ganancias o con más retenciones a la minería. Me respondió que no, que la orden de ellos es no tocar nada”, comenta en privado.

Días atrás, un funcionario, alineado completamente con Guillermo Moreno, cuya palabra cotiza como nunca en Olivos, me dijo una frase inquietante. Quizás exprese la concepción del matrimonio presidencial de que sólo es tiempo de ratificar el rumbo, y si no, que asuma la oposición el costo de sepultar el proyecto del gobierno popular.

“El Che no fue a Bolivia para negociar su rendición”. En fin, tal vez sea una broma. Se dicen tantas cosas.

FOTO REPETIDA.
Cuenta Martín Lousteau que cuando miraba por la tele, en su casa, la conferencia de prensa de Aníbal Fernández y Amado Boudou, tras la reunión del viernes de la semana anterior con la Mesa de Enlace, pensó que veía una imagen repetida. Alberto Fernández tuvo la misma sensación.

Aníbal, gran payador, como pocas veces nervioso, esforzándose por no salirse del libreto dictado desde Olivos. Boudou sin su sonrisa de marca, con el rostro desencajado.

Desde que asumió como ministro de Economía, hace un mes, Boudou se propuso como meta “recrear la confianza”. Brindar certidumbre sobre la capacidad del Estado para despejar el horizonte hasta 2011, tratar de revertir la fuga de capitales y acelerar así el despegue de la economía. Desde esa perspectiva, desactivar el conflicto con la dirigencia rural –razona– es una de las prioridades, además de transparentar el INDEC, abrir canales de diálogo con organismos internacionales, el Club de París, etc.

Amado encontró en el gobernador del Chaco, Jorge Capitanich, un aliado para justificar su receta ante el matrimonio presidencial. El propio Aníbal Fernández avaló el diagnóstico e hizo tándem con él. Al igual que Daniel Scioli, con quien conversa desde los tiempos de la ANSES.

Todos descontaban que la propuesta oficial incluiría una rebaja de las retenciones de trigo y maíz, cuyo costo fiscal no era significativo.

Fernández y Boudou se sorprendieron el mismo viernes por la mañana, durante una reunión en Olivos de la que participó también Moreno. Ahí se enteraron que la instrucción política era no tocar las retenciones. El único consuelo para ellos fue que el diseño del “plan EE” –de apertura de exportaciones de trigo y carne– no quedó en manos del Napia sino de Ricardo Echegaray, el titular de la AFIP, junto a Emilio Eyras, de la ONCCA.

Está claro que no es un problema fiscal. Ni de arriar la bandera de la redistribución del ingreso. La eliminación de las retenciones al trigo y maíz costaría unos 400 millones de dólares anuales. Es una cifra fácilmente compensable si se revisan los 19 mil millones de pesos que dejará de recaudar el fisco por las exenciones impositivas en el Presupuesto 2009, de los cuales más de seis mil millones corresponden al impuesto a las Ganancias, el tributo más progresivo.

¿Cuál sería la diferencia si se aplicara algunos puntos más de retenciones a la minería, donde opera un selecto club de multinacionales, o se creara una fuente de ingresos adicional con un tributo a la herencia de grandes patrimonios, como existe en Chile o en Estados Unidos?

Tampoco se discute desmontar el esquema de dólar alto con retenciones al agro que –lo explican, por una cuestión de formación, mucho mejor que Kirchner– Boudou, Capitanich, Peirano, Lousteau y tantos otros kirchneristas o ex kirchneristas que consideran que es imprescindible para la estabilidad macroeconómica. De lo que se trata –también coinciden– es de readecuar el esquema al nuevo escenario político y económico.

El argumento es simple. Si el objetivo es que los argentinos vuelvan a gastar o a invertir en el país, en lugar de correr al dólar, cualquier paquete cerrado que envíe la señal de que se busca encarrilar el conflicto rural es puro rédito. “Lo importante es el mensaje; hay, al menos, diez alternativas para compensar el costo fiscal”, trasmitió a Olivos, sin suerte, un economista muy respetado por Kirchner.

No es lo mismo un Gobierno que retoma la iniciativa para avanzar de casillero con un proyecto de rebaja o segmentación de retenciones, que ir perdiendo en el Congreso jirones de poder y puntos de recaudación.

“La pulseada es política. En el Congreso seguramente vamos a ceder en trigo y maíz, pero si accedíamos ahora, entonces iban a venir directo por las retenciones a la soja. Es cuestión de manejar los tiempos, nada más”, dicen allegados a Echegaray, restando dramatismo.

Tal vez sea otra magistral jugada de Néstor Kirchner para administrar los tiempos políticos, materia que reprobó sistemáticamente en los últimos dos años. Tal vez, no. Y deba prestarse atención a las especulaciones sobre los próximos pasos del matrimonio presidencial, que tanto desvelan a algunos dirigentes políticos.

DIAGNÓSTICO. A propósito. En el tradicional “Informe de Inflación” del segundo trimestre, publicado por el Banco Central, los técnicos de la entidad escribieron: “La producción agropecuaria registra un reducido nivel de actividad, perjudicada por las malas condiciones climáticas que afectaron al país durante el último año. La caída de la producción final de la campaña 2008/09 se explica por una baja tanto en la soja como en los cereales, fundamentalmente trigo y maíz, asociada a las malas condiciones climáticas y al menor uso de agroquímicos que perjudicaron los rindes. Esta reducción de la producción, sumada a los menores precios de venta, ocasionó problemas financieros a los productores, con diferente grado de intensidad dependiendo del modelo de negocio y la región de la que se trate”.

“Respecto de la campaña 2009/10, por problemas de humedad en los suelos observados en el primer semestre de 2009 y de rentabilidad económica, se prevé que se reduzca la siembra de trigo a mínimos históricos, tendencia que también se observaría para el maíz. Contrariamente, se espera que aumente el área sembrada de soja, evidenciándose una concentración del orden de 65% en este cultivo. De este modo, el incremento esperado en la oferta agrícola responde fundamentalmente a una recuperación en la producción de soja, siendo desfavorables las perspectivas para los cereales, los que a su vez requieren un mayor capital para su implantación y a partir de los cuales se obtiene un menor margen bruto por dólar invertido”.

Es un buen fundamento para anunciar una sustancial rebaja en las retenciones de trigo y maíz. Y despejar un sendero plagado de yuyos.

Crítica Digital (Argentina)

 


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