Las denuncias fueron formuladas, tras serias investigaciones, por EL COMERCIO y otros diarios, ya que los organismos de control han mostrado inoperancia en estos asuntos. En respuesta, el Mandatario, para variar, amenaza a los periodistas y los tilda de “mediocres y corruptos”.

Actualmente el Fiscal General indaga presuntos delitos en 643 contratos, por un total de USD 2886 millones y -según las informaciones de prensa- de los primeros datos obtenidos se desprende que existen anomalías que no justifican la contratación con carácter urgente y dejan al descubierto fallas en la contratación sin concurso público. Dichos contratos corresponden en su mayoría a los Ministerios de Obras Públicas y Salud y a Petroecuador. Anteriormente se detectaron algunas travesuras en el Ministerio de Deportes, por lo que está preso el ex titular de esa Cartera de Estado.

En lo que tiene que ver con los contratos por más de USD 80 millones con el hermano del Presidente y un préstamo de 10 millones otorgado por la CFN, si bien se afirma que están dentro del marco legal y que no hubo tráfico de influencias, lo cual está en proceso de indagación, lo ético y razonable es que  se eviten suspicacias y que se rescindan esos contratos.

El video del Mono Jojoy y el supuesto manuscrito de Raúl Reyes corroboran los indicios y las denuncias de que ex funcionarios de este Gobierno habrían tenido nexos comprometedores con dirigentes de esa organización narcoterrorista, que habría aportado  para la campaña electoral de Alianza País, inculpaciones que no han sido plenamente rebatidas.

Lo cierto es que la imagen del Gobierno se ha resquebrajado ostensiblemente dentro y fuera del país, a tal punto que le han cerrado sus puertas las instituciones financieras internacionales y, por otra parte, su popularidad ha descendido vertiginosamente, 19 puntos, en dos meses, de 59 a 40, según una encuesta reciente, nivel que es el más bajo desde que hace dos años y medio arribó a Carondelet, lo cual debe llamarlo a una profunda reflexión, y rectificar sus procedimientos, morigerar el gasto público, mejor dicho el dispendio mesiánico y  bajar ya de la tarima al iniciar su segundo período. Por el bien del país.