Inteligencia y Seguridad Frente Externo En Profundidad Economia y Finanzas Transparencia
  En Parrilla Medio Ambiente Sociedad High Tech Contacto
Frente Externo  
 
12/08/2009 | El mundo y los hondureños

Rafael Leiva Vivas

El día siguiente que el ministro de Asuntos Exteriores de España firmaba en Caracas un acuerdo comercial petrolero y se daba la mano muy sonriente con el señor Chávez, partió a Bruselas para solicitar a la Unión Europea medidas de represalias contra Honduras. La mal llamada “Madre Patria”, término utilizado por el dictador Franco, desatendía a uno de sus hijos, lo marginaba y lo invitaba al ostracismo.

 

En la guerra convencional se utiliza la frase: el amigo de mi enemigo es también mi enemigo; o sea, España se fue al otro lado, y ese gesto debe guardarse para la historia.

Y es que el mundo no está entendiendo lo que sucede en Honduras. Los vecinos del norte, que sí lo saben, hacen malabarismos con su política exterior y se enredan en actitudes, que a veces demuestra ingenuidad y otras veces cálculo.

Todos ellos se aferran a la posición de condenar a un pequeño país, tomando la vía más fácil: el atajo de desconocer nuestra realidad, y con ello la Constitución y las leyes. Nos quieren obligar a cumplir una receta amarga, que para ellos es muy simplista: la teoría del retorno a fojas cero, como si aquí nada hubiere pasado.

La influyente revista inglesa “The Economist” acaba de hacer el siguiente señalamiento: el mundo quiere el retorno de Zelaya, pero los hondureños se oponen. Esto es así porque a ningún pueblo se le puede obligar a recorrer un camino que no le conviene a sus intereses ni al sagrado principio de soberanía y autodeterminación.

El escritor francés Albert Camus decía que la aceptación del absurdo supone el convencimiento de que nada tiene sentido menos la desesperación que debería acompañar a este convencimiento. Esto parece un enigma del individuo sobre todo cuando lucha en la vida y el mundo se le viene encima. A pesar de toda la sin razón ese individuo sigue actuando y viviendo, construyendo y generando vida para el futuro.

Pareciera que el instinto es más potencial que la razón, esa actitud que descorazona, que tiende a volvernos escépticos, pero que resulta una actitud negativa porque el escepticismo no lucha. Al contrario, es admirable ver al hondureño que se sobrepone a la adversidad; después de ser negado en sus derechos y aspiraciones busca a lo poco que queda de la vida: su dignidad. Los abismos de desesperanza y confusión algunas veces no tienen respuesta, pero existen para poner a prueba nuestra madera de hondureños amantes de la patria. La oquedad en que  puede quedar nuestra voluntad de resistir a la adversidad nos debe impulsar a encontrar el camino de subsistir, aunque sea una sombría visión de la vida obligada que hay que construir. Cada esperanza es un símbolo en la historia del individuo porque de repente desaparece de nuestras mentes o la realidad termina suprimiéndola. Pero lo admirable sería que el hondureño, desilusionado o perdido, frustrado o miedoso, siga luchando a pesar de todo, siga creando los medios para volver la vida más razonable y más combativa. Esto no quiere decir que el mundo tiene algún misterioso designio, sino el convencimiento de levantarnos una y otra vez sobre el fango de nuestra angustia.

Este no es ningún tiempo apocalíptico porque es pasajero sólo si la mano y la mente del hondureño se detienen. Así como la historia no se puede detener, así también no se puede renunciar a los valores de la democracia, a la necesidad de seguir adelante. Aunque el principio de la soberanía tiene mucho que ver con la firmeza de nuestras posiciones, el ingrediente de la lucha ante la adversidad la vuelve más rica y le introduce sentido. Si bien existe entre los hondureños una hermandad ante la amenaza y una fraternidad ante el futuro, es más fuerte la razón de resistir a los embates del mundo, y es más clara la audacia de seguir la aventura de no dejarse intimidar.

Como cuenta el escritor argentino, Ernesto Sábato, tuvo un gran profesor de lengua en el colegio secundario, el dominicano Pedro Henríquez Ureña, quien les hacía leer un pequeño cuento de Tolstoi, y después les decía: Ahora cierren el libro y ahora escríbanlo. Los jóvenes escribían un cuento que tenía el doble o el triple de extensión. Poco a poco el maestro Henríquez Ureña les iba haciendo tachar todo lo que estaba de más, lo que era innecesario, lo que en lugar de exaltar y poner de relieve los hechos los oscurecía o los apagaba. Y de esa forma muchos adjetivos, muchos adverbios iban a la basura. Al final dice Sábato que su cuento era tan bueno como el de Tolstoi. Esto es así porque los individuos nos acostumbramos a lo más fácil a repetir, a creer en los demás, y nos olvidamos de nosotros mismos, de nuestras capacidades y fortalezas.

Cada hondureño tiene su propia iniciativa e imaginación, y si se juntan con las de los otros hondureños, lo que se produce es un torrente de pensamiento y acción, que bien puede ser puerto a la disposición de la sociedad, cuando está en crisis.

La Tribuna (Honduras)

 


Otras Notas Relacionadas... ( Records 1 to 10 of 860 )
fecha titulo
23/12/2013 Narcotráfico: Honduras- Un paraíso de impunidad
18/12/2013 In Honduras, rival gangs keep a death grip on San Pedro Sula
29/11/2013 Pobre Honduras, pobre Hernández
27/11/2013 Organized Crime the True Winner in Honduras Elections
26/11/2013 Honduras - Un país fracturado
26/11/2013 Amenaza de turbulencia tras las elecciones en Honduras
22/11/2013 Honduras - El país de las cinco familias
13/10/2013 The US Govt's Dangerous Dance with Honduras
14/08/2013 Centroamérica - El ¨Obama¨ hondureño
08/08/2013 Guerra de narcos entre Nicaragua y Honduras


 
Center for the Study of the Presidency
Freedom House