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16/08/2009 | EE.UU. - Reforma sanitaria: Cómo reformar un sistema complejo

Marc Bassets

El presidente Barack Obama afronta el examen más difícil desde que llegó a la Casa Blanca: la reforma sanitaria. Obama despliega estos días una actividad inusitada para vencer el escepticismo de los ciudadanos y superar las trabas en el Congreso. Estados Unidos es el único país desarrollado sin cobertura universal. El sistema es complejo, y más complejo es reformarlo.

 

Algunas claves:

¿Por qué la reforma?

El gasto sanitario en EE. UU. se ha disparado en las últimas décadas, hasta el punto de que absorbe más del 16% del producto interior bruto. Este gasto, sin parangón en los grandes países occidentales, no se traduce en una mejor cobertura. La esperanza de vida es inferior a la media occidental y la mortalidad infantil, superior. Más de 47 millones de personas carecen de seguro.

¿Quése juega Obama?

Desde que llegó a la Casa Blanca, a Obama le ha salido casi todo bien. Todas sus propuestas - desde el plan de estímulo económico hasta el rescate bancario-han obtenido el visto bueno del Congreso, dominado por los demócratas. Pero ahora los electores no lo ven claro. En las propias filas demócratas hay escépticos. La sanidad es cuestión de vida o muerte: un asunto delicado.

¿No hay sanidad pública?

Sí. La sanidad pública cubre a los mayores de 65 años y a los pobres y discapacitados. En total, 79 millones de personas. El resto no dispone de seguro o tiene un seguro privado. 158 millones de personas están cubiertas a través del seguro que les proporciona la empresa. 15 millones de personas tiene un seguro privado individual, más caro que el seguro de la empresa: puede elevarse a los 2.000 dólares mensuales.

¿Cómo vivir sin seguro?

Los 46 millones de sin seguro son uno de los problemas acuciantes. Algunos están en paro; otros son autónomos que no disponen de dinero para contratar un seguro, o prefieren gastarlo en otras cosas. Cuando un sin seguro tiene un accidente, la UVI le atiende. Los hospitales, para financiarlo, engrosan la factura de quienes tienen seguro, lo que ha disparado los costes sanitarios.

¿Con seguro no hay problema?

También quienes están asegurados sufren la deficiencias del sistema. Algunas aseguradoras rehusan financiar tratamientos. Otras rechazan a clientes con ciertas enfermedades, como en algunos casos ocurre en España. Quienes disponen de cobertura en su empresa la pierden si se quedan en paro. En los últimos años, el aumento de los costes ha frenado el aumento de los salarios, lo que ha minado el poder adquisitivo.

¿Por qué suben los costes y baja la calidad? 

Los costes suben por el envejecimiento de la población. Otro motivo es el consumismo sanitario: médicos y pacientes tienden a abusar de tratamientos y medicamentos superfluos. La cultura del litigio, arraigada en este país, contribuye a ello. Los médicos multiplican los tratamientos para evitar reclamaciones. Además, el seguro puede cubrir las posibles demandas por errores. La escasa prevención para los 46 millones no asegurados dispara los costes en caso de urgencia. Estados Unidos, puntero en materia sanitaria, gasta mucho y mal.

¿Cómo solucionarlo?

Obama pretende rebajar los costes y, al mismo tiempo, extender la cobertura. Parecen objetivos contradictorios, sobre todo teniendo en cuenta que cubrir al 97 o 98% de la población supondrá un gasto de un billón de dólares en los próximos diez años. Los ahorros deben lograrse subiendo los impuestos para las rentas más altas, y también limitando los gastos superfluos.

¿Cómo alcanzar la cobertura universal?

La Cámara de Representantes y el Senado están enfrascados en la redacción de la reforma. Entre las propuestas ya adoptadas en comisiones, se encuentra la de obligar a las empresas con un número determinado de trabajadores a financiar el seguro médico para sus empleados. Si no lo hacen, se exponen a una multa. El Congreso también prevé obligar a las personas sin seguro a adquirir uno. Quienes no tengan dinero recibirán una ayuda estatal.

¿Habrá más control de las aseguradoras?

Sí. Las aseguradoras deberán aceptar a todos los clientes, independientemente de su historial médico. Según los planes del Congreso, ya no podrán rechazar a alguien porque tenga una enfermedad, o elevar el precio del seguro por este motivo. Al mismo tiempo, el Estado podría imponer un nivel de cobertura mínimo.

¿Habrá una sanidad pública?

Además de la cobertura pública actual, el Congreso prevé la creación de un seguro público que compita con los privados para ofrecer una cobertura completa a un precio reducido. Sus detractores advierten que muchas empresas dejarán de asegurar a sus empleados para permitir que estos contraten el seguro público. Así, la inmensa mayoría de estadounidenses a los que actualmente aseguran sus empresas podrían acabar con un seguro peor, y perdiendo prestaciones.

¿Qué alegan los detractores?

Más allá de la campaña de rumores y desinformación contra la reforma, los escépticos esgrimen algunos argumentos de mayor peso. Además del temor a perder prestaciones para quienes disponen de cobertura, el elevado coste de la reforma es el principal. La Oficina Presupuestaria del Congreso, un órgano independiente que asesora al Congreso en materia fiscal, ha advertido que la reforma disparará los costes y puede superar el billón de dólares anuales, la cifra que barajan senadores y miembros de la Cámara de Representantes. El déficit presupuestario ya está descontrolado por los planes de estímulo y de rescate bancario.

¿Cuándo se aprobará la reforma? 

 
Barack Obama quiere que la reforma esté aprobada antes de fin de año. Inicialmente fijó como plazo para disponer un proyecto de ley agosto, pero el Senado y la Cámara de Representantes lo han incumplido. No está claro que, una vez pasada por el cedazo del Congreso, la reforma cumpla con las ambiciones iniciales del demócrata Obama. Si lo consigue, será la mayor reforma social en Estados Unidos desde que en los años sesenta Lyndon Johnson creó Medicaid y Medicare, los seguros públicos para las familias pobres y para los mayores de 65 años, respectivamente.

La Vanguardia (España)

 


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