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15/07/2005 | La organización de la inteligencia en la era del terrorismo

Centro de Análisis Sociopolíticos

Con un breve ensayo, Andrés Villamizar, de la Fundación Seguridad y Democracia, invita al debate público sobre el tema de la inteligencia en el ámbito colombiano. El escrito titulado, "La Reforma de la Inteligencia- Un imperativo democrático", contiene observaciones interesantes sobre las debilidades y fortalezas de la inteligencia en Colombia.

 

Describe la redundancia entre las funciones de las diferentes agencias, la confusa mezcla de funciones del DAS, las dificultades en la coordinación entre inteligencia militar, Policía y DAS, y otros problemas relacionados con el tema. El autor hace una acertada distinción entre la función de inteligencia y la investigación criminal. Le sobra razón cuando afirma que confundir las dos funciones lleva a graves equivocaciones. Sin embargo, es necesario anotar que en un conflicto interno como el nuestro, las funciones inevitablemente se sobreponen.

A veces una entorpece la otra, pero se refuerzan en la mayoría de los casos. La inteligencia produce indicios que facilitan la investigación criminal. Lo ideal es que existan mecanismos para que ocurra también el efecto inverso: que la investigación criminal arroje información de inteligencia. El problema, frente a la opinión pública, es que los ciudadanos padecen frustración cuando la inteligencia no produce efectos penales, y a la vez, los hombres de inteligencia temen que los procesos judiciales pongan en riesgo sus informantes y sus agentes.
Villamizar ha acudido a fuentes y bibliografía diversas e interesantes. El problema del ensayo es que no reconoce las dificultades que existen para legislar adecuadamente sobre el tema en un país donde los simpatizantes de los grupos ilegales agresores tienen amplia representación en el congreso, y muy especialmente en la Corte Constitucional. Una cosa es legislar en Estados Unidos o Gran Bretaña, y otra cosa, bien distinta, es legislar en Colombia. La falla más importante de la propuesta del autor es su insistencia en la "transparencia" en la actividad de inteligencia y su sujeción al control del "poder civil", que él mismo define como el Congreso de la República.

Cabe recordar que en Colombia, el ejecutivo es elegido también, y no podemos desconocer su carácter de "poder civil". La inteligencia ha estado sujeta siempre al ejecutivo civil.

Resulta interesante contrastar los conceptos de Villamizar con algunos expresados por John F. Lehman, miembro de la comisión que estudió los sucesos del 11 de Septiembre en Estados Unidos. Esta comisión bipartidista concluyó, entre otras cosas que una de las razones fundamentales para las deficiencias en inteligencia frente al riesgo de terrorismo fue que el Congreso no había permitido establecer un sistema competente. Existían tantas restricciones normativas que las diferentes agencias no podían, legalmente, complementar su información. Cada una de las agencias principales, el FBI y la CIA logró descubrir la mitad del rompecabezas, pero no podían colaborar para juntar las piezas. E

stas normas buscaban prevenir abusos, pero resultaron entorpeciendo la labor de inteligencia. Los derechos de extranjeros a la privacidad, por ejemplo, primaron sobre las consideraciones de seguridad nacional. Se necesitó un desastre como el del 11 de Septiembre para que se reversaran las limitaciones a las actividades de inteligencia impuestas progresivamente por el Congreso.

 

¿Conviene que el Congreso conozca la información de inteligencia, como propone Villamizar? El ensayista ignora aparentemente los problemas que se han presentado en Estados Unidos con los comités de inteligencia del Congreso. El senador izquierdista Patrick Leahy, por ejemplo, tuvo que renunciar "voluntariamente" al comité de inteligencia en 1988, porque filtró información secreta a la prensa . Se sabe también que los servicios secretos ingleses (MI5 y MI6) ocasionalmente han "protegido" información por desconfianza ante ciertos miembros del gabinete (que son parlamentarios).

El ensayista peca por ingenuidad cuando dice, refiriéndose a la comisión parlamentaria que ejercería control sobre la inteligencia:

"Esta comisión tendría acceso a información secreta y se encargaría de verificar que los servicios de inteligencia en Colombia cumplan a cabalidad con las misiones y objetivos trazados por el gobierno así como de velar porque estas actividades no violen la ley o los derechos fundamentales de los ciudadanos." Más adelante dice: "Resulta importante señalar aquí la importancia de que los miembros de esta comisión deben adquirir el inquebrantable compromiso de garantizar la no divulgación de los secretos de Estado o de información confidencial.

De hacerlo enfrentarían graves sanciones de tipo disciplinario y penal." ¡Que ingenuidad! Esto en el país donde la Fiscalía del Dr. Gómez Méndez filtraba lo que quería a la prensa, a pesar de la supuesta "reserva del sumario" que estaba obligado a cumplir en muchos casos. Hay necesidad de plantear las cosas para el país real, no para uno utópico. Aquí no habría un sólo Patrick Leahy, sino muchos.

 

El terrorismo es un enemigo difícil, y trátese de Al Quaeda o de las FARC, los organismos de inteligencia necesitan el secreto y mucha discrecionalidad para enfrentarlos. En nuestro caso, los narcoterroristas no sólo tienen inmensos recursos, sino que tienen aliados o simpatizantes ideológicos en el Congreso y en la Corte. Es insensato en estas circunstancias sugerir un control político parlamentario a los organismos de inteligencia. No podemos ignorar, sin correr grave riesgo, la profunda infiltración del Estado mismo, ni los postulados del marxismo leninismo y su doctrina de utilizar todos los medios de lucha para llegar al poder.
En el ensayo de Villamizar se critica con razón el problema de la diversidad de funciones del DAS: inteligencia, servicio de escoltas, policía judicial, investigación criminal y extranjería. Hacer tantas cosas bien es imposible.


La invitación del ensayista a desarrollar un debate público es, sin embargo, desatinada. Si existe algún campo en el cual se necesita discreción y secreto es el de la inteligencia, pieza fundamental en la defensa de Colombia frente a la agresión de la subversión y el narcotráfico, por una parte, y también frente a las actitudes de vecinos difíciles. El marco legal de la inteligencia debe ser estudiado dentro del secreto debido por expertos para determinar que se requiere para mejorar su funcionamiento.

Muchos cambios requieren simples decisiones del ejecutivo. Si se requiere ir más allá de las posibilidades del ejecutivo, es necesario sopesar los beneficios que se piensan obtener al recurrir al Congreso, frente a los riesgos del proceso legislativo (incluida la revisión de la Corte Constitucional) en el ambiente real de nuestro país.

 

No cabe duda de que en el momento actual Colombia necesita, más que nunca, los mejores servicios de inteligencia en todos los órdenes. Uno de los campos que es indispensable fortalecer es el internacional. La subversión utiliza los países vecinos para sus fines y allí se requiere un especial esfuerzo. No sobra anotar que se han logrado éxitos importantes, como la captura de Simón Trinidad y de Rodrigo Granda, alias Ricardo González, éste último jefe importante del aparato internacional de las FARC. Es indispensable reforzar los vínculos con las autoridades policiales y militares de los países vecinos. También es indispensable fortalecer la inteligencia política y estratégica en Europa y Estados Unidos. Mucho se puede hacer desde Colombia en este sentido, utilizando y analizando información de fuentes abiertas.

Pero no todo se puede hacer sin tener agentes en el exterior que conozcan bien el funcionamiento de la sociedad que se pretende analizar y estén en contacto con las autoridades de policía e inteligencia del respectivo país. Se supone que ésta es una de las misiones de los agregados militares, pero estos no permanecen suficiente tiempo en el cargo, y muchas veces desconocen la cultura y el lenguaje pertinentes. Otro riesgo nuevo que el país necesita enfrentar es el gobierno Chávez, tan amigo de Fidel Castro e ideológicamente cercano a las FARC y el ELN. El costo de tener un servicio de inteligencia que opere en el extranjero es alto, pero las actuales circunstancias ameritan el esfuerzo. La inteligencia en el exterior requerirá la participación de varias agencias. Es necesario establecer un plan de acción para organizarla.


Tampoco se puede obviar la necesidad de una coordinación entre las agencias en el ámbito nacional. Es lo que se está haciendo en Estados Unidos. Eso no necesariamente implica supeditar alguna de las agencias actuales a otras. Vale la pena estudiar con detenimiento lo que se ha hecho tanto en Estados Unidos, como en otros países, para lograr esta coordinación sin detrimento de las capacidades y responsabilidades de los diversos servicios.

Diario Exterior (España)

 



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