Con esas cualidades y su larga experiencia, el Presidente “do país mais grande” de Sudamérica, se ha constituido en el espejo en el deberían mirarse los caudillos bolivarianos que tratan de conquistar la hegemonía en la región.

La diferencia con Lula está en que los caudillos gobiernan a trompicones, mientras que él camina con pausa y sin demasiada prisa hacia su principal objetivo que él mismo formulaba hace pocos días con esta sentencia: “No habrá paz ni prosperidad mientras subsistan los grandes índices de concentración de ingresos y la pobreza absoluta” . Los caudillos prometen terminar con la pobreza, pero parece que no aciertan en la fórmula para lograrlo.

Hasta aquí, el sentido común del presidente brasileño. Todo muy satisfactorio en cuanto a las buenas relaciones entre los dos presidentes. Don Evo guarda una filial veneración por Lula. Sólo que los expertos en hidrocarburos siguen muy preocupados, si no indignados, por la facilidad con la que el Gobierno boliviano parece dispuesto a rebajar el volumen de gas que Brasil se comprometió a comprar.

Uno de los hombres que mejor conoce el negocio de los hidrocarburos, el ingeniero Carlos Miranda escribía el sábado un artículo en el matutino La Razón, cuyo título es suficientemente expresivo: “El Gobierno no tiene idea de lo que costó lograr el GSA” (Gas Suply Agreement) En efecto, costó 20 años de negociación que fue entorpecida por una irresponsable campaña de la propia prensa boliviana. El mismo experto califica de “suicida” la intención del Gobierno boliviano de aceptar la disminución de la venta de gas a Brasil. El daño que este retroceso puede causar a Bolivia se calcula en 2.100 millones de dólares, afirma Miranda.

Esto hace sospechar que la venida de Lula a Bolivia ha tenido el objeto de ofrecer algunos espejitos y baratijas al Gobierno boliviano, tales como el compromiso de comprar a Bolivia su producción de manufacturas textiles (muy conveniente sobre todo desde que Bolivia se borró de las ventajas otorgadas por la Ley de Preferencias Arancelarias y Lucha Contra las Drogas (APTDEA). Don Evo logró tapar este agujero que le enemistaba con el sector textil, tan abundante en mano de obra.

El otro espejuelo, por otro lado muy oportuno, si se considera la incapacidad demostrada por la Administración Boliviana de Carreteras, es el crédito para realizar el sueño de la conexión caminera transoceánica.

La realización de la totalidad del programa que Lula planeó con Evo Morales requerirá más de los cinco años del próximo mandato presidencial que éste último espera alcanzar en las elecciones de diciembre. Y luego, en los comicios del 2015, tendrá que volver a ganar, quiérase o no, para cumplir lo programado con el amigo brasileño. Se comprende entonces el afecto que Don Evo siente por Lula.