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01/09/2009 | México - El Ejército desaforado

Francisco Abundis

La discusión sobre fueros especiales en México es larga y fue probablemente en el siglo XIX cuando se dio con mayor intensidad. En un modelo de país republicano al que aspiraban los liberales de la época, no había lugar para corporaciones con derechos especiales. Este fue el caso de la Iglesia. El debate terminó con el triunfo de la Guerra de Reforma.

 

Recientemente se ha iniciado otra discusión de esta naturaleza: la del fuero militar. A partir del papel que esta institución está jugando en la lucha contra el narcotráfico y la defensa de la seguridad pública, los militares han sido expuestos al juicio público.

Desde que esta “guerra” inició se advirtió sobre los peligros que implica sacar al Ejército a las calles. Tener trato cotidiano con la población civil en los lugares donde se realizan operativos militares es un tema muy delicado.

El problema para los militares es mayúsculo. La tarea que realizan y la batalla que libran los pone en un terreno muy difícil. Un área gris donde distinguir entre el ciudadano y un narcotraficante no es sencillo.

Librar una guerra en territorio nacional expone tanto a la institución como a la población. Al enfrentar a una fuerza no institucionalizada la probabilidad de accidentes o equivocaciones es alta.

Eventos más o menos públicos pero que se vienen registrando desde hace tiempo sobre posibles abusos o accidentes en los que la población civil resulta afectada por acciones militares han tenido efecto en la opinión pública. Ante estos eventos los ciudadanos emiten un juicio. El porcentaje de ciudadanos que considera que el Ejército ha violado los derechos humanos es un poco más de la mitad (54%). Y tal vez como consecuencia de ello un porcentaje similar de ciudadanos considera (55%) que los militares deberían tener juicios civiles y sólo un poco más de un tercio de la población (39%) cree que se debe de continuar con el esquema de derechos especiales.

Otros datos que cuestionan de alguna manera las acciones de los militares, que cada vez es menos la población que cree que esta batalla se pueda ganar (35%), si bien ahora mismo se va perdiendo (60%). O incluso un segmento importante de la población cree que no es mala idea la de negociar y luego tolerar las actividades del narcotráfico con tal de que hubiera tranquilidad en el país (34%).

Sin embargo la confianza en el Ejército no ha disminuido. Los niveles de confianza en la institución siempre son de los más altos entre las instituciones del país (alrededor de 65%), sólo por debajo de la Iglesia o las universidades. Más aún, ante la disyuntiva de que sea la policía o el Ejército quien se encargue de la seguridad pública, el ciudadano prefiera al Ejército. El 66% prefiere al Ejército y sólo 25% a la policía. Este porcentaje estaba empatado en alrededor de 45% para ambas corporaciones todavía en enero de 2007. Este cambio muestra el claro deterioro de la imagen de la policía y la buena reputación que mantiene el Ejército.

En la Serie Nacional de Parametría tal vez sólo en el verano del 2007 ante eventos acontecidos en los estados de Veracruz y Coahuila el Ejército llegó a niveles por debajo de 60% en confianza. Porcentaje que si bien no es bajo, sí es el menor registrado en la serie de casi 10 años.

El órgano que ha denunciado estas faltas o accidentes también goza de altos niveles de confianza. La Comisión Nacional de Derechos Humanos cuenta con la confianza de la ciudadanía, aunque este porcentaje es menor que el del Ejército (52%). El hecho de que este porcentaje sea menor no significa que sus investigaciones o denuncias sobre posibles abusos del cuerpo militar sean cuestionadas. Este porcentaje menor tal vez sólo refleja la falta de contacto e información del ciudadano sobre la institución.

Las implicaciones de que los militares no cuenten con fuero deben de contemplarse de manera cuidadosa. Los investigadores de opinión pública somos los primeros que tenemos el deber de advertir sobre los peligros de que temas tan complejos de política pública se decidan por el juicio ciudadano. Lo cierto es que si hoy día este fuera el criterio para tomar decisiones, el Ejército independientemente de su buena reputación y prestigio estaría desaforado.

 

El Universal (Mexico)

 


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