El partido gobernante era tachado de corrupto, prebendalista, enemigo del pueblo y de otras acusaciones. Una vez conseguido el gobierno, el partido ganador caía en los mismos vicios de su antecesor.

Eso mismo ha sucedido con el acceso al poder del presidente Evo Morales y su partido el Movimiento al Socialismo. Había que terminar con la corrupción, prebendalismo, sometimiento a potencias extranjeras, enajenación de los recursos naturales,etc., pero los males que soporta el país se han acentuado en los tres años y medio de gestión del MAS. Además, hubo un retroceso en el desempeño del Estado.

El resultado es que el país está completamente politizado. Todo se hace en función de la política y, lo que es peor, la economía está supeditada a la política. Las decisiones que toma el Gobierno en lo que atañe a ésta están en función de provocar un impacto político y no de generar un efecto económico positivo. Ha dejado a un lado la gestión económica, a no ser aquella en la cual tiene un interés político.

En el país no hay espacio para discutir otros temas como: la reactivación de las inversiones, la lucha contra la pobreza, la construcción de una red vial que apoye el desarrollo económico o cómo hacer que los municipios se conviertan en agentes de desarrollo.

Este estado de politización ha tenido en el pasado consecuencias funestas. Después de la fundación de la República y hasta la guerra del Pacífico, los gobiernos se ocuparon más de mantenerse en el poder que construir un país que pueda desarrollarse y afrontar los peligros internos y externos que se le presenten. La guerra con Chile nos tomó en una situación sumamente desfavorable, sin ejército y sin los medios para defender los territorios ocupados. Tampoco los gobiernos, con la excepción de Andrés de Santa Cruz, se ocuparon de sentar soberanía en el departamento del Litoral. Hay que recordar, también, que la guerra se desencadenó por una decisión política equivocada del gobierno del presidente Daza.

El país ha carecido crónicamente de instituciones, ahora con la politización de la administración pública, la pérdida de institucionalidad ha llegado a niveles alarmantes. Esto tiene como consecuencia que el país no tiene políticas en ningún campo de la economía, sin las cuales no hay un esfuerzo continuado en un camino determinado de progreso. El Perú durante tres gobiernos de diferente color político ha edificado una red vial de buenas condiciones que apoya su desarrollo económico. Durante el gobierno de Fujimori se mejoró la red fundamental, esfuerzo que fue continuado en el gobierno de Toledo para otras carreteras. En el gobierno de García, se están construyendo las carreteras de los pobres. Esto es posible porque el Perú tiene un sector institucionalizado de transportes y políticas de carreteras que trascienden los cambios de gobierno.

Solamente los países con estabilidad política —con instituciones fuertes, con una clase política con espíritu de servicio y que tienen como norma de conducta el respeto a las leyes y autoridades— han conseguido niveles significativos de desarrollo. Nosotros vamos en sentido contrario.