Cuando estalló la crisis financiera internacional (hace casi un año), los analistas lanzaron sus primeros augurios: un mal 2008 y un pésimo 2009, inflación desbordada, recesión, pérdida de reservas internacionales y otras consecuencias. Entre varias recomendaciones, sugirieron aplicar un ritmo similar al de nuestros vecinos en la devaluación de nuestra moneda.

Los resultados en lo que va del presente año muestran que la inflación cayó a una tasa anual de 1,45% a julio y que hasta fines diciembre estaríamos en torno al 3%.

La actividad económica creció en el primer trimestre un 2,1%. Tomando en cuenta indicadores líderes, a junio del 2009 estaríamos por encima del 3%. Esta tasa es la más alta de la región, cuando países como Chile y Perú registran tasas negativas al primer semestre del 2009.

El sector externo continuó con un desempeño positivo pese a la crisis internacional. La balanza de pagos en cuenta corriente registró un saldo positivo de $us 388 millones, equivalente a un 2,3% del PIB, pese a una caída de las exportaciones en 27,6%, cuando en promedio en América Latina descendieron en 30,6%. El efecto en las remesas fue más reducido de lo previsto, mostrando un descenso de 8,4%, menor que la caída registrada en países centroamericanos más dependientes de las remesas.

El sistema financiero se mantuvo sólido y los depósitos crecieron en más de mil millones de dólares desde septiembre del 2008 a agosto del 2009. Las Reservas Internacionales Netas (RIN), incluyendo las asignaciones de Derechos Especiales de Giro (DEG), bordearán los $us 8.300 millones.

Cuando los efectos “deseados” por algunos analistas no fueron los registrados en la realidad, algunos de ellos escarbaron varios “no argumentos”, entre los cuales apareció la presunta existencia de una “narcoeconomía” como sustentadora de la estabilidad económica y el crecimiento de las RIN.

Este “no argumento” debe ser rechazado por las siguientes razones:

1. En primer lugar, el Banco Central de Bolivia (BCB) compra divisas solamente a través del sistema financiero y recibe las que entregan las empresas públicas exportadoras. También registra los desembolsos de la deuda pública externa.

Durante la vigencia del modelo neoliberal, mediante Decreto Supremo (DS) 21073 del 23 de septiembre de 1985, casi un mes después del DS 21060, se dispuso lo siguiente: “El Banco Central de Bolivia habilitará una ventanilla especial para la compra de divisas en efectivo”. Era obvio suponer que esas divisas no provendrían de la economía legal. Presiones internacionales obligaron a cerrar dicha ventanilla.

2. En segundo lugar, desde el modelo anterior está vigente la Unidad de Investigaciones Financieras (UIF), que tiene como uno de sus objetivos vigilar las transacciones financieras ligadas al lavado de dinero.

3. En tercer lugar, el Gobierno actual emitió el DS 29681, de agosto del 2008, que establece la obligatoriedad de todas las personas naturales o jurídicas a declarar la internación y salida física de divisas.

Es un “no argumento” hablar de la existencia de una “narcoeconomía” con la única sustentación de un recuadro sobre el número de operativos antidroga y sin ninguna base estadística económica. Así, por desvirtuar el buen desempeño de la gestión económica del Gobierno se acaba dañando la imagen de todo el país. Que se sepa, estos “no argumentos” no se utilizaron en México para explicar la caída del PIB del 10%. Tampoco en Colombia y en Perú, que según estadísticas internacionales ocupan los dos primeros puestos en la producción de coca.

Por suerte, salvo algunos medios que amplificaron esas desafortunadas aseveraciones como noticia, esos criterios no son tomados en cuenta seriamente ni por los agentes económicos ni por el público en general, quienes, como recomendaba el profesor Harry Johnson, distinguen entre argumentos económicos, no económicos y no argumentos.

Pero me queda la duda de la razón de tanto encono. Buscando una explicación, puedo formular una hipótesis: el analista “inventor” del “no argumento” de la “narcoeconomía” está mal informado o, definitivamente, es una persona malintencionada.