Y junto con el mea culpa del Presidente, llama profundamente la atención que sea, hasta ahora, cuando se decida plantear diez estrategias urgentes para sacar adelante al país. ¿Por qué se esperó hasta el 2 de septiembre de 2009, y no se hizo desde el 1 de diciembre de 2006, primer día de gobierno, para lanzar este ambicioso plan en el cual nos da los qué, pero no nos dicen, todavía, cómo?

Los mensajes del mensaje son de claros y oscuros. Si Calderón nos dice, literalmente, que las acciones de su gobierno han sido insuficientes hasta hoy, es grave; pero si está dispuesto a llegar a acuerdos para sacar adelante su proyecto presentado ayer en Palacio Nacional, la señal es que deberá hacer cambios de fondo en su relación con los demás poderes. ¿Por qué no pensar en un cogobierno para sacar adelante la nueva propuesta presidencial?

Dice el Presidente que este será el sexenio de la infraestructura —ya no el del empleo, como lo había prometido inicialmente—, pero lo más doloroso es que, durante esta administración, hay seis millones más de pobres.

Calderón convocó a diez reformas urgentes. ¿En quién se apoyará: en un gabinete de amigos e inoperante; en un PAN diezmado en la Cámara baja; en un PRI fatuo que quiere darle la puntilla al panismo en Los Pinos, o en un PRD que ni siquiera sabe quién lo dirige?

Calderón propuso:

1) Presupuestos que enfoquen el gasto social a los más pobres. ¿Porqué hasta ahora, y no se hizo así desde un principio? Es la consecuencia de carecer de un proyecto social propio y eficaz desde el arranque del sexenio.

2) Reforma económica de fondo para ser competitivos y crear más empleos, incluida una “segunda generación de reformas en la industria petrolera”. Propuesta tardía. A nivel mundial cada vez somos menos productivos y tenemos a tres millones sin empleo. Por la borda se echaron tres años valiosos e irrecuperables. Y si Calderón habla de otra reforma energética, ¿se atreverá, ahora sí, a lograr que la industria reciba capital privado, que el sindicato deje de ser una carga económica para Pemex y el saneamiento financiero de la empresa sea un logro de final de sexenio? Recordemos que solamente México y la dictatorial Corea del Norte no reciben recursos privados en el sector petrolero. Urge esta reforma.

3) Educación de calidad. Cada vez estamos peor. Ningún esfuerzo servirá mientras se mantengan las estructuras sindicales corruptas y manipuladoras encabezadas por Elba Esther Gordillo. La complicidad con el SNTE será juzgada con severidad por la historia.

4) Reformar las finanzas públicas para hacer más con menos. De nuevo: ¿por qué hasta ahora, dejando pasar tres años más que valiosos para arrancar un saneamiento a fondo de los dineros oficiales? Nadie va a creer en esta utopía cuando sabemos que en el primer semestre del año la burocracia nacional recibió… ¡70 mil millones de pesos de prestaciones adicionales a los que establece la ley!

5) Reforma política “que incluya a la electoral donde se dejaron algunos pendientes”. ¿De qué habla Calderón? ¿Debemos entender que se enfrentará al Poder Legislativo para cambiar una ley electoral que censura, inhibe y castiga a quienes pretenden opinar o expresarse sobre los políticos mexicanos, partidos o respecto a los poderes que nos gobiernan? ¿Luchará Calderón por permitir las candidaturas ciudadanas? ¿Pugnará por frenar la voracidad financiera de un IFE cada vez más reumático y burocrático? Instituto y partidos ejercerán este año un presupuesto de 12 mil millones de pesos. Cada voto costó, el 5 de julio, 700 pesos. ¿Podrá Calderón contra la partidocracia y los intereses de los consejeros? De otra manera no se entendería.

6) Alcanzar la cobertura universal de salud. Bien hubiera hecho el Presidente citar, aparte de los logros en el rubro y de lo positivo de este programa, que la influenza A H1N1 ha matado ya a 193 mexicanos. Tan sólo en la última semana, dos murieron cada día. ¿Acaso ya se terminó la emergencia? ¿Ya no nos importan los compatriotas enfermos? O tal vez el secretario de Salud, José Ángel Córdova, está esperando que lo inviten a noticiarios incondicionales para rendir su informe sobre el avance del virus. Estamos hablando de vidas humanas.

7) Una reforma laboral que fortalezca los derechos de los trabajadores. Está en punto muerto.

8) Una reforma regulatoria de fondo que permita contar con una regulación con base cero que facilite la vida de los ciudadanos. ¿Y eso con qué se come?, se preguntan millones de mexicanos.

9) Reforma al sector telecomunicaciones. Con sus tropiezos, pero ahí va.

10) Profundizar la lucha contra el crimen organizado. Cuatro mil ejecutados en lo que va del año. Más de diez mil en el sexenio. El Chapo Guzmán sigue libre. Sin comentarios.

Si Calderón piensa que con cambiar a algunos del gabinete encontrará la solución a la grave crisis del país, se quedará corto. Sería, tan sólo, parte del remedio. Deberá encabezar, él mismo, una gran cruzada para alcanzar los acuerdos que salven a México del naufragio, durante la segunda mitad del sexenio.

Calderón necesita volver a sus viejos tiempos de operador legislativo —eficiente, por cierto—, para que, apoyado por Vázquez Mota y Madero en ambas cámaras, pueda sacar adelante lo que ayer asumió como compromisos de gobierno.

De otra manera, su administración quedará disminuida a una simple anécdota histórica.

Sólo México y la dictatorial Corea del Norte no reciben recursos privados en el sector petrolero. Urge esta reforma.