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31/07/2005 | El 'viraje a la izquierda', nuestro nuevo error histórico

Andrés Mejía-Vergnaud

"Las ideas social demócratas parecerían estar haciendo agua allí donde son más valoradas: en la propia UE, que se halla hoy sumida en un profundo proceso de reflexión sobre su orientación social demócrata".

 

En un interesante artículo publicado en las Lecturas de Fin de Semana de EL TIEMPO ("Siempre a Contrapelo", julio 23), Rodrigo Arboleda hace agudas reflexiones sobre el asombroso crecimiento de las economías de China e India. Primero, que este fenómeno pronto se convertirá en una excusa para nuestros males, y segundo, que mientras en nuestro vecindario nos enorgullecemos de estar viviendo un "viraje hacia la izquierda", aquellos países, que por décadas probaron la izquierda y la conocen mejor que nosotros, se han alejado apresuradamente de ella, y su rumbo los distancia cada vez más del socialismo.

 

En cuanto a la primera observación, esta ya ha dejado de ser un asunto de profecía. Cada vez más, escuchamos quejas de sectores empresariales que afirman que China los llevará a la quiebra gracias a que "inunda" los mercados con productos baratos. Si de sensibilidad social se trata, esto debería alegrarnos, ya que significa una oportunidad única para que las poblaciones pobres de nuestros países accedan a los bienes que necesitan sin que tengan que hacer onerosos sacrificios. Así, la mujer que hace reciclaje de cartones por mi calle me mostró con orgullo, la semana pasada, el primer par de zapatos nuevos que ha podido comprar en su vida. Zapatos chinos, por supuesto.

 

La segunda observación nos brinda más motivos de reflexión. Quienes conocen el socialismo, e incluso la social democracia, saben muy bien que estas ideas funcionan de maravilla en el mundo de las promesas, pero que a la hora de entregar resultados concretos muestran una gran incapacidad. La social democracia y el socialismo están llenos de promesas sobre "lo social" y sobre la igualdad. En la realidad, la actividad económica se coarta de tal manera que los resultados sociales son decepcionantes. Y en cuanto a la igualdad, quienes han vivido bajo tales sistemas saben que en ellos la clase burocrática, unida a los grupos que obtienen privilegios en nombre de "lo social", se eleva por encima del resto de la sociedad, lo que recuerda la "Granja Animal" de George Orwell, en la cual "todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros".

 

Todos conocemos la historia de China, pero sobre la de India hay menos ilustración. Luego de ganar su independencia, el país se sumió en un modelo socialista pero democrático, con la esperanza de redimir a su población pobre. La India se basó, para esto, en las ideas de los mentores del laborismo británico, quienes creían que, utilizando métodos racionales, el Estado podía dar orden lo que consideraba el caos propio de los mercados libres. El problema es que la economía es tan compleja, que no cabe en la mente de unos pocos burócratas. En India se llegó a extremos como este: quien quisiera crear una nueva empresa, tenía que pasar por una agobiante serie de trámites hasta que, al final, una junta de políticos locales decidía si la empresa solicitante del permiso convenía o no a la comunidad. Bellas intenciones, macabros resultados: no se creaban empresas, y como no se creaban empresas no se creaba empleo. Finalmente, el socialismo no pudo sacar a la India de la pobreza. Los líderes de ese país, en especial quien hoy ejerce el cargo de Primer Ministro (Manmohan Singh), dieron al país una orientación diferente y se lanzaron a conquistar las oportunidades del mercado global. India no ha abandonado la pobreza todavía, pero lo está haciendo: ha creado una pujante clase media educada, y ha abierto los canales de la movilidad social.

 

Y, quién lo creyera, las ideas social demócratas parecerían estar haciendo agua allí donde son más valoradas: en la propia Europa occidental. Europa se halla hoy sumida en un profundo proceso de reflexión sobre su orientación social demócrata pues la Unión, erigida sobre principios de dicho corte, ha resultado ser decepcionante en muchos aspectos. El rechazo a la constitución ha sido una dolorosa evidencia de esto. Basta constatar como Alemania y Francia, las más grandes economías de la Europa continental, parecen estar atrapadas en un pantano de bajo crecimiento, que ya empieza a dejarse ver en niveles altos de desempleo. Nicolás Sarkozy, el más interesante y novedoso de los políticos franceses, y quien ejerce el Ministerio del Interior, descargó su artillería contra el modelo francés de forma breve y elocuente cuando dijo: "el mejor modelo económico es el que genera empleo, por lo tanto, no es el nuestro".

 

Hace ya dos décadas, los chinos se convencieron de que no importa como se llame al gato, siempre y cuando cace ratones. Los hindúes se sacudieron del socialismo y le abrieron las puertas al progreso. En Europa se empieza a cuestionar la social democracia. Y mientras tanto, en nuestra esquina, celebramos el estar entrando en un viraje hacia la izquierda. Y el Partido Liberal, la más grande agrupación política colombiana, se proclama oficialmente social demócrata. Puede ser este el más grande caso de miopía histórica. En fin, se ha dicho antes que tenemos la suerte que nos merecemos.

 
El autor es Director Ejecutivo del Instituto Libertad y Progreso

Diario Exterior (España)

 



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