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04/11/2009 | México - El abismo energético

Macario Schettino

México es, a inicios del siglo XXI, una nación que fracasa. Ha pasado de ser la gran promesa de mediados de los años sesenta, al ejemplo del mal manejo financiero 20 años después, y a simbolizar hoy, otras dos décadas de por medio, la forma en que un Estado fuerte puede convertirse en fallido. El origen de este proceso no es otro que el pésimo arreglo institucional que llamamos régimen de la Revolución mexicana, que consistía en sostener a un grupo en el poder a través de un esquema corporativo que exigía una constante redistribución de rentas. Se trató de un régimen rentista y no creador de riqueza, que en sus primeros 30 años de vida pudo convertirse en gran promesa porque había recursos ociosos disponibles. Cuando éstos se fueron agotando, la perversidad del arreglo institucional empezó a destruir a la nación. 40 años después hemos llegado al límite.

 

Si bien este arreglo institucional perverso está en el origen de todos los obstáculos que hoy enfrenta México, en ninguno es tan evidente su presencia como en el sector energético. La nacionalización de la industria petrolera fue el gran símbolo de la consolidación del régimen revolucionario, y sigue siendo hoy el elemento central de la mitología que obstaculiza la modernización del país.

Precisamente, debido al carácter mítico de la nacionalización “del petróleo” se cree que México tiene abundancia de este energético. No es así. México ha aparecido dos veces en el mapa mundial de producción de petróleo: entre 1911 y 1921, cuando los yacimientos del norte de Veracruz llegaron a aportar el 3% de la oferta mundial de crudo, y a partir de 1979, con la entrada en producción del inmenso manto Cantarell. La producción de petróleo de 1921, de hecho, sólo pudo recuperarse en 1974, cuando el alza de precios debida al embargo árabe permitió la explotación del petróleo en aguas someras.

Cantarell ha sido uno de los mantos petroleros más grandes y productivos del mundo, y por esa razón fue interpretado desde el principio como la fuente de “abundancia” que deberíamos saber administrar. No supimos, y el manto entró en declinación a inicios de 2004, cuando llegó a producir 2.2 millones de barriles diarios. En 2009 produce apenas 600 mil, y seguirá reduciendo su producción en el futuro cercano. Desde 2008 Cantarell ya no es el manto que más petróleo aporta, puesto que fue sustituido por Ku-Maloob-Zaap, un manto vecino grande, pero no gigante, que alcanzará su máxima producción entre 2009 y 2010, para después declinar de forma parecida a Cantarell.

Ya no hay más regiones productoras de petróleo disponibles. Chicontepec, una región descubierta en 1926 pero nunca explotada por la dificultad técnica que implica, es la única opción que tiene Pemex en el futuro cercano. En esa zona los pozos pueden producir alrededor de 50 barriles diarios, de forma que serían necesarios 40 mil pozos para alcanzar la producción que en su mejor momento tuvo Cantarell. Como referencia, Pemex tiene operando siete mil pozos en todo el país.

En suma, México deja de ser un país autosuficiente en producción de petróleo a gran velocidad. Si consideramos la importación de petrolíferos, México se convertirá en un importador neto de crudo en poco más de un año. Para cuando la nueva refinería de Hidalgo esté en funcionamiento, 2015 en el mejor de los casos, no habrá crudo suficiente para alimentarla.

Más allá del problema fiscal y de divisas que esto plantea para el muy corto plazo, en una visión ligeramente mayor México enfrentará un problema energético. Para 2015 la producción de petróleo será de aproximadamente 1.7 millones de barriles diarios, mientras que el consumo, sólo de gasolinas, será superior a un millón de barriles. México será importador no sólo de petrolíferos, sino de petróleo crudo. Y no hablamos de una fecha muy lejana.

En el caso del gas también la máxima producción del principal yacimiento ocurrirá en 2010. A partir de entonces, Burgos (principal productor de gas no asociado) iniciará su declinación, que se sumará a la ya existente en Cantarell, que es el principal productor de gas asociado. La Secretaría de Energía, en su Prospectiva 2008-2017, estima que mantendríamos la producción en siete mil millones de pies cúbicos diarios gracias a nuevos descubrimientos, incluyendo las aguas profundas. Pero se trata de un documento previo a la reforma energética de 2008, que no abrió esas posibilidades.

En lo relativo al sector eléctrico, desde 2001 se ha presentado una reducción importante en el consumo, muy probablemente debida a la medidas de racionalización, incluyendo el horario de verano, que han permitido que la capacidad instalada tenga todavía márgenes de maniobra. De 2003 a la fecha el consumo de energía ronda los 13 millones de megawatts-hora mensuales, casi sin variación, a pesar del crecimiento, así sea pequeño, de la economía.

En este sector el obstáculo más importante para el desarrollo lo representaba Luz y Fuerza del Centro, la empresa encargada de la comercialización de electricidad en la zona centro del país, que prácticamente estaba en quiebra desde el mismo momento de su nacionalización, pero logró mantenerse funcionado por muchos años más. Finalmente, el 11 de octubre de 2009 se declaró su extinción, lo que implica que todo el mercado nacional queda en manos de la Comisión Federal de Electricidad, aunque ya el 22.5% de la capacidad de producción nacional la aporten los productores independientes, es decir, privados.

En donde México se ha quedado profundamente rezagado es en las fuentes alternas de energía. En el transcurso de 2009, el 60.8% de la generación de electricidad provino de termoeléctricas y el 11.2% de carboeléctricas, ambas productoras de emisiones de gases de invernadero. La geotermoeléctrica aportó 4.3% y la nucleoeléctrica 5.2%. Provino de hidroeléctricas el 18.3% y de energía eólica apenas el 0.2%.

A inicios del siglo XXI el sector energético en México sigue siendo monopólico, controlado por el Estado, o más claramente, por los sindicatos que se han hecho prácticamente dueños de esas empresas. El resultado es el mismo que puede verse en otras áreas de la economía nacional: estancamiento, agotamiento, corrupción, que da como resultado empresas quebradas con muy malos servicios. Aunque la extinción de Luz y Fuerza del Centro de algo podrá ayudar, es claro que el sector energético es uno de los grandes obstáculos que enfrentará México en su camino a convertirse en la quinta economía mundial.

**Macario Schettino. Analista económico. Autor de Cien años de confusión. Es columnista del periódico El Universal.

Nexos en línea (Mexico)

 


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