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05/08/2005 | Europa: La vieja y anticuada disciplina fiscal

Pavel Kohout

"¿Bonos del gobierno? Lo siento, tenemos miedo de la inflación. El gobierno podría expropiar plenamente nuestros ahorros, ¿no recuerda las acciones de los años 70 (en Estados Unidos) o de comienzo de los años 90 (en la República Checa)? ¿Acciones? Lo siento, pero también tenemos miedo del riesgo de la bolsa. ¿Puede introducir el gobierno cuentas de ahorro de pensiones obligatorias y forzar a la gente a invertir en entidades de riesgo? Por supuesto que no".

 

Los déficit presupuestarios gubernamentales son un problema mundial. Ondrej Schneider, el conferenciante de economía de la Charles University de Praga, propuso recientemente una solución. Schneider esbozó la idea de un organismo regulador imparcial e independiente, que revisara la política fiscal del mismo modo en que los bancos centrales supervisan la política monetaria. Se ha demostrado de modo convincente que los bancos centrales verdaderamente independientes puedan cortar de raíz la inflación con éxito y reducir el riesgo de crisis monetarias. ¿Por qué no utilizar una prescripción similar para curar las enfermedades fiscales crónicas de las economías modernas?

La mera noción de independencia política de la política fiscal puede sonar a muchos oximorónica. Después de todo, ¿qué hay más político que el presupuesto del estado y los gastos públicos? Sin embargo, la idea de Schneider no resuena solamente en el contexto teórico, también ha sido probada por el tiempo. Un acuerdo basado en una autoridad fiscal independiente de política regulatoria funcionó una vez en la República de Génova -- con éxito durante siglos.

Entre 1407 hasta 1805, existió una institución financiera llamada Officium procuratorum Sanctii Georgii super diminutione debitorum (Autoridad Supervisatoria para la Reducción de la Deuda San Jorge, traducido literalmente). San Giorgio, en pocas palabras. Era una institución financiera especializada, dirigida a la protección de los intereses de los gobiernos que poseían bonos y a la reducción del riesgo de que la República no cumpliera sus obligaciones.

San Giorgio no se construyó sobre una teoría económica profusa. Sus orígenes eran puramente prácticos. Hasta 1528, cuando el enérgico líder Andrea Doria llegó al poder, la República de Génova había sufrido a consecuencia del gobierno notablemente débil, producto de los constantes conflictos entre la nobleza feudal y la clase comerciante. La calidad del crédito del gobierno era reducida. Los prestamistas constituyeron asociaciones para proteger sus intereses. Estas organizaciones fueron reconocidas posteriormente por el gobierno como socios formales. Hacia el comienzo del siglo XV, la deuda pública era tan abrumadora que la República creó San Giorgio, constituida sobre la base de estas asociaciones. San Giorgio era una herramienta para reducir el margen de deuda de la economía pública, explica la profesora Michele Fratianni, que escribió un destacado y extremadamente denso texto acerca de la historia financiera genovesa.

La posición legal de San Giorgio era la de una compañía conjunta de acciones con licencia bancaria, cuyos accionistas eran prestamistas del gobierno. Adquirió deuda pública del dinero de sus clientes y recaudaba el porcentaje de impuestos. San Giorgio fue mucho más que un grupo de presión de los intereses de los prestamistas, no obstante. Su principal fuerza residía en su diestro conocimiento del campo de las finanzas públicas y la gestión de riesgos. La institución gestionó la política fiscal hasta tal punto que dictaba al gobierno el grado máximo de deuda que se podía asumir - de un modo parecido al que los departamentos de gestión de riesgo modernos dictan a los bancos comerciales el nivel máximo de riesgo crediticio permitido. A pesar de eso, el gobierno desplazó parcialmente la recaudación de impuestos a la San Giorgio - cosechado de impuestos, como se denominó a esta práctica. El resultado favorable más importante de la política fiscal de gestión privada fue la reducción del riesgo de la deuda del gobierno. La República de Génova pudo así pedir prestado dinero a interés más reducido del que era común en otras ciudades-estado italianas.

San Giorgio fue objeto de admiración de muchos historiadores y científicos políticos. El legendario Niccolò Machiavelli mencionaba a la San Giorgio como "un estado dentro de un estado", a lo que aludía directamente como un cumplido. Machiavelli destacaba la importancia de la capacidad de gestión altamente profesional, que era un factor de estabilización en la República políticamente inestable. "Pocas veces en la historia los prestamistas entraron en escena con tanto derecho y tan eficazmente como en la toma de un gobierno por parte de una institución paralela, la Casa San Giorgio, existiendo destacadamente al margen de la política normal, para proteger sus propios intereses", dice el historiador Steven Epstein. San Giorgio presentaba un sistema de gobierno elaborado que protegía a todas las partes, al tiempo que eliminaba eficazmente los posibles conflictos de intereses. 

Los genoveses financieramente ricos también inventaron un tipo de inversiones: una especie de cruce entre bonos del tesoro y acciones con preferencia.

"El Banco de San Giorgio emitió, en representación de la República de Génova, órdenes de bonos del tesoro perpetuos, llamados luoghi, a un valor nominal de 100 liras cada uno. Sus beneficios estaban garantizados por los impuestos específicos tributados al banco. Los luoghi no pagaban el tipo mixto de interés […] sino que rendían dividendos que dependían de la cantidad de los impuestos recaudados tras el pago de los gastos del banco", escriben Sidney Homer y Richard Sylla en su libro, La historia de los tipos de interés.

Los luoghi pueden verse bien como bonos del gobierno de dividendo tributario, o bien como acciones con preferencia del gobierno, sin poder de voto. Tal tipo de inversiones no existe en el mundo financiero moderno, lo que ciertamente es una pena.

Los bonos de dividendos del gobierno serían bienvenidos en muchas carteras de inversión de fondos de pensiones alérgicos al riesgo, y por compañías de seguros de todo el mundo, dado que son ajustados inherentemente a la inflación (al contrario que los bonos y acciones convencionales), conllevan riesgo de propiedad (como bonos del gobierno), pero ofrecen espacio sin límite teóricamente para el crecimiento (como acciones). Su carácter de riesgo en correlación con el beneficio convertiría a los bonos de dividendos del gobierno en un tipo deseable de inversiones. Ofrecerían a los inversores más posibilidades de diversificación de cartera de inversiones, al tiempo que reducirían el riesgo del gobierno y proporcionarían a los ministerios de hacienda más flexibilidad. Como era de esperar, los luoghi fueron muy demandados entre las organizaciones fiscales de la época de la República de Génova.

En el contexto de la reforma de las pensiones (o el debate acerca de la reforma de las pensiones) en muchos países, estas características son especialmente atractivas. Hay mucha gente que admite que deberían implementarse algunos tipos de reforma que impliquen fondos de pensiones -- en Estados Unidos, así como en la República Checa y quizá en otros países también. No obstante, siempre emerge una queja en lo que se refiere a la cuestión de cómo deberían invertirse las carteras de inversión de fondos de pensiones.

¿Bonos del gobierno? Lo siento, tenemos miedo de la inflación. El gobierno podría expropiar plenamente nuestros ahorros, ¿no recuerda las acciones de los años 70 (en Estados Unidos) o de comienzo de los años 90 (en la República Checa)? ¿Acciones? Lo siento, pero también tenemos miedo del riesgo de la bolsa. ¿Puede introducir el gobierno cuentas de ahorro de pensiones obligatorias y forzar a la gente a invertir en entidades de riesgo? Por supuesto que no, y así podrían tener que introducirse garantías gubernamentales a todo riesgo, provocando un enorme contingente de gastos a la economía pública, argumentan a menudo los críticos de la reforma de las pensiones. Ninguno de tales críticos sería sensato si hubiera disponibles acciones del dividendo del gobierno.

Actualmente ningún gobierno está planeando emitir bonos del dividendo del gobierno. Sin embargo, en el futuro, ¿quién sabe? Tal vez el instrumento que lleva siglos olvidado renazca en un empaque moderno.

Diario Exterior (España)

 



 
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