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05/08/2005 | El espíritu del 'Blitz' de Gran Bretaña: Manteniéndose Firme ante el terror

Jamie Dettmer

Una tregua política se ha desatado en Londres con respecto a la sabiduría del Primer Ministro Tony Blair por haberse unido al esfuerzo del Presidente Bush para sacar del poder a Saddam Hussein. En vista de los recientes ataques en la capital inglesa, muchos políticos aquí, aún aquellos que públicamente se oponen a la presencia inglesa en Irak, han estado poco dispuestos a relacionar claramente el conflicto de Irak y los ataques en Londres. Ellos tienen miedo de ser acusados de justificar las acciones de los terroristas.

 

Tan sólo unos pocos políticos de menor importancia y partidos de la izquierda extrema de poca relevancia han resaltado un reporte de la respetada institución de investigaciones, Chatham House. Escrito antes de los ataques, el reporte concluyó que la guerra en Irak había aumentado la amenaza terrorista hacia Gran Bretaña y que la invasión había sido mal concebida en términos de ganar la guerra de mayor envergadura en contra del terrorismo. Entre aquellos pocos que han resaltado una conexión causal está el alcalde de Londres, el pintoresco Ken Livingstone. Pero las habladurías del Sr. Livingstone sobre décadas de intervención occidental en el Medio Oriente fueron totalmente envilecidas siendo tachadas de ser inadecuadas y hasta provocaron refunfuñas de sus colegas rebeldes dentro del partido en el poder, el Partido de Labor del Sr. Blair.

La precaución de los críticos de Blair, tanto dentro de su propio partido como dentro de los principales partidos de oposición, va de acuerdo con la opinión pública. Los ingleses no dudan que hay una conexión, juzgando por una encuesta tomada por el periódico The Guardian, la cual demostró que dos tercios del público inglés cree que el conflicto de Irak y los ataques terroristas están conectados. Pero la reacción pública a los ataques ha sido una mezcla de horror, solidaridad y una determinación de no ser intimidados por los terroristas.

Hay precedentes a esta reacción de solidaridad y determinación de resistencia. En los 1970s y 1980s cuando Londres estaba siendo atacado por la Armada Republicana Irlandesa, la actitud era similar, a pesar del creciente escepticismo público con respecto a la política inglesa con respecto a Irlanda del Norte. Usted podría llamarlo el espíritu del ‘Blitz’. Los ingleses pueden ser un grupo terco, y en el caso de los ataques terroristas en Londres ellos están distinguiendo entre la causalidad y la responsabilidad moral. Lo que está sucediendo en Irak de ninguna manera justificó las acciones de los jóvenes ingleses musulmanes que llevaron a cabo los ataques en Londres.

Gran parte de la clase política y el público inglés permanecen opuestos a la decisión de intervenir en la guerra de Irak, o mantienen reservaciones profundas sobre el conflicto y las posibilidades de éxito. Sin embargo, algunos pocos están listos para usar el horror en el centro de Londres como una batuta con la cual darle al Sr. Blair o para debatir una vez más la cuestión de la intervención en Irak.

Eso puede cambiar, pero mientras la amenaza inmediata dure, y mientras el Sr. Blair continúe ganando aplausos por la manera en que él y su gobierno han respondido a los ataques terroristas, las señales de que el público apoya al gobierno permanecerán altas.

De hecho, algunos en el gabinete del Sr. Blair creen que un punto decisivo puede haberse dado y que la oposición política y pública hacia la guerra en Irak se disminuirá como consecuencia de los ataques terroristas.

Ya hay señales de que esto puede estar sucediendo. Dos periódicos ingleses de mucha importancia que estaban opuestos a la guerra, el izquierdista The Guardian y el derechista Daily Mail, ahora están diciendo que mientras que la guerra fue una aventura mal concebida, no puede haber un retiro inmediato de Irak porque esto conduciría a un derrame de sangre mayor ahí y podría ser visto como la entrega de victoria a los terroristas. De acuerdo al Daily Mail, “si los aliados corren a casa dejando el trabajo sin acabar, como algunos en la izquierda lo desean, eso lanzaría a la región hacia una clase de anarquía todavía peor. Cualquiera que sean los errores hechos, este sería el más peligroso de todos”.

Si uno de los propósitos de los terroristas que atacaron a Londres era expandir los esfuerzos de al Qaeda para socavar la coalición en Irak y forzar la salida de los ingleses, ellos ahora pueden estar arrepintiéndose de sus acciones. Un argumento de Blair que ahora parece compartido entre los ingleses es que en al Qaeda, el Occidente y—uno debe añadir—el Medio Oriente están enfrentándose a una ideología perversa que era una amenaza desde aún antes de que Saddam fuese removido del poder. Estaba envenenando las mentes impresionables dentro de una pequeña minoría insatisfecha de musulmanes en Gran Bretaña y en Europa desde mucho antes de que las tropas estadounidenses y británicas hayan entrado en Irak.

Si el desea disminuir la oposición pública a la intervención en Irak, el Primer Ministro inglés necesitará asegurar a los ingleses dentro de las próximas semanas de que el compromiso en Irak no es de duración indeterminada. El necesita convencerlos de que el y el Sr. Bush saben hacia donde van cuando se trata de Irak y de que es una misión ahora clara, con propósitos limitados que son posibles de obtener.

También necesita continuar trabajando de manera consensual con los partidos de la oposición cuando se trata de esfuerzos en contra del terrorismo y consideraciones de nuevas leyes. Hasta ahora el Sr. Blair ha sido cuidadoso de coordinar con los líderes de la oposición y de extenderles la mano a los líderes musulmanes moderados. Y el ha evitado utilizar los ataques para urgir ante el parlamento una legislación que seriamente restringiría las libertades civiles. Si el puede mantener su actual manejo mesurado de la crisis, entonces el debería poder mantenerse firme ante el clamor público de hace un par de semanas con respecto al trágico disparo de un brasileño inocente por un policía secreto.

Este artículo fue publicado originalmente en el Washington Times.

Jamie Dettmer es director de relaciones de prensa para Cato Institute.

Traducido por Gabriela Calderón para Cato Institute.

El Cato (Estados Unidos)

 



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