Lo peor de la crisis está por llegar en Alemania, dijo ayer la Canciller Angela Merkel, en su primer discurso ante el nuevo Bundestag. La Canciller insistió en su apuesta por el crecimiento, sin mencionar los detalles de su prometida bajada de impuestos, y reconoció que tal apuesta "no tiene garantía de éxito".

Con la fiesta por el recuerdo de la caída del Muro aún fresca, Merkel dijo que "Alemania se encuentra ante una prueba como la que tuvo con la unificación" de 1990. "El peso de la crisis nos afectará el año que viene". Con un déficit presupuestario del 5% y un 8,3% de paro, "la situación aún empeorará más, antes de mejorar", dijo.

Para salir de la crisis, su receta consiste en una voluntarista apuesta por el crecimiento. "Sin crecimiento no hay inversiones, no hay puestos de trabajo, no hay dinero para educación, ni ayuda para los débiles", señaló.

Con este objetivo anunció "una ley para la aceleración del crecimiento", medida que un diario de Berlín parodiaba ayer como una especie de "salida de la crisis por decreto", con un titular que recreaba los de la antigua prensa comunista de la RDA.

Entre las medidas destacan las ayudas a las familias a partir de enero, aunque las más pobres se quedan fuera. Asimismo, está prevista una rebaja de impuestos sobre las rentas en 2011, que continúa sin ser especificada y que, en todo caso, quedará supeditada a la marcha de la economía. "Esa vía - dijo-no es ninguna garantía de que vayamos a lograrlo". Lanzar mensajes de confianza, esa es la clave del discurso de Merkel.

La canciller mencionó cinco puntos para su nueva acción de gobierno: "superar las consecuencias de la crisis, mejorar las relaciones entre el Estado y los ciudadanos, afrontar los cambios de una sociedad que envejece, organizar un manejo adecuado de los recursos naturales mundiales para construir un marco global, y reforzar la relación entre seguridad y libertad, en la política interior y exterior, de acuerdo con las nuevas amenazas".

En la réplica de la oposición, el líder socialdemócrata, Steinmeier, preguntó, una vez más, cómo se va a financiar la bajada de impuestos y advirtió que la eliminación de los impuestos empresariales "arruinará a los ayuntamientos".

En el discurso más mordaz de la jornada, el líder de La Izquierda (Die Linke), Oskar Lafontaine, dijo que no hay que "superar las consecuencias" de la crisis, sino "comprender sus causas y regular de una vez el mercado financiero internacional".

Merkel mencionó más "transparencia y control" a los bancos para que no se repita la crisis, y sugirió el innombrable, pero seguro, recorte social al referirse a la "envejecida sociedad" alemana. La energía nuclear es una, "tecnología puente imprescindible para el periodo de transición", con ampliación de la vida de las centrales en servicio. Merkel aplaudió la vaga declaración del presidente Barack Obama sobre un mundo sin armas nucleares, pero no mencionó el compromiso de erradicar las que hay en Alemania. Para Afganistán, continuidad bélica y "estrategia de transferencia de responsabilidades". La respuesta a "¿quién garantizará el acceso al carburante y las fuentes de energía?" sigue a cargo de los militares.