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08/12/2009 | Washington en el país de las maravillas

Guillermo Descalzi

Vivimos en el país de las maravillas. No puede haber ninguna otra explicación. Debemos todos de habernos caído por un hueco de conejo cavado en la tierra. En el papel del conejo en el libro de Alicia en el país de las maravillas, diciendo ``I'm late, I'm late'', ¡estoy tarde, estoy tarde!, están los demócratas, empezando por Obama. Traen una clara agenda de urgencias y nos hacen esperar largo, larguísimo, con la esperanza quizás de que quienes no piensan como ellos eventualmente se suban a su barca.

 

En el papel de reina, con su solución de ``off with their heads'', que les corten la cabeza, están los republicanos. Quieren ¡ya! cortarle la cabeza a la reforma médica con la cuchilla del veto partidario, el filibustero. Hay excepciones. Toda excepción en Washington es considerada excéntrica. Para el resto lo absurdo es lógico. Los republicanos apoyan los esfuerzos del presidente en Afganistán, y quieren más. Se oponen a que aumente el déficit. Se oponen a que aumenten los impuestos. Quieren las tres cosas. Yo también quiero las tres, pero no se puede. Son contradictorias. No encajan. Quieren la guerra de Afganistán sin impuestos y sin aumentar el déficit. ¿Cómo? Que alguien lo explique porque los republicanos no lo van a hacer. Son buenísimos para decir no, pero no para decir cómo. ¿Cómo? Para eso estamos en el país de las maravillas. ¡Que les corten la cabeza! Los demócratas quieren reforma de salud, reforma migratoria y reforma regulatoria, sin antagonizar ni a su derecha ni a los republicanos, y la hacen larga esperando que suban a su barca. Es absurdo. Cualquier cosa que hagan va a antagonizar a su derecha, y la derecha republicana jamás se subirá a su barca. ``I'm late I'm late for a very important date!'': Obama. ``Off with their heads!'': los republicanos.

Y así, ya por acabar el primer año de la presidencia de Obama, me convenzo de que estamos ante una escenificación del cuento de Lewis Carroll. Imaginen a Obama, Pelosi y Reid como conejos apurados, y a Mitch McConnell y John Boehner como reinas cortacabezas. Caben perfectamente en esta escenificación. Y luego está la jauría de comentaristas que aúlla cada vez que la luna sale a alumbrar la oscuridad en las noches de Washington. Es un mundo irreal, con aullidos y conejos apurados, de reinas de corazones y horas de té. A la hora del té del cuento de Alicia, llegaron en Washington los esposos Salahi. ¿Estarán? ¡Estoy tarde, estoy tarde! ¡Que les corten la cabeza! ¿Una taza de té, mi amor? Otro personaje, el Dr. Nidal Hassan, él y la pareja Salahi se colaron con sonrisas de gato Cheshire por entre las rendijas del poder en Washington en el país de las maravillas, porque no los veían, porque eran evanescentes.

Así las cosas, nunca se darán las reformas, ni se llegará nunca a sanear ni a terminar nada. ¿Se saneará la economía? La banca no ha aliviado ni un 1% de las hipotecas en el país. ¿Dónde está el dinero que se les dio? En Afganistán, vamos pero nos vamos. ¿Vamos pero nos vamos? The mad hatter, el loco confeccionador de sombreros, está presente aquí. Quiere sombrero de paz/guerra. La paz/guerra existe en el mundo alucinante del poder en Washington en el país de las maravillas, donde nuestro Nobel de la Paz, Obama, quiere su victoria en Afganistán sin explicar de dónde van a salir los 30 mil millones que costará el mandar 30 mil soldados más a pelear por allí. Hagan el cálculo y verán cuánto costará cada uno. ¿Y nosotros? ¿Por qué mejor no nos dan un poquito a nosotros?

i analizamos las cosas fríamente, lo que sucede es un sueño que entretiene nuestros pensamientos. ¿Habrá un despertar de este sueño? Quizás, cuando todo esté dicho y hecho, quizás nos demos cuenta de que el propósito del cuento no era otro que ponernos a dormir mientras algunos hacían algo que quién sabe qué fuera, mientras nos cautivaban con humitos, sonidos, luces y espejos. ¿Para qué? Si alguien pensara que hay algo macabro detrás de esto... Lo peor es que no, no hay nada macabro. No es más que bussiness as usual en Washington, y al final del cuento si los conejos no sacan su reforma de salud del sombrero del sombrerero loco, entonces nada más les irá a salir, y la reina se reirá cuando empiecen a rodar cabezas. Caerán donde caigan, cuando caigan, cuando el obrero sin trabajo, cuando la población con dificultades para encontrar atención médica, cuando Wall Street llenándose los bolsillos, cuando Washington prestándose dinero chino, cuando todo esto y todos ellos nos hagan despertar a la realidad. Si no, nos quedamos así, bellos durmientes en el mundo de Washington en el país de las maravillas.

Miami Herald (Estados Unidos)

 



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