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17/08/2005 | La política europea hacia Irán: 'palos y zanahorias'

Amir Taheri

"La línea oficial desde Teherán ha sido que el programa tiene únicamente propósitos pacíficos. Pero aún así, dos sucesos de la semana pasada muestran que este discurso iraní es producto de la vieja tradición del disimulo conocida como "kitmán". Hablando en claro, significa ocultar lo que uno cree y lo que hace ante entornos hostiles y en tiempos hostiles".

 

¿SI parece un pato, suena como un pato y vuela con un pato, ¿qué otra cosa podría ser, sino un pato? Esa es la cuestión que algunos de los interesados en el programa nuclear de Irán llevan planteando desde hace algún tiempo.

La línea oficial desde Teherán ha sido que el programa tiene únicamente propósitos pacíficos. Pero aún así, dos sucesos de la semana pasada muestran que este discurso iraní es producto de la vieja tradición del disimulo conocida como "kitmán". Hablando en claro, significa ocultar lo que uno cree y lo que hace ante entornos hostiles y en tiempos hostiles.

El primer suceso fue la larga carta de dimisión de Hassán Rouhani al Presidente saliente, Mohammed Jatami. Como secretario del Alto Consejo de Defensa Nacional, Rouhani había dirigido el equipo de negociaciones con la Unión Europea de la República Islámica acerca del programa nuclear de Irán. Esas negociaciones llevaron a una serie de acuerdos bajo los cuales Teherán acordaba suspender su programa de enriquecimiento de uranio a cambio de apoyo económico y diplomático de la UE. (Irán rechazó la oferta de la UE más reciente a lo largo del fin de semana).

Parte de la carta de dimisión de Rouhani, de 6000 palabras, se ha filtrado en Teherán. Deja claro dos puntos.

Primero, la decisión de adquirir la "capacidad nuclear de ciclo" fue tomada hace 16 años, pero el proceso fue acelerado en el 2003, dado que la directiva de Teherán temía que América, habiendo derrocado al régimen de Saddam Hussein, pasaría inmediatamente a provocar el cambio de régimen también en Irán. ("Capacidad de ciclo" significa tener el conocimiento científico, la maquinaria y el material necesarios para producir armas nucleares sin tener por qué fabricarlas realmente).

La carta de Rouhani hace alusión a que la República Islámica ya se ha asegurado buena parte de la "capacidad de ciclo" que quiere — es decir, que Teherán podría comenzar a construir cabezas nucleares en cuestión de meses. También muestra que la decisión de meter a los europeos en las negociaciones se tomó como táctica para evitar que Estados Unidos construyera una coalición contra la República Islámica.

El segundo punto de la carta es que la directiva estaba dividida en dos grupos: los acomodacionistas y los confrontacionistas.

Los acomodacionistas querían practicar el "kitmán", dividir a los europeos y a los americanos y prolongar el proceso de negociaciones hasta el final de la presidencia Bush. Argumentaban que una vez que Dubya estuviera fuera de la Casa Blanca, su sucesor volvería a la política norteamericana tradicional de agitar una gran vara sin utilizarla. Todo lo que necesitaba hacer Irán, mientras tanto, era mantener felices a los europeos con las negociaciones, y a los rusos y a los chinos relamiéndose ante la perspectiva de jugosos contratos con Irán.

Los confrontacionistas, por otra parte, se oponían a implicar a Europa en las negociaciones de lo que veían como asuntos nacionales de Irán.

Un discurso de un portavoz clave de los confrontacionistas en Teherán, Mohammed-Javad Larijani (alias Ardeshir), es el segundo suceso revelador: castigaba a la administración Jatami por negociar con los europeos (Gran Bretaña, Francia y Alemania).

"En la gestión de nuestro tema nuclear, hemos cometido errores estratégicos", clamaba Larijani. "Permitimos que el emplazamiento del argumento cambiase de la Agencia Internacional de la Energía Atómica a la Unión Europea. Teníamos un encontronazo con Naciones Unidas, no con tres de las potencias más salvajes sobre la tierra. Permitimos que la UE metiera las narices donde nadie le llamaba".

Larijani, que está seleccionado para ocupar un puesto relevante con el nuevo Presidente Mahmoud Ahmadinejad (que inició la legislatura el sábado), también insistió en que Irán debería prepararse para abandonar el Tratado de No Proliferación Nuclear de golpe para salvaguardar su derecho a desarrollar armamento nuclear siempre y cuando lo desee.

"Tenemos enemigos sedientos de sangre como Estados Unidos e Israel, que nos podrían atacar con todo lo que tienen", dejó Larijani. "¿Por qué debemos negarnos cualquier categoría de armamento sólo para complacer a las salvajes potencias europeas?".

La política europea hacia Irán ha sido descrita con frecuencia como "palos y zanahorias". Esa política se basaba en la premisa de que el nuevo presidente demostraría ser tan aficionado a las "zanahorias" como Jatami. Pero las elecciones del pasado junio dieron la victoria a un hombre que no está interesado en ningún tipo de "zanahorias" europeas, y que carece manifiestamente de temor a cualquiera de sus "palos" metafóricos.

Larijani está en lo cierto. A los europeos nadie les dio vela para intervenir en lo que era principalmente un tema entre Teherán y Naciones Unidas. El curso lógico ahora es descartar la diversión de Europa y permitir que la AIEA se ocupe de la República Islámica como firmante del NPT.

La bronca por las presuntas ambiciones nucleares de Irán no está causada por la presente tensión en las relaciones entre Irán y las principales potencias occidentales. La causa real es que Irán pretende dar forma a Oriente Medio a su propia imagen, y eso choca frontalmente con la visión para la región de la administración Bush.

"Oriente Medio puede tener un futuro norteamericano, o un futuro islámico liderado por Irán", decía Ahmadinejad durante la campaña presidencial.

Se espera que Ahmadinejad desvele la visión de la República Islámica para un nuevo Oriente Medio en su discurso de septiembre a la Asamblea General de la ONU. Decidir si pueden permitirse dejar que la República Islámica fije la agenda de la región dependerá de América y sus aliados.

El gran mérito de Ahmadinejad, hasta la fecha, es que rehúsa jugar al "kitmán".

Diario Exterior (España)

 



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