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18/08/2005 | ¿Protegen a los consumidores las leyes antitrust?

David R. Henderson

"Tres filósofos, dos economistas, un historiador y un abogado han escrito un libro que argumenta que las leyes antitrust deberían abolirse. Los autores hacen una defensa enconada de esa causa".

 

Mucha gente cree que las leyes antitrust están en vigor para proteger a los consumidores. Pero como demuestran los presentes problemas de Microsoft en Europa, eso no es necesariamente así.

 

La Comisión Europea está utilizando el antitrust para socavar una porción del mercado en favor de RealNetworks Inc., el principal rival de Microsoft en software de medios. Y la CE está yendo hasta extremos insospechados para hacerlo, exigiendo que Microsoft venda una versión separada de su software Windows que no contenga el Windows Media Player.

 

Microsoft ha cumplido, pero quería bautizar a su nueva versión Windows, "Windows XP Reduced Media Edition" ("Microsoft, EU Agree on Slimmer Version of Windows System", Wall Street Journal, 29 de marzo del 2005). La CE rehusó, diciendo que el nombre liaría a los consumidores y desanimaría las ventas. No dijo exactamente cómo colocar la etiqueta "reduced media" en algo que tiene menos características de media liaría a los consumidores. Aunque cómo desalentaría las ventas era obvio. ¿Por qué comprar un Ford sin radio cuando puedes tener un Ford con radio por el mismo precio?

 

(Nota: en el 2002, yo era consultor para Microsoft. Segunda nota: tengo cerebro. Este segundo hecho anotado, más que el primero, apoyan mi capacidad de ver que la CE, sea lo que sea lo que esté haciendo, no está protegiendo los consumidores).

 

Si piensa que tal estupidez no puede suceder aquí, piénselo dos veces. Abriendo camino estaban las leyes norteamericanas antitrust, empezando por la Sherman Act de 1890, que prohibía cualquier contrato o conspiración que limitase el comercio, y cualquier monopolio, intento de monopolizar, o conspiración para monopolizar. Ahora tres filósofos, dos economistas, un historiador y un abogado, suscribiendo todos la filosofía del Objetivismo de Ayn Rand, han escrito un libro, The Abolition of Antitrust (Transaction Publishers), que argumenta que las leyes antitrust deberían abolirse. Los autores hacen una defensa enconada.

 

Aunque muchos economistas critican específicamente los abusos de las leyes antitrust, en realidad raros son los economistas que piensan que no deberían existir y que las desafían con argumentos filosóficos. Todos los ensayos del libro, de economistas y de los otros cuatro autores, lo hacen. ¿Cuál es su caso?

 

La mejor declaración de la defensa filosófica contra el antitrust es la del ensayo del filósofo Harry Binswanger, "Antitrust: ´Free Competition´ at Gunpoint". Binswanger traza una distinción fundamental entre poder económico y poder político. El poder económico, observa, es simplemente el poder de producir y comerciar, mientras que el poder político es el poder del gobierno y depende necesariamente del uso de la fuerza o la amenaza de la fuerza. Alguien puede hacerse con una gran parte del mercado, incluso, en casos raros, con el 100 por 100 del mercado, sin ni siquiera coaccionar a nadie. Esa persona crea poder simplemente a través de su actividad, y no coge nada de nadie a la fuerza; en consecuencia, no debería ser procesado. Eso, a grosso modo, es la defensa filosófica de Binswanger contra el antitrust. Aunque toda su exposición es digna de leerse.

 

De manera interesante, hasta el gran Milton Friedman del libre mercado confundía poder económico y político cuando discutía el monopolio y el antitrust. En su clásico de 1962, Capitalismo y libertad, Friedman escribía, "El monopolio implica la ausencia de alternativas, y por tanto inhibe la libertad de intercambio eficaz". No es cierto, a menos que las prácticas monopolísticas utilicen el poder de la coacción para impedir que la gente comercie con otros. El poseedor del monopolio que reciba su poder de mercado del modo novedoso, ganándoselo, ofrece a la gente una alternativa que de otro modo no tendría.

 

¿Así que cómo surgieron las leyes antitrust? Dos ensayos, del historiador Eric Daniels y del abogado Thomas A. Bowden, cuentan la historia del pensamiento legal sobre el monopolio. A comienzos del siglo XIX, se entendía que "monopolio" se aplicaba a casos donde un gobierno había concedido poder exclusivo a una agencia del gobierno o a una firma privada, un poder que prohibía que otros compitieran. Pero cuando la forma corporativa de organización se extendió a finales del siglo XIX y las firmas lograron grandes porciones del mercado reduciendo economías de escala y recortando los precios, los pequeños competidores y sus aliados intelectuales utilizaron un lenguaje amenazador para describir las actividades pacíficas de tales firmas, y el lenguaje se quedó. El economista Richard M. Salsman se remonta a cómo a comienzos del siglo XX, se llegó a aceptar la extraña etiqueta "competición perfecta", bajo la cual nadie tenía poder como para influenciar el precio, nadie hacía beneficios, nadie innovaba y nadie se anunciaba. Con esta visión de la perfección, argumenta Salsman, fue cuestión de tiempo que los economistas y los implementadores de las leyes antitrust acusasen de monopolio a cualquier compañía que tuviera poder como para fijar los precios, que hiciera beneficios, que innovase o que se anunciase.

 

El libro alcanza su punto álgido cuando los autores distinguen claramente entre fuerza y acción voluntaria, y cuando cuentan las historias de horror acerca del antitrust. La prueba A de lo segundo es la historia del celofán DuPont. El editor de libro, el filósofo Gary Hull, cuenta la historia de químicos bienintencionados de DuPont que perfeccionaran el celofán en los años veinte, y de vendedores creativos vendiéndolo a finales de los años treinta, revolucionando la venta de pan, pasteles y otros bienes. Hacia 1940, una encuesta nacional descubría que las palabras más apreciados por los americanos eran, por este orden, "madre", "recuerdo", y "celofán".

 

Entonces entró el antitrust. El gobierno acusó a DuPont de haber "monopolizado" el mercado del celofán. La mayoría de los textos antitrust señalan que el gobierno perdió el caso. Pero Hull señala algo que nunca he leído en 35 años de leer acerca del antitrust: DuPont ayudó a garantizar su "victoria" cancelando sus planes de expansión y construyendo en la práctica una planta de celofán para un competidor, Olin Industries.

 

El libro tiene algunos puntos débiles. El historiador Daniels afirma que un gobierno que implemente los derechos de patente está en realidad protegiéndose contra el inicio de la fuerza. Mientras que estoy deacuerdo con Daniels en que las leyes de patente son una buena idea, los violadores de las leyes de patente no inician una fuerza. Y el economista Salsman, en un ensayo excelente por lo demás, es demasiado crítico con el economista de principios del siglo XX Joseph Schumpeter. Schumpeter, que argumentó que la perspectiva de un monopolio temporal es un gran incentivo para innovar, debería ser un héroe.

 

David R. Henderson, miembro de investigación de la Hoover Institution y profesor de económicas de la Naval Postgraduate School de Monterey, Calif., es el autor de The Joy of Freedom: An Economist´s Odyssey, y co-autor del libro que aparecerá próximamente, Making Great Decisions in Business and Life.

Diario Exterior (España)

 



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