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23/08/2005 | Sahara Occidental- El “amigo americano” mueve ficha

Alberto Míguez

Le guste o no al régimen marroquí y a la corte que rodea el monarca, la patata caliente del Sahara tiene mala pinta: en el territorio han comenzado las protestas por la ocupación militar en lo que algunos denominan ya una “mini-intifada”

 

La participación del presidente del Comité de Exteriores del Senado norteamericano, Richard Lugar, en la liberación de cuatrocientos prisioneros marroquíes en manos del Frente Polisario desde hace años, indica claramente que la política de Washington hacia el Magreb está cambiando y que en este cambio se incluye en primer lugar el problema del Sahara Occidental, congelado en los últimos años.    

Lugar viajó en un avión norteamericano hasta Tinduf, donde se hallan los campos del Polisario y posteriormente lo hizo a Marruecos donde fue recibido por el rey Mohamed VI en Tetuán. Previamente, en Argelia, se entrevistó con el presidente Abdelaziz Buteflika.    

 Y aunque el senador americano reconoció que ni uno ni otro habían propuesto nuevas iniciativas para resolver el conflicto, no cabe duda de que el proyecto norteamericano se basa en convencer a Marruecos de que acepte las resoluciones de la ONU y acepte poner en marcha de nuevo el proyecto de autodeterminación que desde 1992 está bloqueado.    

Todo indica, sin embargo, que la Administración Bush no tiene por ahora tampoco ideas nuevas que ofrecer a las dos partes (Marruecos y Polisario: Argelia rechaza ser parte en el conflicto) y que no reivindica ya el llamado Plan Baker, rechazado tajantemente por Marruecos.    

Pero no cabe duda de que la intervención americana posee un significado político muy concreto por dos razones evidentes: los USA tienen excelentes relaciones con Argelia y Marruecos y los esfuerzos diplomáticos “discretos e intensos” que está desarrollando el Departamento de Estado se hacen sin la participación de ningún país europeo. Y mucho menos de España y Francia, cuyos gobiernos están claramente escorados hacia la causa marroquí.    

Marruecos es un socio comercial privilegiado de Estados Unidos y Argelia también lo es aunque por otras razones (energéticas, lucha contra el terrorismo,etc). Tanto el rey Mohamed VI como Buteflika escucharán sin duda con atención las sugerencias de Washington para encontrar una salida viable al conflicto.    

El Frente Polisario aceptó a sugerencia de Estados Unidos liberar a los últimos prisioneros marroquíes (400) que tenía en su poder a cambio de que Marruecos haga lo propio con los “prisioneros de guerra” saharauis (150) que se encuentran en cárceles marroquíes junto a una treintena de prisioneros políticos también saharauis, algunos de los cuales han sido condenado muy recientemente por protestas en El Aaiún y otras localidades de la ex colonia española. Otra cosa muy distinta son los casi medio millar de “desaparecidos” saharauis que el movimiento independentista y varias organizaciones humanitarias reclaman desde hace muchos años.  

 Le guste o no al régimen marroquí y a la corte que rodea el monarca, la patata caliente del Sahara tiene mala pinta: en el territorio han comenzado las protestas por la ocupación militar en lo que algunos denominan ya una “mini-intifada”. Es imposible en estos momentos adivinar por donde irán las cosas en el futuro y si la dialéctica acción-represión puede generar nuevas tensiones y violencias. Muchos son quienes en Washington y en otras capitales occidentales consideran que para Marrurecos, el Sahara es una bomba de tiempo. Se trata ahora de que Estados Unidos la neutralice con una acción diplomática serena y mantenida que exigirá para ambas partes, cesiones y sacrificios. En esta asunto como en otros, es urgente esperar.

Libertad Digital (España)

 



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