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04/09/2005 | Energía: lo mejor es defender el sistema de precios

Peter Anderson

"Si Henry Hazlitt estuviera vivo aún señalaría sin duda que la creación de empleos por parte del estado en un sector se produce a expensas de otros. Podría decir esto sin ni siquiera entrar en materia acerca de si la autosuficiencia económica nacional es un fin deseable".

 

En 1978, el Congreso inició una serie de esfuerzos para impulsar la producción de etanol, un alcohol que los productores norteamericanos obtienen generalmente del maíz. La idea era producir un combustible en respuesta a la crisis energética. Las variantes adoptaron muchas formas, desde enormes créditos fiscales a las compañías que destilan el gas y el etanol hasta pagos de préstamos a fondo perdido para la producción de maíz.

 

Como con el mohair, sin embargo, las variantes del etanol han sobrevivido a la crisis original. El Congreso aprobó recientemente una propuesta de ley energética de 12,3 billones de dólares que el Presidente Bush convirtió en seguida en ley el 8 de agosto del 2005. En particular, está ley exige el uso de 7,5 billones de galones de combustible producido nacionalmente hacia el 2012, que en última instancia incrementa la producción de etanol, o las esperanzas de la industria del etanol.

 

Los partidarios de la creciente producción de etanol han presentado sus argumentos usuales, tales como el modo en que estas leyes generan empleo en el medio oeste (una estimación predice que la economía de Iowa crecerá un cinco por ciento), que proporcionará mejores precios y seguridad a los granjeros y un incremento de la dependencia de América consigo misma en términos de producción energética.


Si Henry Hazlitt estuviera vivo aún señalaría sin duda que la creación de empleos por parte del estado en un sector se produce a expensas de otros. Podría decir esto sin ni siquiera entrar en materia acerca de si la autosuficiencia económica nacional es un fin deseable.

 

A pesar de estos argumentos, prestemos atención al tema del cálculo planteado por Mises. Mises argumentaba que un sistema puramente socialista carecerá de mercado para la compra-venta de productos, especialmente bienes de capital, y en consecuencia no puede existir un sistema de precios racional. Los planificadores centrales, por tanto, no podrían calcular con precisión los beneficios o las pérdidas de la producción, y cualquier sistema puramente socialista degeneraría finalmente en el caos.

 

Actualmente, el corazón de América experimenta problemas de cálculo similares debido al subsidio del gobierno federal al etanol. Un pequeño ejemplo ilustrará las complejidades que afrontan críticos y partidarios del etanol a la hora de calcular apropiadamente los ingresos de combustible frente a la producción final de etanol combustible. Extraer acero de la mina exige energía. También se necesita energía y combustible para transportar el acero en camiones y después llenar y transportar los camiones. De igual manera, ciertamente los camiones exigirán combustible para funcionar. Los cálculos de transporte, sin embargo, no dicen nada acerca de los costes energéticos exigidos para la producción y transporte del fertilizante o construcción de plantas de etanol.

 

Al final, el coste energético total sobrepasa al de la producción energética. Además, estudios recientes llevados a cabo por la Universidad de Cornell y la Universidad de California en Berkeley corroboran las afirmaciones de ineficiencia de los críticos. Estos estudios, sin embargo, no han silenciado a los defensores del etanol, que vislumbran mayores precios del maíz como consecuencia de los subsidios del etanol.

 

Afortunadamente, con respecto al cálculo, la teoría económica sí que proporciona una respuesta. En un mercado no trastocado, la demanda de bienes de consumo induce a los empresarios a acelerar su producción en aquellas áreas donde la venta de sus productos producirá el retorno de sus inversiones al tipo de interés actual o por encima del actual. A su vez, los productores de bienes de consumo apostarán por los bienes de capital de un orden superior del que calculan que les compensará para su producto final, que también compensará la inversión. Esta compra y venta en el mercado genera precios para esos bienes, lo que permite a los productores calcular el beneficio o las pérdidas de su operación.

 

Esta teoría de la producción simplificada en cierto sentido ilumina a su vez la presente situación de la producción de etanol. Si los consumidores no están dispuestos a pagar los precios de combustible sin subsidios con aditivos de etanol en el motor, no existirá ningún mercado para la producción de etanol. Los empresarios no dispondrán de bienes de capital como el combustible, encaminados a la producción de etanol, porque la venta del producto final no cubrirá sus costes de producción al tipo de interés actual o superior, y los productores de etanol entrarán en pérdidas. La venta esperada de maíz a los productores de etanol no compensará las compras superiores de producción.

 

Por lo tanto, los granjeros no emplearán bienes de capital como tractores, combustible y fertilizante hacia la producción de maíz, porque al final redundará en pérdidas económicas. Esta analogía explica la producción de camiones, de fertilizante y de acero. Si los empresarios del sector de la producción de etanol no se ajustan a un modo eficaz y beneficioso de emplear su capital, sus costes superarán pronto a sus beneficios y no producirán mucho tiempo en estos sectores.

 

Al final, el subsidio del gobierno federal al etanol a través de diversas leyes energéticas genera el presente debate acerca de la eficacia de la producción de etanol. En una economía sin regular y sin subsidios, el sistema de precios del mercado para consumo del etanol y los bienes de capital exigidos en su producción pronto demostrará si la producción de etanol representa una inversión eficaz y viable. Por lo tanto, la contínua necesidad de un subsidio al etanol implica que los primeros criterios no se están cumpliendo en la producción del etanol.

 

Si la producción de etanol fuera completamente beneficiosa, no precisarían subsidios, porque los consumidores adquirían combustible dopado con etanol a un precio que proporcionaría un tipo de beneficio razonable a los productores. Esto a su vez significa que los productores de bienes de capital esenciales para la producción de etanol también recibirían un cierto beneficio a su inversión que les permitiría continuar obteniendo beneficios de la producción de bienes de capital esenciales para la producción de etanol.

 

Mises reconocía la importancia central de los precios para la producción. Los precios son el rasero del tema. Proporcionar a los productores las herramientas para determinar qué parte de su inversión y de los procesos de producción cubrirá los precios ilustra esencialmente los beneficios o pérdidas de un empresario en su área de producción. Las distorsiones del mercado como las que benefician a los productores de etanol no son realizadas por el bien de los consumidores, sino para acatar las normas y hacerse con el beneficio.

 

Mises reconocía que un sistema puramente socialista se desintegraría finalmente en caos porque carece de la habilidad para generar una orientación para los precios. De igual manera, la contínua interferencia del gobierno norteamericano en el mercado energético está aportando su granito de arena a la hora de generar caos en términos de qué fuente energética utilizar. En un mercado sin alteraciones, sin embargo, no existe controversia de cálculo o producción; no hay caos. Aplicado al presente contexto, probablemente no habría etanol.

 

Peter Anderson es investigador de la London School of Economics.

Diario Exterior (España)

 



 
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