Hace un año, cuando el demócrata Barack Obama llegó a la Casa Blanca, historiadores y comentaristas dieron por muerta la era conservadora en Estados Unidos, una era que habría comenzado con Richard Nixon en 1968, o con Ronald Reagan en 1980, y habría marcado la sociedad estadounidense desde entonces.

La victoria, el martes, del republicano Scott Brown en las elecciones al Senado en Massachusetts trastoca los equilibrios en Washington. Y es una inyección de euforia para los conservadores, una marca averiada por la identificación con Bush y Cheney. De repente, ya no parece tan evidente que Obama haya inaugurado una era progresista. Los republicanos se ven controlando la Cámara de Representantes y sueñan con repetir la gesta de Newt Gingrich, que en 1994 lideró la insurrección republicana contra Bill Clinton. Clinton también tropezó la reforma sanitaria.

¿Qué ha sucedido para que en un año las cosas cambien tanto? Gerald Seib, corresponsal en Washington de The Wall Street Journal,constata en su columna que EE. UU. es de centroderecha. En 2008, año de la elección de Obama y la victoria demócrata en el Congreso, un 24% de estadounidenses se declaraban progresistas o de izquierdas, un 37% moderados, y un 35% conservadores. La proporción era la misma cuando en 2009 Obama juró el cargo en un clima eufórico, y sigue siendo igual. "Durante este periodo de ascenso demócrata, América ha sido una nación centrista que simplemente se hartó del dominio republicano, en gran parte por las dudas acerca de la competencia del Partido Republicano. La respuesta de los votantes fue cambiar de partidos, más que de ideología", escribe Seib.

La pujanza conservadora también se explica por la campaña feroz contra Obama y su reforma sanitaria. Campaña fundamentada en el recelo instintivo de muchos estadounidenses ante cualquier intervención estatal, y trufada de mentiras (el presidente no es ciudadano de EE. UU., es musulmán, quiere decidir sobre la eutanasia para los mayores...) e impulsada por un movimiento coordinado por internet (al estilo de la campaña del presidente) y por la cadena de televisión Fox News.

El historiador Rick Perlstein atribuye en parte el resurgimiento de los conservadores a "la extrema aversión de Obama al conflicto". En vez de encararse con los rumores y críticas destructivas, en vez de admitir que los republicanos no apoyarían sus iniciativas, habría querido cumplir promesa de trascender las divisiones partidistas. Ahora descubre que la oposición es tan dura como la que afrontó Clinton en los noventa.

El problema de los conservadores es que son una coalición heterogénea, y sin cabeza visible. ¿Sarah Palin? ¿Los agitadores de Fox News y las radios? La ex candidata a la vicepresidencia Sarah Palin disfruta del apoyo de las bases más conservadoras, pero los moderados la rechazan. "No creo que vaya a presentarse a la presidencia. Es muy carismática, pero también tiene muchos puntos vulnerables", decía hace unos días el conservador Reihan Salam, coautor de un libro sobre el futuro del Partido Republicano. Entre otros defectos, cree que Palin es una "figura polarizadora", que "ha estado poco tiempo en un cargo público", y que su comportamiento es "errático".

Hay una división en la derecha entre el sector ideológico que representaría Palin y los tribunos radiotelevisivos, y el sector más moderado. Los candidatos que en noviembre ganaron las elecciones al cargo de gobernador en Virginia y Nueva Jersey se presentaron como líderes pragmáticos, más interesados en solucionar los problemas del bolsillo que en las proclamas ideológicas. Como Brown, que ha ganado en un feudo demócrata con un mensaje contra la reforma sanitaria y las políticas económicas de Obama pero sin los ángulos más antipáticos del sector radical.

Pese a los roces, ahora moderados e ideólogos se ayudan mutuamente, y se confunden. Sin propuestas alternativas claras en cuestiones como la sanidad o la crisis económica, la oposición tampoco tiene prisa para encontrar un líder: las presidenciales son en 2012. De momento, han logrado poner en peligro el programa de Obama, su intento de virar, siquiera levemente, EE. UU. a la izquierda.