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08/09/2005 | Vade Retro Cruceros...!

Celso Sarduy Agüero

Una vez más el tirano Fidel Castro, con su patológico miedo a cualquier apertura económica que implique el acceso a la información y lo que es aún peor, la "comparación" de estilos de vida para los cubanos, dictó en un discurso la "pena capital" para una actividad económica donde funcionaba la iniciativa privada.

 

Esta vez le tocó a la industria de los viajes en cruceros, que desde 1998 estaba asentada en la Isla, a través de una compañía mixta entre una  firma italiana y el gobierno castrista bajo el nombre de Cubanco.

 

El negocio prosperaba, dentro de los límites previsibles del apartheid económico cubano, con algunas decenas de bares, restaurantes y tiendas únicamente para turistas que facturan en moneda dura,  muy distintos por cierto de los pocos tugurios que funcionan en Cuba para los ciudadanos de segunda: todos los cubanos, excepto los miembros de la nomenklatura, cuya contabilidad funciona en pesos.

 

Según  Pablo Alfonso del Nuevo Herald, citando al diario Granma, vocero oficial de la dictadura, este año se esperaba la visita de alrededor de cien mil turistas a bordo de cruceros; un incremento del 23%.

 

Sin embargo para el tirano esta modalidad turística "solo genera basura en los puertos cubanos a cambio de unas magras ganancias..." Vaya paradoja...! los puertos del Mundo entero se pelean por ser escala de cualquier recorrido de una línea de cruceros por las pingues ganancias que aportan a los comerciantes de las ciudades anfitrionas y por ser ésta una modalidad turística de personas  de muy buen nivel adquisitivo dispuestas a gastar.

 

A otra isla del Caribe, Puerto Rico, arriban cada año más de 1,3 millones de turistas, dejando ganancias de más de 200 millones de dólares, más otros 10 millones en concepto de aprovisionamiento de frutas y verduras para las naves, según datos del propio cronista.

 

La realidad del caso cubano es otra, es sencillamente que el dictador no está dispuesto a permitir más el contacto directo del cubano con cientos de turistas, dispersos por las ciudades, imposibles  de controlar del todo por los cuerpos represivos de la tiranía... especialmente ahora cuando en las calles de La Habana pululan los grupos parapoliciales disfrazados de vecinos asediando y apedreando los domicilios de los opositores.

 

Esta medida viene acompañada por otra reciente disposición del Ministerio de Turismo de Cuba que le impone severas restricciones al personal del rubro en su contacto con los visitantes extranjeros.

 

No hay que olvidar que Cuba perdió su lugar cimero en la región como destino turístico a principios de los años sesenta. Perdió también el tercer lugar en desarrollo a nivel continental con la llegada del Che Guevara a la dirección del Banco Central de Cuba. El siniestro personaje, que pasó a ejercer entonces el control total sobre las decisiones económicas, quebró el orden natural de la economía de nuestro país, intentando dar un supuesto gran salto, de carácter maoísta, al desarrollo económico, mediante la colectivización forzosa de todo el aparato productivo, la erradicación de la propiedad privada y el intento fallido de implementar la industria pesada. Esta destrucción sistemática de la economía cubana vino acompañada de una feroz campaña propagandística, donde se estigmatizaba el pasado, describiendo al país como un gigantesco burdel de los Yanqui, en la absoluta miseria.

 

Desde entonces y hasta la caída del Bloque Comunista, Cuba recibía a poco más de cien mil visitantes, cifra que podía mantener bien lejos de la población la policía política.


Solo después del fin de la subvención soviética  Castro  se vio obligado a permitir el ingreso masivo de turistas al país. No nos extrañemos en el futuro si decide dar marcha atrás con el desarrollo turístico; como ha hecho ya con la poca actividad cuentapropista que había permitido en la década del noventa para aliviar las condiciones de vida de la población.
Ahora recibe un importante aprovisionamiento de petróleo venezolano, a valores simbólicos, que ni siquiera paga. Esto le posibilita exportar una buena parte de crudo al mercado internacional; ingresando la cantidad de moneda dura suficiente para mantener aceitados a sus cuerpos represivos, y el aparato burocrático que le permite permanecer en el poder.

Fundación Atlas 1853 (Argentina)

 



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