El jefe de gobierno Aníbal Ibarra debe renunciar por su falta de responsabilidad ejecución de los controles que impone la legislación y por sus irresponsables declaraciones posteriores al trágico hecho.

¿Por qué falló el poder ejecutivo?

Aníbal Ibarra es el titular del poder ejecutivo de la ciudad. Como tal debe ejecutar, llevar a cabo, los controles que sanciona la legislatura porteña. Los controles no fueron llevados a cabo. Un irresponsable puede cerrar una puerta de emergencia, pero poder ejecutivo debe estar allí para abrirla o clausurar el local y suspender la función.

Otro irresponsable puede colocar material inflamable en un lugar público, pero el ejército de inspectores debe estar allí para proceder a la inmediata clausura.

Aníbal Ibarra como responsable máximo de la Jefatura Porteña falló.

No puede apelar a la falta de recursos. Hace pocas semanas se conocieron las cifras del superávit del presupuesto de la ciudad, cuenta con mas de 120.000 empleados públicos (casi nueve por manzana!!!!) y administra un presupuesto que es la envidia del resto de las administraciones provinciales.

Las declaraciones posteriores de Aníbal Ibarra son una prueba adicional de su irresponsabilidad. Desde que apareció públicamente, tras los hechos, se dedicó casi con exclusividad a justificar el accionar de su administración y a disimular la inexplicable ausencia del Presidente Kirchner.

En una actitud claramente corporativa apeló en todas sus apariciones a felicitar a los diferentes organismo públicos. Felicitó al SAME, a los bomberos, a la policía, a los ambulancistas, a los hospitales, etc. Etc.

Lamentablemente no pudo felicitar a su equipo de inspectores ni a quienes debieron haber prevenido la tragedia. ¿Qué sentido aplaudir y felicitar después de la tragedia?

En una conferencia de prensa el jefe de gobierno llegó al extremo de deslindar toda responsabilidad de su gestión. La legislatura porteña debería interpelar de manera urgente a Aníbal Ibarra por cuanto señaló que “un irresponsable encendió una bengala, y otro cerró la salida, eso relativiza el control”. Cuando precisamente el control debe hacerse para evitar esas irresponsabilidades o bien actuar en consecuencia.

Aníbal Ibarra mostró en todo momento que “los papeles estaban bien”. El control no son los papeles, ni los sellos, ni los timbrados. El control es la gestión diaria, cotidiana, mas allá de los sellos que justifican la labor de los burócratas.

En el colmo de la irresponsabilidad y de la desidia, llegó a decir que “vamos a analizar si el gobierno se incluye como querellante en la causa” . Sr Ibarra: el acusado es Ud!!!

Sería un despropósito para la democracia que Aníbal Ibarra continúe en su cargo. La legislatura porteña debe sesionar en forma inmediata para interpelar y en un análisis mas pausado pedir la renuncia indeclinable de Aníbal Ibarra y su vicejefe de gobierno mas preocupado por las muestras “culturales” que por la gestión básica de la ciudad.

Un párrafo final merece la inexplicable actitud del Presidente Kirchner. En su discurso inaugural hace dos años dijo: “somos hombres y mujeres comunes con responsabilidades importantes. Esperemos estar a la altura de las circunstancias”.

En la mayor tragedia de la Argentina el presidente ni se pronunció, solo habló a través de laderos y funcionarios sobrepasados, ni siquiera suspendió sus vacaciones en un lugar paradisíaco...

Claramente no estuvo a la altura de las circunstancias. Kirchner debió haber suspendido sus vacaciones y ponerse a la cabeza de la atención a las víctimas y familiares. Lo que sucedió no es sólo un asunto municipal.

Gobernar no es sólo anunciar donde se va a gastar el superávit o bravuconear contra el fondo, los bonistas y los supuestos enemigos circunstanciales. Todos los mandatarios del mundo, incluyendo el Papa, dedicaron unas palabras y unas plegarias. Todos menos nuestro presidente.

Glazzari@atlas.org.ar