La reconstrucción de Venezuela y su porvenir exigen tomar conciencia de que sólo nosotros podemos resolver el problema. La salida es posible pero no podemos esperar el momento en que el petróleo no le alcance al presidente Hugo Chávez para que continúe dilapidando nuestros recursos en su afán personal de perpetuarse en el poder.

Prepararnos para la Venezuela post petrolera debe ser el gran objetivo nacional. Ciertamente que la inseguridad personal, la devaluación de la moneda, la inflación, la carencia de viviendas y el desabastecimiento, entre otros graves problemas nacionales, son importantes, pero aun siendo urgentes y prioritarios no pueden ser efectivamente solucionados si no detenemos el derroche de recursos provenientes de la renta petrolera, próximos como estamos frente a la declinación de los precios del petróleo y del llamado ``pico petrolero mundial'', anticipado desde mediados de la década de los 50 por el eminente geofísico norteamericano King M. Gubert.

Desde el año 1936 un distinguido venezolano, Arturo Uslar Pietri, propuso la política de ``sembrar el petróleo'' con la idea subyacente de canalizar los recursos provenientes de la exportación petrolera hacia la diversificación de nuestra economía.

En este momento, el presidente Hugo Chávez, quien se encuentra en su undécimo año de gobierno, ha malbaratado $950,000 millones que han podido ser aprovechados para invertirlos en la educación, mejorar el trabajo de los venezolanos, acelerar la industrialización del país, preparar al venezolano para la sociedad post industrial del conocimiento y mantener la infraestructura de redes eléctricas, acueductos y servicios de salud que hoy se encuentran próximos al colapso.

Esto lo pudo haber logrado Hugo Chávez si no hubiera sucumbido a la demagogia populista de dilapidar la riqueza del país en programas domésticos insostenibles en el tiempo y en subsidios a países extranjeros permitiendo que se extendiera hasta límites no conocidos hasta ahora la hidra de la corrupción. Lo pudo haber logrado si los recursos y sus esfuerzos no hubiesen sido destinados a ese delirio de recrear en Venezuela el fracasado socialismo soviético para enfrentar a EEUU en alianza con estados forajidos con los cuales enajena nuestra soberanía y humilla a nuestras fuerzas armadas subordinando a nuestros soldados a oficiales de Cuba comunista y a órganos de inteligencia de Irán.

Por estas razones, y la clara intención de establecer un régimen totalitario en Venezuela, es que decidimos separarnos en el 2007 de esta mal llamada revolución que traicionó todos y cada uno de los ideales que Hugo Chávez simuló por años compartir con nosotros, civiles y militares.

En abril del 2002, cuando todavía el Presidente no había arriado las banderas de estos ideales, optamos por los principios democráticos y contribuimos a restablecer la Constitución, que había sido vulnerada por un grupo de aventureros cuya propuesta y breves ejecutorias superaron con creces todos los defectos del entonces régimen legítimo.

Algunos no se dan cuenta de que la grave crisis que vive el país puede conducirnos a un conflicto social de impredecibles consecuencias que desbordará nuestras fronteras. Este ominoso futuro se evitaría convocando a una Asamblea Popular Constituyente con carácter originario que recupere fundamentalmente los principios democráticos conculcados por Hugo Chávez y que nos prevenga en el futuro de autócratas populistas.

Esta Asamblea Nacional Constituyente establecería un modelo de Estado que regularía expresamente a la industria petrolera, el destino y el uso que se le va a dar a estos recursos, así como el establecimiento de un proceso que obligue a todos los poderes del Estado a rendir cuenta e iniciar la apertura de investigaciones para acordar juicios administrativos o penales a que haya lugar.

Para lograrlo es necesaria la comprensión de la comunidad internacional y un gran acuerdo nacional integrado por la mayoría de venezolanos con convicciones democráticas que vemos alarmados cómo en nombre de una ideología extraña a nuestras tradiciones políticas se nos impone un régimen totalitario que amenaza nuestras libertades públicas, para convertir a Venezuela en presa de la voracidad del entorno corrupto presidencial y un foco de subversión internacional en connivencia con países que patrocinan el terrorismo global.

**General retirado venezolano, ex ministro de Defensa, encarcelado en la prisión militar de Ramo Verde.