¿Qué fue de Bielorrusia?. Hace pocos años Occidente fraguaba allá "revoluciones naranjas", consideraba el país un infierno en derechos humanos y dedicaba a su Presidente, Aleksandr Lukashenko, el título, acuñado en 2005 por George W. Bush, de "último dictador de Europa". Hoy todo eso ha desaparecido de la crónica europea. La razón es que no se trataba de derechos humanos, sino de intereses. Los informes de Amnistía Internacional han cambiado mucho menos que esos intereses.

El duro gobierno de Lukashenko, presidente desde 1994, tuvo algunas ventajas. Ahorró a los bielorrusos muchas de las enfermedades y sufrimientos que Rusia conoció. En los últimos tres años Bielorrusia ha lidiado como ha podido con los altibajos de su crucial relación con el hermano ruso, ha equilibrado esa relación y ha sido inmediatamente premiada por ello por Occidente.

La república de diez millones de habitantes entró el año pasado en el programa "Asociación Oriental" destinado a aumentar la relación política y económica de Bruselas con seis países ex soviéticos.

Desde que Bielorrusia se negó a reconocer las independencias de Osetia del Sur y Abjazia, Lukashenko puede volver a viajar sin problemas por la UE, receptora del 44% de sus exportaciones y segundo socio después de Rusia. Bielorrusia está privatizando sus empresas, el Banco Mundial la coloca en el puesto 13 entre 27, por delante de Polonia y Croacia, en cuanto a fiabilidad para hacer negocios, presenta un índice de paro del 1%, y los organismos internacionales le pronostican una tasa de crecimiento del 2% al 4% para el año en curso. 

Bielorrusia quiere que la relación con la UE sea "una vía de dos direcciones". Sergey Martinov considera que, "las sanciones no funcionan y dan malos resultados" y espera que Bruselas anule las sanciones de visados contra un grupo de personas bielorrusas que ya decidió congelar. "Esas sanciones existen, pero están congeladas, ¿qué sentido tiene eso?," se pregunta el ministro. Minsk espera también que la UE restablezca el estatuto de relación económica preferencial que le retiró en su día. También quisiera dejar de recibir el "peor trato de Europa en materia de visados": 60 euros por visado y muchas barreras burocráticas para conseguirlo, se queja el Ministro.

-¿Y ustedes no responden de la misma forma?
-Cuando la UE introdujo esas normas, aumentamos el precio del visado a 60 euros pero simplificamos el procedimiento renunciando a la exigencia de una invitación para visitar Bielorrusia. Al mismo tiempo a los países de la UE que son nuestros vecinos, Polonia, Lituania y Letonia, les dimos unilateralmente un precio de 25 euros por visado, mostrando ejemplo de buena vecindad, pero la UE no ha respondido.

-¿Es la pertenencia a la UE un objetivo a largo plazo de Bielorrusia?
-No está en nuestra agenda, pero quisiéramos tener unas magníficas relaciones, políticas y económicas, con la UE, porque somos su vecino. De los países de nuestro entorno, tres son miembros de la UE, y es con la UE con quien mantenemos nuestra frontera más larga.

-Nuevas baterías de misiles "Patriot" en Polonia y Rumania, nuevas bases de EE.UU en Bulgaria y Rumania, misiles SM-3 en el Báltico y el Mar Negro...¿cual es la posición de Bielorrusia ante estas desagradables novedades?
-La ampliación de infraestructuras militares, aun más su acercamiento a las fronteras de otros estados, no resuelve los problemas de seguridad. Es una política incorrecta, porque provocará contramedidas. No es un procedimiento largo de miras, así que esperamos que demuestren más inteligencia y se abstengan.

-¿Qué no funciona hoy en la arquitectura de la seguridad europea?
-No hay un sistema de seguridad integrado. La seguridad europea está fragmentada. Los países de la OTAN tienen una seguridad, los países que no pertenecen a ella pero se orientan hacia la Unión Europea o hacia la OTAN, tienen otra. Rusia tiene su propia seguridad. Otro caso es el de países como Bielorrusia, que forman parte del Acuerdo de Seguridad Colectiva (de matriz rusa) o el de los países que no están en ese acuerdo...Así que la seguridad está fragmentada y es desigual. En Bielorrusia lo sentimos especialmente porque nos encontramos entre dos colosos; la OTAN por un lado, y Rusia por el otro, con una seguridad dividida, lo que no es la posición mas agradable. Quisiéramos sentirnos más seguros y estables, pero para eso se necesita un sistema unido de seguridad europea. La propuesta de Rusia apunta precisamente hacia eso. Puede que no sea fácil crear ese sistema, pero es necesario y hay que hablar de ello.

- A juzgar por lo que se ha escuchado en la Conferencia de Seguridad de Munich, ¿tiene esperanzas de que el tema se aborde?
-No quisiera hacer pronósticos, pero creo que pronto todos, incluso los que no están de acuerdo con Rusia, reconocerán que hay un problema de seguridad, y el siguiente pasó deberá ser sentarse a discutirlo.

-Ustedes mantienen una considerable relación comercial con Irán, país contra el que la Unión Europea, a juzgar por la posición de la Canciller Merkel, partidaria de sanciones incluso sin respaldo de la ONU, está aumentando la presión, ¿Supone eso un dilema para su relación comercial?
-No hay que mezclar a política con el comercio. Y por cierto, nuestro comercio con Irán es bastante menor que el que mantienen muchos países de la UE. Si ven problemas en comerciar con Irán, que reduzcan ellos su comercio y nosotros intentaremos alcanzar su nivel.

-¿Como ven el problema de Irán en el contexto del informe de la ONU (comisión Blix) sobre no proliferación nuclear?
-Fuimos el primer país heredero de la URSS que renunció, sin condiciones, no ya a crear armas nucleares, sino a las armas que ya teníamos, y el primero en firmar el acuerdo de no proliferación. Puede especularse lo que habría representado que los herederos nucleares de la URSS hubieran mantenido sus arsenales. Nuestra actitud debe ser valorada y respetada hoy. Cuando dimos aquel paso, se nos dieron garantías expresas, con el Memorando de Budapest de 1994, firmado por Estados Unidos, Rusia, Bielorrusia e Inglaterra. Uno de los puntos de Budapest dice que esos países no ejercerán presión económica contra Bielorrusia, por desgracia la realidad ha ido por otro lado si atendemos al tema de las sanciones que hemos comentado. Para fortalecer la no proliferación, las potencias nucleares deberían en primer lugar cumplir sus compromisos en materia de seguridad, incluidas las garantías económicas de seguridad. Irán ha suscitado mucha atención y no pocas pasiones en esta conferencia pero sería preferible un frío análisis. No tenemos ningún motivo para pensar que Irán está creando armas nucleares. Como firmante del Acuerdo sobre No Proliferación Nuclear, Irán tiene el deber de no crear armas nucleares. Al mismo tiempo tiene todos los derechos que ese acuerdo le da en materia de tecnología nuclear para usos pacíficos. No tenemos motivos para pensar que ha violado el acuerdo.

-La conferencia de Seguridad de Munich ha tenido un 90% de participantes europeos y americanos, con un representante indio, un chino, un palestino, un pakistaní, un iraní, un saudí, tres miembros del gobierno afgano, cero africanos y cero latinoamericanos. ¿Se puede hablar de seguridad global en estas condiciones?
-Es una pregunta adecuada. Habría que dirigirla a los organizadores de esta conferencia.

Perfil

Sergey Martinov nació hace 56 años en Armenia, se formó en el Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú, fue embajador bielorruso en Bruselas y Washington y desde hace siete años es Ministro de Exteriores.
 El ministro espera de la presidencia española de la UE, un "papel activo" en el ámbito de la "Asociación Oriental", impulsando la financiación y las "normas de funcionamiento" de las que hoy carece ese programa.