Al principio, pensé que se trataba de una teoría más de los economistas sentados en sus torres de marfil en Washington, D.C. Pero después, leyendo el informe, titulado Haciendo Negocios en 2006: Creando Empleo, descubrí que los autores del estudio hicieron el experimento de calcular en cada país cuánto tendría que pagar una empresa mediana promedio para cumplir con todas las leyes impositivas federales, estatales y municipales.

Los resultados son asombrosos: En Brasil, uno de los países con los impuestos más altos del mundo, una empresa local promedio con menos de 100 empleados tendría que pagar el 148 por ciento de sus ganancias anuales si cumpliera con todas las leyes fiscales. Los cálculos incluyen los impuestos a las ganancias, al valor agregado, la propiedad, la recolección de basura y todos los demás.

En Argentina, la misma compañía tendría que pagar 98 por ciento de sus utilidades anuales. En Uruguay, 80 por ciento, en Colombia, 75 por ciento, en la República Dominicana, 57 por ciento, en Perú, 51 por ciento, en Venezuela, 49 por ciento, en Chile 47, por ciento y en México 31 por ciento.

Comparativamente, la misma compañía tendría que pagar 21 por ciento de sus utilidades anuales en Estados Unidos, 47 por ciento en China, y 14 por ciento en Hong Kong, dice el estudio.

¿Leí bien?, le pregunte a Simeon Djankov, el principal autor del estudio, en una entrevista telefónica la semana pasada. ¿Una empresa brasileña tendría que pagar más impuestos de lo que gana en todo el año?

''Si'', dijo Djankov. ``Es físicamente imposible para una compañía pagar todos los impuestos que le son requeridos. Esa es la razón por la que tantas compañías evaden los impuestos, o están en el sector informal. Si yo soy un hombre de negocios honesto (en Brasil) y quisiera pagar todos mis impuestos, sencillamente no podría mantener mi empresa''.

El experimento del Banco Mundial calculó las tasas de impuestos requeridas en cada país a una empresa local de tamaño mediano, en lugar de tomar como ejemplo a una empresa nacional de envergadura, o a una corporación multinacional. Estas últimas generalmente obtienen incentivos fiscales que aminoran sus cargas impositivas, explican los autores del estudio.

''Los países ricos tienden a cobrarles menos impuestos a las empresas, y a hacerlos menos complejos'', dice el estudio. ``En contraste, los países pobres tienden a usar a las empresas como un objetivo de recaudación... y los impuestos tan onerosos crean incentivos para la evasión".

Además de tratar de cobrar tasas impositivas poco realistas, muchos gobiernos hacen enormemente complicado el pago de los impuestos, dice el estudio.

Cuando los autores del informe le pidieron a las principales companías de contabilidad en todo el mundo que calcularan cuantas horas les lleva todo el trabajo para pagar los impuestos de una empresa mediana en cada país, se encontraron con que en Brasil, por ejemplo, la tarea lleva unas 2,600 horas al año.

''Brasil es el campeón mundial de la complejidad'', me dijo Djankov. En Bolivia, los contadores dedican un promedio de 1,110 horas al año a esta tarea, en Venezuela cerca de 900, y en México 550, dice el estudio. En comparación, en Estados Unidos y Corea del Sur toma unas 300 horas, y en Hong Kong 80 horas.

Los hallazgos son fascinantes, aunque no logran explicar por qué motivo países como México, que según el estudio no tiene impuestos exageradamente altos ni trámites burocráticos demasiado complejos, igualmente registra altos grados de evasión. De hecho, la recolección de impuestos en México es sumamente baja, comparada con otros países de su mismo nivel de desarrollo.

Una explicación podría ser que muchos mexicanos se niegan a pagar impuestos porque consideron que el gobierno se roba el dinero, o no lo usa bien. Otra es que hay demasiados agujeros legales en las leyes impositivas mexicanas.

''Tenemos demasiadas exoneraciones y excepciones de tipo legal que se han venido acumulando a lo largo de décadas'', me dijo el ex ministro de finanzas de México, Jose Angel Gurría. ``Y a los gobiernos les cuesta mucho cambiar las leyes fiscales, porque eso implicaría afectar a poderes fácticos y grupos poderosos''.

Mi conclusión: Quizás los países latinoamericanos deberían seguir el ejemplo de Rusia. El gobierno ruso en el 2001 anunció un recorte impositivo y simplificó las formas de pago, y desde entonces el país ha estado incrementando su recaudación en un promedio de 14 por ciento anual.

No hay razán para que Brasil y sus vecinos no puedan hacer lo mismo. Si funciona en todos lados, también debería funcionar en América Latina.