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12/04/2010 | EE. UU. busca el tirón de Asia

Marc Bassets

Washington y Pekín, tras semanas de desencuentros, calman las tensiones por la moneda.Los países emergentes son los que tirarán del carro: esta es una convicción extendida en Washington.Washington busca en China y los emergentes un apoyo para bajar el paro y afianzar la recuperación.

 

Ni el Dalái Lama, ni los derechos humanos,  ni Taiwán, ni Google. El hueso más duro en relación entre Estados Unidos y China vuelve a ser la economía. 

Chimérica,lo han dado en llamar algunos: la fusión entre China y América, dos potencias tan entrelazadas que una no podría caer sin arrastrar a la otra. China depende de EE. UU. para sus exportaciones; China, al mismo tiempo, financia la deuda de EE. UU. 

Tras unos meses de tensiones, Barack Obama recibirá esta semana en Washington a su homólogo chino, Hu Jintao. El encuentro, decidido a última hora y en ocasión de una cumbre sobre la seguridad nuclear, se producirá tras desactivarse provisionalmente la última crisis, que tiene su causa en la infravaloración del yuan o renminbi - la moneda china-respecto al dólar. 
Cuando la recuperación se afianza en EE. UU., la primera economía mundial vuelve a crear empleo y el producto interior bruto crece a ritmo sostenido, los estadounidenses miran no a la Europa, que todavía está renqueante sino a Asia que parece tirar con más fuerza. 

"Asia ha liderado la recuperación, y en particular los mercados emergentes. Y el más obvio es China", recuerda Nicholas Lardy, especialista en Asia del Peterson Institute, think-tank económico de referencia en Washington. "Que China, India e Indonesia se recuperasen medio año antes que EE. UU. ciertamente ha ayudado". 
Son los países emergentes los que tirarán del carro: ésta es una convicción extendida en Washington, lo que explica la presión - procedente sobre todo del Congreso, pero también de los sindicatos-para que China aprecie su moneda, con amenazas incluidas de nombrarle "manipulador monetario" y desatar una guerra comercial. 

La discreta visita del secretario de Tesoro, Timothy Geithner, a Pekín el jueves, aprovechando un viaje a India, ha apaciguado los ánimos. El informe de la Administración sobre la moneda ha quedado aplazado, con la confianza de que el yuan se aprecie de forma gradual en los próximos meses. 

La lógica de los miembros del Congreso, críticos con Pekín, es la siguiente: EE. UU. importa más que exporta y uno de los motivos es que el yuan artificialmente bajo favorece la importación de productos chinos a EE. UU. y encarece la exportación de productos estadounidenses a China. El déficit de las exportaciones estadounidenses perjudica a la industria autóctona y lleva a engrosar las colas del paro. Pese a que la gran recesión ha terminado, el paro sigue siendo todavía elevado. Ergo: una apreciación de la moneda china haría más caro importar productos chinos y, por tanto, permitiría generar nuevo empleo en EE. UU. 

"No creo que acierten al hacer estas conexiones. Entre 2005 y 2008 la moneda china se apreció tras estar atada a la misma tasa durante ocho años. Pero las importaciones no bajaron sino que subieron", explica Daniel Ikenson, del think-tank Cato Institute. 

¿Por qué? "Uno de los motivos es que los americanos son algo ´inelásticos´ ante los precios: no responden a los cambios de precios, los absorben, pagan más. Otro motivo es que los exportaciones chinas quieren preservar la cuota de mercado y pueden bajar los precios en renminbis de modo que los consumidores en Estados Unidos no noten el aumento de precio demasiado", responde. 

A esto se añade según Ikenson, otro fenómeno: los productos que exporta China se fabrican en gran parte con material y componentes importados, más baratos si el yuan se aprecia. Y esto repercute en el precio que pagan los estadounidenses. 
"En EE. UU. existe la idea equivocada que, como las exportaciones crean empleo, las importaciones lo quitan. Y eso no es cierto", prosigue este experto en políticas comerciales. 

Los efectos de una eventual apreciación del yuan serán escasos, según los economistas consultados. Entre otros motivos, porque esta apreciación, cuando se produzca, difícilmente será brusca. 

"Dada la historia de gradualismo y cautela de China es bastante improbable que se produzcan grandes cambios", prevé Pieter Bottelier, profesor de la Universidad John Hopkins (léase entrevista adjunta). 

El debate en torno a la apreciación de la moneda china responde en parte a un problema real, pero también es un reflejo de las inseguridades de la superpotencia mundial. Al temor al declive militar y económico se une - y ésta es la novedad respecto a la guerra fría-el temor a depender de China: de sus exportaciones, y de sus préstamos para financiar la deuda de EE. UU., hoy por hoy descontrolada. 
"Lo que de verdad importa es el consumo y el ahorro en ambos  países. Los chinos deben consumir más y lo importante para esto es sentir una menor necesidad de ahorrar. Necesitan saber que sus redes de seguridad han mejorado, que hay más certidumbre", comenta Ikenson. Nicholas Lardy, del Peterson Institute, elogia la estrategia del secretario Geithner, consistente en trasladar el debate al G-20, que congrega a los países más industrializados y a los emergentes. 

De un lado, esto permite "no centrar el debate en la moneda sino en el contexto mas amplio del reequilibrio económico: países como China deben tener más demanda interna, lo que significa reducir los ahorros internos, y países con déficit como EE. UU necesitan aumentar los ahorros para no tomar prestado tanto dinero del resto del mundo". 

Trasladar el debate al G-20 permite también, según Lardy, "tratar este asunto en un contexto multilateral". "Es mejor que uno unilateral - añade-. Los chinos no responden con alegría a la presión de un solo país, en particular de EE. UU. En cambio, si ven que se suman países como Indonesia, Brasil o India, es más probable que acepten". 

La Administración Obama y el Gobierno chino se han esforzado en dejar claro que cualquier apreciación futura deberá ser una decisión autónoma china, yno el resultado de presiones estadounidenses. 

La tregua por la moneda, en todo caso, no es la única causa de discordia económica. Bottelier cita medidas discriminatorias para los inversores extranjeros en China. 

Ikenson cree que Washington debería facilitar las inversiones chinas en EE. UU. -ahora obstaculizadas en muchos casos por razones políticas-, y no sólo para financiar la deuda estadounidense. "Una de las causas del desempleo (en Estados Unidos) es la baja inversión", dice. 

Lo llamativo de la última crisis, más que la gesticulación en Washington y las presiones para castigar a Pekín por la presunta manipulación monetaria, ha sido quizá la voluntad del presidente Obama y del secretario Geithner de atajar cualquier tensión. Chimérica vuelve a funcionar. De momento. 

ENTREVISTA a Pieter Bottelier, profesor de la Universidad John Hopkins: "El clima de negocios ha cambiado en China"

 
El profesor Pieter Bottelier, especialista en China de la escuela de estudios internacionales de la Universidad John Hopkins, en Washington, fue jefe de la misión del Banco Mundial en Pekín y consejero del vicepresidente para Asia Oriental del banco. 

"Dada la historia de gradualismo y cautela china, es bastante improbable que se produzcan grandes cambios - dice en una entrevista con Dinero-.Es posible que el tipo de cambio se mueva en algunos puntos y que China regrese auna apreciación pequeña y gradual, como ya hicieron entre aproximadamente principios del 2007 y mediados del 2008. 

Uno de los efectos de una apreciación de la moneda china podría ser un aumento de precios de los productos importados de China para el consumidor estadounidense. 
Depende. En primer lugar, no espero un movimiento significativo: será pequeño y lento, siguiendo la manera china de hacer estas cosas. Es posible que los consumidores estadounidenses no experimenten ningún cambio, porque los chinos, claro, no querrán perder cuota de mercado en EE. UU., y si el tipo de cambio forzase un aumento del precio en dólares de las exportaciones chinas, la primera reacción china sería intentar absorber este aumento aceptando un margen más pequeño. Si pudiesen absorberlo, entonces probablemente intentarían aumentar el precio del producto en dólares, pero sería pequeño. 

Los miembros del Congreso y economistas que presionan para que China aprecie su moneda señalan que la situación actual destruye empleos en EE. UU. 

Si la reacción china es pequeña y limitada, la presión americana no desaparecerá demasiado rápido. Personalmente pienso que es erróneo porque creo que China no es la fuente de la pérdida de empleo en EE. UU. Pero es imposible esperar que los chinos hagan un ajuste importante, del 10%, 15% o25%, como algunos piden. Sería socialmente tan desestabilizador para China que está más allá de lo que pueden considerar. No se producirá el ajuste que pretenden algunos grupos de presión. 

¿Qué ocurriría si China apreciase la moneda como piden estos grupos en EE. UU.? 

La industria de exportación en la zona costera de China emplea a millones de trabajadores con salarios relativamente bajos, y la mayoría de las empresas tiene márgenes muy bajos. Si varía el tipo de cambio unos pocos puntos, puede tumbar un gran número de estas empresas manufactureras y provocar un desempleo masivo, lo que los chinos, social y políticamente, no pueden afrontar. 

¿Cómo explica la fuerza de este ´lobby´ en EE. UU.? 

No soy político, me cuesta entender. Creo que a nivel político es más fácil encontrar un chivo expiatorio externo para los problemas americanos que mirar la verdad de la cuestión, yes que las políticas americanas han sido terribles durante tiempo. La economía americana ha perdido competitividad por motivos que nada tienen que ver con China, sino que son motivos internos. Los sindicatos tienen una perspectiva ligeramente distinta: es indudablemente cierto que en los últimos diez años han desaparecido muchas de las empresas manufactureras de EE. UU., en Ohio, en el norte del estado de Nueva York, en Pensilvania, y en Carolina del Norte y del Sur. Y muchas de estas empresas han desaparecido por la competencia externa. Y mucha viene de China. Pero si no hubiese venido de China, habría tenido otro origen: India, Pakistán, México... 

¿Qué importancia tendrá Asia en la recuperación económica de EE. UU.? 

El mayor mercado para China no es EE. UU., sino la UE. La ironía, claro, es que el euro se ha depreciado respecto al dólar en los últimos seis meses, particularmente por la crisis de la deuda, y otros problemas. ¡Y en relación con el euro, la moneda china se ha apreciado en los últimos meses! Así que Europa tendría menos que quejarse sobre el tipo de cambio que EE. UU. 

La principal queja que viene de Europa no es tanto el tipo de cambio como del cambio del clima de negocios en China, menos receptivo a las empresas extranjeras que antes. 

Al menos esta es la opinión de la Cámara de Comercio Europea en China.

Para EE. UU., ¿qué problemas con China ve? 

Las mismas quejas vienen de empresas americanas. Todo empezó hace unos meses, cuando China introdujo nuevas políticas sobre innovación y dio prioridad a la contratación pública de empresas internas. Si no en la letra, en el espíritu es una violación de la OMC Charter... Para mí, esta es una cuestión más importante que el tipo de cambio: hay un proteccionismo de facto en el clima de negocios en China, relacionado con las normas de contratación en innovación. 

¿Cuáles son? 

China quiere mejorar la capacidad innovadora. El Gobierno chino ha adoptado una política para promover la capacidad innovadora, dando prioridad a empresas internas que puedan innovar. Y esto ha incomodado a muchas empresas extranjeras que han traído nuevas tecnologías a China y ahora se ven discriminadas. 

¿Qué espera que haga la Administración estadounidense? 

Me gustaría que hiciese algo. Para mí es más importante que el tipo de cambio. 

La Vanguardia (España)

 


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