En este diario nos ha parecido obvio que si el llamado Cártel del Pacífico Sur (CPS, integrado por los herederos del capo Arturo Beltrán Leyva) decide colgar a dos hombres de un puente no es sólo por deshacerse de un par de rivales sino porque quiere intimidar a sus enemigos —entre ellos, la autoridad—, así como a la población en general.

El mensaje es escalofriante: “Así puedes acabar tú. No te metas con nosotros, porque tan no le tememos a nadie que podemos colgar a dos hombres en uno de los lugares más transitados y visibles de Cuernavaca y, todavía, rafaguear sus cuerpos desde abajo”.

Los medios que captan y difunden esa imagen hacen posible que se potencie dicho mensaje y adquiera una dimensión nacional y hasta internacional. Que se vea de qué son capaces los narcos mexicanos, es la advertencia que se aprestan a multiplicar, probablemente con la intención de vender más ejemplares o aumentar su rating.

Sin embargo, el crimen organizado parece haber encontrado la manera de superar el cuestionamiento creciente hacia la difusión acrítica de esas imágenes.

Mediante el uso de internet —y, en concreto, de las redes sociales— presuntos delincuentes han logrado sembrar un temor tan grande entre la población de diversas ciudades que incluso han propiciado la paralización de la actividad comercial. Tampico, Reynosa y, apenas este fin de semana, la capital de Morelos han visto vaciarse sus calles ante el temor a los actos de violencia de los que son capaces los cárteles.

Hayan estudiado o no el tema, los criminales dan muestra de comprender el uso de la guerra sicológica y la están aplicando.

Pero ¿qué es la guerra sicológica? De acuerdo con una definición del Departamento de Defensa de Estados Unidos es “el uso planificado de la propaganda y otras acciones psicológicas que tiene el propósito primario de influenciar las opiniones, emociones, actitudes y el comportamiento de grupos hostiles extranjeros como una manera de apoyar el cumplimiento de objetivos nacionales”.

Por supuesto, la guerra sicológica no sólo se utiliza en el contexto de un conflicto armado internacional —escenario al que se refiere el Pentágono en su definición—, pues también ha sido empleada para combatir a grupos disidentes en conflictos internos, como lo hizo en 1973 el MI5, el organismo de la inteligencia británica dedicado a la seguridad interna, con su campaña Clockwork Orange en Irlanda del Norte, cuyo objetivo era desacreditar a líderes políticos locales.

El objetivo de la guerra sicológica es subyugar al enemigo sin necesidad de demostrar una superioridad en fuerza. Uno de los teóricos modernos de este uso de la propaganda, el general británico sir Gerald Templer, quien combatió a la insurgencia malaya en la década de los años 50, explicó que su estrategia consistía “no en llenar la selva de soldados sino en ganar el corazón y la mente de la población”.

En México, decía yo, el crimen organizado ya había logrado un efecto de intimidación mediante la exhibición de cuerpos mutilados o apilados en forma grotesca, así como de las narcomantas con mensajes amenazantes para sus rivales o las autoridades.

Ahora, con la difusión de advertencias en las redes sociales, la delincuencia ha probado que lleva la delantera en el uso de la propaganda, sin que haya campaña oficial alguna que le haga frente.

Como se demostró este fin de semana en Cuernavaca, basta poner a circular un mensaje por internet para que una ciudad completa se paralice. Miles de cuernavaquenses salieron el viernes a comprar provisiones a fin de atrincherarse en sus casas.

La advertencia alcanzó incluso a algunos defeños que partían de fin de semana a gozar del clima de Morelos. “Voy en la carretera a Cuernavaca, ¿debo regresar?”, me preguntó un consternado usuario de la red social Twitter con quien intercambié mensajes el viernes.

El correo electrónico, firmado por “Resistencia CPS”—como si se tratara de un grupo guerrillero—, advertía que ese viernes saldrían a las calles de Cuernavaca miembros de la organización, vestidos de negro, a exterminar a sus rivales del grupo de Édgar Valdez Villarreal, alias La Barbie. Y decía que mientras conducían una especie de ofensiva final, la población debía considerar que existía un “toque de queda”.

Al final del mensaje, a la manera de un ejército de liberación, los redactores del mensaje prometían acabar con sus rivales —quienes, a diferencia de ellos, practican el secuestro—y prometían que la paz regresaría al estado de Morelos.

El mensaje fue tan efectivo que varios de mis contactos en Twitter me preguntaban si era verdad que había un toque de queda en ese estado.

Por la noche llamé al gobernador Marco Adame para obtener información sobre lo que estaba pasando en Cuernavaca.

El mandatario estatal me habló de un comunicado oficial en que se decía que las autoridades estaban tomando las medidas necesarias para garantizar la tranquilidad. Por desgracia, ese boletín había recibido muchísima menos difusión que el mensaje de Resistencia CPS.

Adame reconoció que había intranquilidad entre sus gobernados y la atribuyó a los hechos de violencia registrados en días pasados en la entidad, que han sido “de una brutalidad nunca antes vista”. Lamentó que el mensaje amenazante hubiera cundido por todas partes y lo calificó de “desafío que busca intimidar” (Excélsior, 17/IV/2010).

A diferencia del mensaje de Resistencia CPS, que se difundió rápidamente por la red, la información oficial era tan escasa que tuve que buscarla. Me quedé pensando que debería ser al revés: la versión de las autoridades tendría que ser la primera en llegar y la más estruendosa.

Para mí está muy claro que urge revertir esa tendencia. Porque, hasta ahora, la guerra de propaganda la está ganando el crimen organizado.

Sean versados o no en el tema, los delincuentes parecen haber entendido mejor que las autoridades cómo se gana “el corazón y la mente” de los mexicanos.

Peor aún, da la impresión de que están aplicando esa estrategia con el matiz que le puso Charles Colson, consejero especial del presidente estadunidense Richard Nixon, y protagonista del escándalo Watergate:

“Si los tienes agarrados de los güevos, su mente y su corazón son tuyos”.

**Lo invito a que sigamos la conversación en twitter.com/beltrandelriomx