Inteligencia y Seguridad Frente Externo En Profundidad Economia y Finanzas Transparencia
  En Parrilla Medio Ambiente Sociedad High Tech Contacto
Transparencia  
 
12/10/2005 | Ecuador: Los costos de la corrupción

Diego Araujo Sánchez

Desde hace tiempo se repite que el Ecuador pierde $2 000 millones cada año por la corrupción; al diputado Carlos González le he escuchado manejar la cifra de $3 000 millones. ¿Cuál es el monto de los daños que deja aprovechar el poder o los bienes públicos en beneficio de grupos o individuos particulares?

 

Resulta difícil calcular los costos de la corrupción cuando se ha convertido en un mal crónico. Los expertos usan una fea palabra: corrupción sistémica. ¿Cómo poner números a un mal que se halla regado por todas partes? No obstante, se conocen los rubros más de bulto de las pérdidas que sufre el país desde hace años.


Un caso reciente es el de la denuncia de un número aproximado de 8 000 maestros a cuyo nombre se pagan cada mes remuneraciones, pese a que no trabajan y muchos de ellos emigraron del país. Cinco años atrás, el Ministerio de Educación efectuó un censo docente, con el objetivo de poner fin a un robo tan de bulto que, a los ojos de cualquier mortal, parecería bastante fácil de impedir. Sin embargo, un lustro después, la corrupción persiste. La ministra Consuelo Yánez tomó el toro por los cuernos: dio de baja los nombramientos de los profesores ausentes. Pero deberá establecer también responsabilidades y desbaratar la red de corrupción que ha permitido pérdidas por lo menos de unos $20 millones al año. ¿Se logrará por fin poner remedio a este mal?.


Otro perjuicio que se mantiene desde hace años es el del robo de energía: el récord entre las 17 distribuidoras se llevan la Categ, la ex Emelec y la empresa eléctrica de Manabí: los porcentajes de robo de energía llegaron en el año 2004, en el primer caso, a más del 23% y en el segundo, al 38%. ¿Cuánto significa ese robo? De acuerdo con las cifras que han aparecido en la prensa, por lo menos $120 millones al año.


Las aduanas son otra vieja fuente de corrupción; allí las pérdidas resultan más difíciles de cuantificar porque no solo son por cuenta de los aranceles e impuestos que se evaden, sino de los perjuicios que el contrabando causa a los comerciantes honrados. Quizá por eso se mencionan montos de pérdidas que van entre $400 y $600 millones al año.


El robo de combustibles se cuenta también entre los escándalos de vieja data: se ha mencionado que los perjuicios por perforaciones del poliducto dejarían a Petroecuador pérdidas por $120 millones al año. A este monto, deberían agregarse las pérdidas por el contrabando de gas subsidiado por el Estado, que se producen por el contrabando de los cilindros a Perú y Colombia.


La lista de nudos crónicos de corrupción podría alargarse hasta alcanzar cifras de mayor magnitud, como las que se manejan en negocios como el de las telecomunicaciones y la actividad petrolera. Aunque no sea posible obtener los costos económicos exactos de la corrupción, se trata de cifras de astronómica magnitud.

Y, sobre todo, resulta más importante preguntar por qué no se consigue extirpar esos y otros hechos de corrupción, a pesar de que aparecer en las denuncias tantas veces y desde hace tanto tiempo. En maridaje con el poder político, las poderosas redes corporativas que se benefician de ellos impiden que se los combata con eficacia.

Hoy (Ec) (Ecuador)

 



 
Center for the Study of the Presidency
Freedom House