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13/10/2005 | ¿George W. Bush 'politiza latinoamericamente' la Corte de los Estados

Saúl E. Sokkolosky

El Presidente George W. Bush colocó a la justicia de Estados Unidos en entredicho, al nombrar a su abogada personal Harriet Miers, actual consejera legal en la Casa Blanca, para cubrir una vacante en la Corte Suprema. Miers, quien en mayo pasado recibió el premio "Sandra Day O'Connor", se dispone ahora a ocupar la vacante en la Corte.

 

Es un salto cualitativo que no tiene nada que ver con sus "cualidades profesionales", sino con su lealtad indiscutible hacia el inquilino de la Casa Blanca.

Lamentablemente, el nombramiento de la doctora Miers parece confirmar la tendencia en ascenso hacia una "falta de independencia" de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Una justicia politizada nunca ofrecerá la imparcialidad necesaria en un tribunal.

El problema es que al Presidente Bush no le interesa la imparcialidad, lo que prefiere es la lealtad. Por eso nombró al nuevo presidente de la Corte, John Robertes, y ahora a su fiel abogada de cabecera durante los últimos 20 años: "Elegí a la mejor persona que pude encontrar", dijo el Presidente. Parece evidente, que G. W. Bush no buscó más allá de su visión parcial y fue sólo "alguien simplemente amiguista y muy leal".

El estilo poco profesional del Presidente en aspectos muy importantes que hacen a la Nación, ha quedado de manifiesto otra vez, como lo ha expresado hace muy pocos días el ex candidato a la presidencia Al Gore. Harriet Miers debe ser ratificada por el Senado previo riguroso examen en las próximas semanas. A través de ese interrogatorio, la opinión pública sabrá realmente si ésta mujer es "moderada y pragmática", como la anuncian los voceros de la Administración Bush.

Conocer ahora el perfil de H. Miers es un verdadero problema, principalmente porque ésta mujer, soltera y sin compromisos, a sus 60 años de edad, nunca ha sido juez, así que no pueden analizarse su ideología, ni obsesiones, ni vulnerabilidades, ni fortalezas a través de sus sentencias.

Curiosamente Harriet Miers, como asesora legal en la Casa Blanca, fue la encargada de asesorar a George W. Bush sobre los candidatos a la Corte Suprema. Al final, parece que se autoeligió y se autopropuso, lo que fue conveniente para el Presidente, que sufre las horas más aciagas de su mandato, después de la devastación política del huracán Katrina y algunos temas más.

Por tanto, es difícil saber si la abogada H. Miers tendrá la calidad ética y moral para sostener una actitud moderada y, a la vez, conservadora o liberal de O'Connor, la primera mujer en acceder al máximo tribunal, nombrada porel fallecido Presidente Ronald Regan. O'Connor dejó un gran hueco, ya que fue una mujer que, con frecuencia, actuó como fiel equilibrio en la balanza de la justicia intentando desbloquear los casos atorados entre los cuatro jueces más liberales y los tres más conservadores.

Sobre todo, O'Connor se destacó en temas tan espinosos como el aborto. Susúltimas sentencias respecto a ese asunto estuvieron marcadas por mantener ese derecho a las mujeres estadunidenses. Un derecho judicial consagrado en la sentencia Roe vs Wade que, en 1973, legalizó la interrupción del embarazo, que ahora peligra con J. Roberts y H. Miers.

La nueva candidata intentó, en 1992, que la Asociación Americana de Abogados no se definiera a favor del derecho al aborto y se declaró contraria a la financiación del aborto con fondos públicos.

Conviene, entonces, repasar la historia personal de Miers. Nacida en Dallas, Texas, realizó su carrera en ese Estado, donde fue la primera mujer que presidió la Asociación de Abogados de Texas. Además de trabajar para importantes firmas de bufetes de abogados, la nueva candidata a la Corte estableció una estrecha amistad con G.W. Bush, a quien le ayudó a revisar su historial judicial, incluida la famosa detención por conducir en estado de ebriedad cuando el presidente era un joven.

George W. Bush se batía en designar candidato entre Alberto Gonzalez y ésta abogada. El nombramiento del hispano pudiera haber sido un escándalo en estos momentos de gran debilidad del Presidente, ya que es el hombre que ha defendido la tortura como medida sistemática de interrogatorio y la prisión de Guantánamo.

Algunos grupos hispanos manifestaron su decepción por la elección de George W. Bush, pero la verdad, entre Harriet Miers y Alberto Gonzalez, quien se declara más americano que los mismísimos americanos, no hay diferencia de raza. La amiga del Presidente Bush, sin embargo, representa una candidata con un historial desconocido y temido por su lealtad presidencial, hecho este último de gran importancia en esta Administración republicana.Discutible para algunos esa lealtad, para Bush no.

La abogada Miers es adicta al trabajo, tanto que ha sacrificado su vida personal para dedicarse de lleno a su "misión" en la vida, algo que se centra en defender los intereses de su mejor cliente: George W. Bush. En 1994 participó activamente en la elección del presidente como gobernador de Texas; luego, en 1996, se convirtió en la primera mujer en dirigir el prestigioso bufete de Locke Purnell, Rain & Harrel en Dallas. Posteriormente, defendió a su cliente en un pleito relacionado con una piscifactoría y él le correspondió nombrándola presidenta de la Comisión de Lotería y Juego de Texas

Allí hizo y deshizo. Primero, despidió a dos directores ejecutivos y, luego, casi se lleva las ventas de la lotería: "Aunque es una mujer pequeña, todos creemos que pasó por la Marina y que, quizá, comió clavos en el desayuno, porque es una persona durísima", dijo Horace Taylor, un ex empleado de la lotería que trabajó para Miers. Su dureza, es del dominio público. Bush ha dicho de ella que es "un Pitbull con una talla seis de zapato".

La preocupación es grande, sobre todo porque no hay garantía de independencia: "Sabemos de Harriet Miers incluso menos de lo que sabíamos de John Roberts. Debido a que se trata de un puesto decisivo en la Corte, los estadunidenses necesitan saber mucho más sobre la filosofía judicial de Miers y su trayectoria legal antes de cualquier voto de confirmación", adelantó el Senador demócrata Charles Schumer, de Nueva York. El Comité Nacional Demócrata fue más allá: "Hay muchas preocupaciones obvias: su falta de experiencia, amiguismo y, por supuesto, su posición respecto a las libertades básicas".

Los ultras republicanos, incluso, no ven con buenos ojos a ésta mujer. "Si no hubiera sido su amiga y mujer, George W. Bush nunca la hubiera considerado para la vacante de la Corte", acusó el comentarista ultraconservador aliado de Bush, Pat Buchanan quien, en su estilo fanático y fundamentalista, quería un candidato ultra conservador como los jueces del Tribunal Supremo, Antonin Scalia o Clarence Thomas. Paul Weyrich, presidente del "Free Congreso Foundation", fue tajante: "Las bases no están contentas con Miers".La decisión presidencial, muy de los países del Cono Sur del Continente americano, ha incrementado la politización del máximo tribunal, y veremos muy pronto hacia adonde se conduce en los próximos años a la justicia de los Estados Unidos. 

Offnews.info (Argentina)

 



 
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