Inteligencia y Seguridad Frente Externo En Profundidad Economia y Finanzas Transparencia
  En Parrilla Medio Ambiente Sociedad High Tech Contacto
Frente Externo  
 
17/05/2010 | ¿Para qué sirven las cumbres?

Pascal Beltrán del Río

Esta semana tendrá lugar la sexta Cumbre de América Latina y el Caribe y la Unión Europea (ALCUE), una reunión que congrega cada dos años a jefes de Estado o gobierno de 60 naciones.

 

Desde la última cumbre, en Lima, la realidad mundial ha cambiado dramáticamente. Si bien es cierto que europeos y latinoamericanos parten de un pasado común que jamás será alterado, el futuro de la cooperación de estas dos regiones ha sido puesto a prueba por los acontecimientos de los dos años recientes.

A este lado del Atlántico ha llegado la onda expansiva de la crisis desatada en Wall Street en el otoño de 2008, y ya ha barrido con la economía griega, ha puesto en riesgo la española y la portuguesa, ha llegado a poner en duda la viabilidad de la unión monetaria europea y ha obligado a las autoridades monetarias y financieras a armar un gigantesco paquete de rescate para mantener a raya a los “lobos” de la especulación.

En Latinoamérica, mientras tanto, la recesión ha tenido efectos diferenciados, y no es ella la que propicia la desunión regional tanto como la coexistencia de al menos tres modelos de desarrollo económico que coexisten en el subcontinente y han dado lugar a una lucha por la hegemonía, como se vio claramente durante la crisis política de Honduras.

Para las autoridades encargadas de coordinar la cumbre de Madrid —las cancillerías de España y Argentina, así como la Comisión Europea—, la reunión será ocasión de “cosechar los logros” de once años de asociación estratégica entre ambas regiones (la primera cumbre de su tipo se realizó en Río de Janeiro, en 1999), así como para remontar la “decepción mutua” por la falta de resultados concretos en la relación.

Durante una reunión organizada por la agencia IPS y la Secretaría General Iberoamericana la semana pasada, distintos observadores y periodistas expresaron dudas de que estas cumbres tengan sentido.

Alguien incluso llegó a decir que América Latina y el Caribe son la penúltima prioridad de la Unión Europea respecto de las diferentes regiones del mundo, apenas por encima de Australia y el resto de Oceanía, y claramente por debajo de Europa oriental, Norteamérica, África, Medio Oriente y Asia, un gigante que incluye a China e India.

La visión optimista contrapuso el argumento de que las exportaciones europeas a América Latina ya han alcanzado, todas juntas, un volumen mayor que las exportaciones europeas a China, y que el comercio de servicios con Brasil es tan importante como el que la UE tiene con India, país privilegiado por el outsourcing. Asimismo dijeron que la inversión europea en América Latina es ya mayor que en las economías emergentes de Rusia, India y China juntas.

Los pesimistas argumentaron que el desinterés europeo por América Latina es evidente por el hecho de que sólo desaparece cada dos años —cuando se celebra una de estas cumbres—y que así como los europeos tienen sus prioridades en otras partes, ya varios países latinoamericanos, como Chile y Brasil, exportan cada vez más hacia el continente asiático.

Sin embargo, la realidad siempre suele huir de los extremos. Es verdad que el mayor fracaso de estas cumbres es no haber hecho sentir el peso de las dos regiones combinadas —que tienen una tercera parte de los votos en organismos como la ONU y el Grupo de los 20—en temas en los que comparten una visión y en los que incluso habían logrado ponerse de acuerdo desde la cumbre de 1999, como la necesidad de realizar ajustes al sistema financiero internacional.

También es verdad que el actual entorno mundial, y las realidades que viven cada una de estas regiones, tienen el potencial de conducir a América Latina y Europa hacia la introspección y el debate interno.

Uno tiene que preguntarse cómo es posible que los líderes europeos hayan tenido en años recientes una menor presencia en América Latina que los dirigentes chinos; y por qué la Unión Europea no ve el potencial de la región latinoamericana como una tabla de salvación para su crisis, a diferencia de lo que puede representar para ella el continente africano, por ejemplo, donde la presencia china crece día tras día.

En medio de la confrontación de las visiones optimista y pesimista, respecto de qué esperar de la cumbre de Madrid, recordé la reciente visita a México del columnista Thomas L. Friedman, de The New York Times.

Durante una cena organizada por el Tecnológico de Monterrey, por la presencia de Friedman en una conferencia sobre el cambio climático, el experimentado periodista afirmó que, luego de cubrir decenas de cumbres a lo largo de su carrera, había llegado a la conclusión de que los participantes sólo logran acuerdos reales cuando “hacen lo correcto por las razones equivocadas”.

Aplicado a los encuentros América Latina y Europa, significa que estas dos regiones tienen un gran potencial en la acción conjunta pero tienen que superar las visiones románticas que no van más allá de subrayar la identificación histórica y cultural.

Y no es que no tenga importancia alguna el que europeos y latinoamericanos compartamos tradiciones y valores. Son una buena base para el diálogo, pero no son suficientes para un acuerdo fructífero, que tenga peso en un contexto global cada vez más complicado, lleno de indefiniciones e incógnitas.

Así como ha sucedido en las conferencias mundiales sobre el cambio climático —la próxima de ellas se celebrará en México, por cierto—, las cumbres de ALCUE no avanzarán hacia una alianza verdaderamente estratégica mientras una y otra región, y los países individuales que las integran, no reconozcan la comunidad de intereses que los unen.

Por decirlo en pocas palabras: para que realmente suceda algo, América Latina y Europa tendrán que ponerse de acuerdo para incidir en el futuro de las relaciones económicas y políticas globales como claramente lo está haciendo China, un país que no se detiene para pensar en los derechos humanos o el deterioro del planeta.

Latinoamérica y Europa tendrán que enfrentar juntos los desafíos que tienen en común. Uno de ellos es la innovación y otro, la capacidad de mantener su visión de la justicia social sin dejar de realizar las reformas que requieren para mantenerse competitivos.

Sin ese pragmatismo, cumbres como la que comenzará pronto en Madrid no serán otra cosa que un escenario bianual montado para la retórica, en que cada región jure que es la “dimensión natural” de la otra pero en realidad no suceda gran cosa.

Excelsior (Mexico)

 


Otras Notas Relacionadas... ( Records 1 to 10 of 2539 )
fecha titulo
07/12/2014 El parón latinoamericano amenaza la caída de la pobreza y la desigualdad
05/12/2014 How Organized Crime & Corruption Intersect in LatAm
05/12/2014 How Organized Crime & Corruption Intersect in LatAm
26/10/2014 El gran laboratorio
15/09/2014 En el túnel de la incertidumbre
15/01/2014 América Latina no podrá erradicar la pobreza extrema antes de 2030
15/01/2014 Contar presidentes
10/01/2014 Tiempo de elecciones en Centroamérica
05/01/2014 30 años en perspectiva
28/12/2013 2013: democracia latinoamericana


Otras Notas del Autor
fecha
Título
22/11/2020|
27/09/2020|
23/06/2020|
14/05/2020|
11/12/2019|
11/10/2019|
01/09/2018|
08/08/2018|
28/06/2018|
26/04/2018|
22/03/2018|
23/02/2018|
20/12/2017|
05/10/2017|
01/09/2017|
17/07/2017|
16/03/2017|
11/03/2017|
18/01/2017|
14/01/2017|
17/11/2016|
11/11/2016|
04/11/2016|
25/09/2016|
14/10/2015|
21/05/2015|
08/02/2015|
12/01/2015|
22/10/2014|
08/10/2014|
15/07/2014|
19/06/2014|
16/05/2014|
17/01/2014|
03/08/2013|
24/05/2013|
28/09/2011|
15/11/2010|
05/09/2010|
20/04/2010|
21/02/2010|
08/02/2010|
18/01/2010|
17/08/2009|
12/10/2008|
12/10/2008|
01/10/2007|

ver + notas
 
Center for the Study of the Presidency
Freedom House