En este momento la relación debe diferenciarse de aquella establecida trilateral o bilateralmente con los EU. Con el TLCAN se inició la trilateralización de los temas. Desafortunadamente con el 11 de septiembre de 2001, EU prefirió fortalecer dos relaciones bilaterales lejos de fomentar alianzas trilaterales. Por nuestra parte, no hemos sido capaces de subrayar la necesidad de nuestra relación bilateral. Ambos hemos preferido referirnos al otro en función de lo que cada país haya establecido con EU. Hasta hoy, la región de América del Norte se ha edificado desde la perspectiva de EU. Es fundamental presentar propuestas mexicano-canadienses con una mirada conjunta.
Sin duda México y Canadá se sitúan en una región estratégica. Estamos en el momento de pensarnos como socios y aliados inminentes. La “familiarización” de ambas sociedades y sus acercamientos constantes y cotidianos son fundamentales para la construcción de confianza entre los dos. Así, lograremos fortalecer no sólo el ámbito bilateral sino el trilateral del TLCAN desde una perspectiva mutua y dejaremos de lado percepciones equivocadas sobre el otro país.
Desde 1994, las relaciones entre México y Canadá se intensificaron y la dinámica bilateral cambió en: comercio, inversión, turismo, movilidad laboral e intercambios educativos y de investigación. Hoy, debemos encontrar un pragmatismo distinto que favorezca una relación estratégica. Académicos, empresarios, redes sociales, funcionarios de los dos países tienen ante sí un reto importante para dinamizar la relación bilateral.
Debemos preguntarnos ¿por qué esta relación ha sido tan limitada si somos socios en el TLCAN y se ha tenido un cambio positivo desde su entrada en vigor? ¿Qué sucede con nuestras sociedades? Comercio e inversión han crecido desde entonces por lo menos en un 9%.
Reflexionemos entonces en las razones por las que los canadienses prefieren acercarse más a otros actores y no a los mexicanos. Además, el futuro de la relación no puede reducirse a la dinámica del mercado ni a la imposición unilateral de visas. Se requiere de una visión integral, de una atención permanente y de un diálogo constante entre los dos países. Pensemos entonces, ¿Qué tanto conocemos a Canadá? ¿Cuáles son los objetivos de la relación? ¿Cuáles son los límites y los obstáculos? ¿Tenemos intereses comunes? ¿Cuál será nuestro rumbo futuro? ¿Qué alianzas hay entre las provincias canadienses y los estados mexicanos? ¿Cómo podemos aprovechar lo que ellos tienen? ¿Qué les podemos ofrecer?
Sabemos que ambos países tenemos una relación muy estrecha con EU. Ésta no es suficiente para el futuro de América del Norte. Todo lo contrario. En ocasiones lo limita. Debemos de ser capaces de establecer también tres relaciones bilaterales en la región. México puede aprovechar su relación con Canadá para contrarrestar las medidas de EU. Para esto, se requiere construir consensos y espacios de diálogo. "Sólo el diálogo eliminará toda sombra en esta relación luminosa que nos une a los canadienses y a los mexicanos", así dijo Michaëlle Jean, gobernadora de Canadá, en su visita del pasado diciembre a México.
El conocimiento del otro país es fundamental. Ahí es donde nos falta mucho por hacer. Son pocos los que se han dado a la tarea de trabajar y conocer al otro. Acuerdos académicos, empresariales, de desarrollo tecnológico, son aún limitados. Pero hay y poco a poco han crecido. El nuevo espacio norteamericano nos invita a considerar seis grandes temas que requieren de una gobernanza mucho más pragmática: competitividad, comercio, inversión y nuevas tecnologías; seguridad energética y cambio climático; seguridad; cambio en la composición demográfica y en los mercados de trabajo; cultura y educación; y política, derechos humanos y diplomacia. Sí. Es necesario repensar el espacio de América del Norte. En éste, la relación México-Canadá podría ser el eje de un nuevo escenario. Así, todos ganamos.
