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31/10/2005 | La doctrina Chirac y el mundo árabe

Olivier Guitta

Bajo el Presidente Jacques Chirac, la política exterior francesa ha sido cada vez más asertiva - aunque un académico francés describió recientemente su raison d´être como "oponerse hasta a existir". Pero tales descripciones no son completamente justas.

 

Mientras que Chirac heredó una política exterior francesa ya inclinada hacia el mundo árabe, su búsqueda de relaciones personales con líderes árabes y su orientación hacia los estados árabes islamistas y reaccionarios, y grupos considerados terroristas por el gobierno norteamericano es parte de una estrategia más general destinada a incrementar la influencia francesa en la región.  

El enfoque francés en Oriente Medio cambió tras la victoria israelí de la Guerra de los Seis Días de 1967. El entonces presidente Charles De Gaulle comenzó a suscribir la política indefinidamente proárabe que aún prevalece. Según la revista Le Point, De Gaulle explicaba, "Los árabes tienen a su favor sus cifras, espacio y tiempo". Fue un cálculo Maquiavélico. Buscaba lo que veía como una estrategia a largo plazo: sacrificar las relaciones con Israel con el fin de lograr la buena voluntad de un mundo árabe más poblado y rico en crudo.

Al asumir la presidencia en 1995, Chirac buscó vínculos aún más cercanos con el mundo árabe. Hablando en El Cairo en 1996, declaraba, "La política árabe de Francia tiene que ser una dimensión de su política exterior. Quiero darle un nuevo impulso". El gobierno francés expandió sus intercambios comerciales y culturales con el mundo árabe. Hacia el 2002, Francia se encontraba entre los tres principales socios comerciales de la mayor parte de los países árabes: en primer lugar con Marruecos, Argelia, Túnez y el Irak de Saddam, en segundo lugar con el Líbano y Siria, en tercer lugar con Egipto.

Chirac logró el apoyo árabe mientras se contraponía repetidamente con su postura proárabe al apoyo de Washington a Israel. Su popularidad a ha crecido tanto en los últimos años que un buen número de familias palestinas han bautizado a sus hijos "Chirac". Durante el ramadán del 2003, los comerciantes de El Cairo denominaban a los dátiles de mejor calidad - la comida tradicional con la que los árabes rompen el ayuno - "Chiracs", en honor al presidente francés. Una encuesta de Zogby de mayo de 2004 realizada entre seis países árabes descubría que Chirac se encontraba encabezando la lista de líderes del mundo en Egipto, el Líbano en Marruecos, y en tercer lugar en Jordania, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos. En contraste, las mismas estadísticas descubrieron que el Presidente norteamericano George W. Bush era el líder mundial menos popular después del Primer Ministro israelí Ariel Sharon.

Chirac ha forjado relaciones personales próximas con un buen número de líderes árabes, que incluyen no sólo a Arafat y al difunto primer ministro del Líbano, Rafik al-Hariri, sino también al difunto presidente sirio Hafez al-Assad, a su hijo y sucesor Bashar, y al ex dictador iraquí Saddam Hussein. Estas relaciones personales se han convertido en el esqueleto de la política francesa en Oriente Medio.

La amistad más profunda de Chirac quizá haya sido la que tenía con Saddam Hussein. Los dos se reunieron por primera vez en diciembre de 1974, cuando el entonces primer ministro Chirac visitaba Baghdad para negociar acuerdos comerciales, incluyendo la entrega del reactor nuclear más tarde destruido por un ataque israelí en 1981. Cuando Hussein visitaba Francia en septiembre siguiente - su única visita a un país occidental - Chirac decía, "Te doy la bienvenida como mi amigo personal. Te garantizo mi estima, mi consideración y mi afecto".

La inversión de Hussein en Chirac demostró ser fructífera para el líder iraquí. En 1998, al ser preguntado cuán paciente iba a ser con Saddam Hussein, Chirac respondió, "En lo que respecta a temas humanitarios, la paciencia de Francia no tiene límites". En los meses previos a la guerra de Irak del 2003, la resistencia francesa a las sanciones o a las acciones militares contra Bagdad creció. Según el londinense The Sunday Times, funcionarios franceses "mantenían regularmente a Saddam al tanto de cada avance en la planificación americana, y podrían haberle ayudado a preparar la guerra".

La relación de Chirac con el dictador iraquí no era una excepción, sino parte de un patrón de apoyo a los dictadores de Oriente Medio hostiles a las normas internacionales de comportamiento y en conflicto con democracias occidentales. Poco después de asumir la presidencia, Chirac buscó la relación de Arafat. El 13 de marzo de 1996, por ejemplo, Chirac dijo a Arafat, "Cuando tengas un problema, llama al Doctor Chirac". Arafat captó el mensaje. Más tarde ese año, durante una conferencia de prensa conjunta en Ramala con Chirac, Arafat declaraba, "Necesitamos que el Doctor Chirac salve el proceso de paz". En una nota escrita en parte a mano el 28 de octubre de 2004 al enfermo Arafat, Chirac decía, "Deseo que pueda reanudar su trabajo tan pronto como sea posible al servicio del pueblo palestino... [Francia] siempre estará junto a usted". Le Figaro comentaba que París se había convertido en la capital de Palestina durante los 13 días de convalecencia de Arafat. A la muerte de Arafat, el estoico Chirac tenía lágrimas en los ojos mientras le elogiaba como "un hombre de valor y convicción". El apoyo a Arafat durante sus últimos días concedió a Chirac lo que quería: ser el centro de atención del mundo y extender la influencia francesa en el mundo árabe.

Mientras que el vínculo francés con Siria ha sido fuerte durante bastante tiempo, Chirac trabajó por estrechar las relaciones aún más. Citando a De Gaulle, Chirac describía los vínculos franco- sirios como "una amistad indestructible". Fue el único jefe de estado occidental en asistir al funeral de Hafez al-Assad en el 2000. El primer viaje oficial de Bashar al-Assad fuera de Oriente Medio fue a París en junio del 2001, aunque Chirac había cultivado su relación con el joven Assad recibiéndole en el Palacio del Eliseo en noviembre de 1999, antes de su llegada al poder.

La junta de la L´Association d´Amitié France-Syrie se jacta de contar entre sus miembros con el ex Primer Ministro Raymond Barre, el ex secretario de estado Claude Cheysson y el candidato presidencial del 2007 Nicolas Sarkozy.

Así que, ¿por qué se unió París a Washington el 2 de septiembre del 2004 para copatrocinar la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU 1559, que exigía la retirada de las tropas sirias que ocupaban el Líbano y el desarme de las milicias? El diario de centroizquierda Libération sugería que la unidad temporal se debía a que el asesinato de al-Hariri forzaba a Chirac a elegir temporalmente entre amigos árabes. Hariri describía a Chirac como "mi mejor amigo" poco antes de su muerte.

Puede que Chirac haya tenido diversos motivos para extender el apoyo francés más allá de la simple simpatía al mundo árabe hasta el apoyo a rajatabla a criminales sin importar su rechazo o apoyo al terror. Parte de su apoyo a Saddam Hussein, Yasir Arafat, Bashar al-Assad, o Hassan Nasralah puede deberse a su deseo de interponerse en los deseos norteamericanos en Oriente Medio, incrementando así el prestigio francés a expensas de Norteamérica. Su antipatía personal hacia Israel y su deseo de complacer a su electorado musulmán también pueden contribuir.

Las muertes de Hafez al-Assad, Arafat, y Hariri, así como la caída de Saddam Hussein, sugieren que los beneficios políticos de la doctrina Chirac pueden estar evaporándose. Desarrollar relaciones lleva tiempo. El nuevo gobierno iraquí acusa el apoyo francés a Saddam Hussein. Si otras dictaduras de Oriente Medio sucumben a la tentadora oleada de democratización, no hay garantías de que vayan a abrazar a París o a honrar acuerdos comerciales suscritos bajo dictadura. Pero la creciente presión islamista dentro de Francia puede empujar de todos modos a Chirac y a sus sucesores a buscar una política aún más proárabe. El legado de la doctrina Chirac, no obstante, puede no ser el grandeur francés que buscan Chirac y sus aliados, sino una reputación de cinismo, hostilidad hacia la democracia y las reformas, y asociación con los peores productos de la sociedad de Oriente Medio.

Olivier Guitta es un escritor freelance especializado en Oriente Medio y Europa. Una versión más larga de este artículo puede encontrarse en el número de otoño de The Middle East Quarterly.

Diario Exterior (España)

 


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