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07/06/2010 | El enorme poder de los capos jamaicanos

Kareem Fahim

Cuando el poderoso cabecilla de un barrio en el centro de la ciudad, Matthews Lane, fue condenado a cadena perpetua en la cárcel por asesinato, el gobierno jamaiquino prometió a sus residentes que no serían olvidados.

 

Rápidamente, los drenajes fueron limpiados y los caños reparados. A los residentes les aseguraron que venían empleos y vivienda próximamente. La policía prometió que daría la seguridad anteriormente manejada por el don o capo, temido jefe del crimen de nombre Donald Phipps, mejor conocido como Zekes, en una de las comunidades-guarnición de Kingston que, esencialmente, están fuera del control gubernamental.

Sin embargo, cuatro años más tarde, sus residentes aún consideran que la policía es ``ellos'' y les cuesta trabajo nombrar un solo proyecto concluido por el gobierno. Una comitiva de los subalternos del líder, incluido su hijo, ocuparon el vacío y afirmaron su poder. Si bien no son tan efectivos como Phipps para suministrar trabajo o seguridad, siguen controlando Matthews Lane y aún es una guarnición.

``Es nuestra cultura'', dijo Michael Petersens, de 45 años, quien creció en el barrio. ``Zekes no es el primer o el último don''. El patrón en Matthews Lane pone de relieve los desafíos que el gobierno enfrenta a medida que intenta ejercer influencia en una comunidad vecina, conocida como Tivoli Gardens.

La semana pasada, fuerzas de seguridad estatal atacaron por sorpresa el barrio para ejecutar una orden de aprehensión en contra de Christopher Coke, el capo de Tivoli Gardens, quien es buscado en EEUU bajo cargos de tráfico ilegal de armas y narcotráfico.

Desde que empezaron los choques, el gobierno les ha pedido cuando menos a otros 10 capos que se entreguen a las autoridades, en lo que algunos oficiales describen como un esfuerzo por acabar con el reino de las pandillas.

Ahora, Coke está prófugo, y Tivoli Gardens es una guarnición de otro tipo, con sus estrechas calles repletas de soldados fuertemente armados, agentes de policía y bolsones de ira bullente. Al menos 70 personas resultaron muertas en circunstancias que no se han explicado cabalmente. El gobierno no ha informado si alguna de las personas muertas por las fuerzas de seguridad iba armada. Casi mil personas fueron arrestadas y estuvieron detenidas por varios días, pero todos, con la excepción de 10 de ellos, fueron liberados más tarde.

Hasta el comienzo de esta semana, el primer ministro jamaiquino, Bruce Golding, quien representa a Tivoli Gardens en el Parlamento, no había visitado aún su base electoral.

En una caminata cerca de edificios en una zona del barrio consumida por el fuego, Brizzel Nelson-Robinson, cuyo marido estuvo detenido durante varios días y su pequeña tienda fue saqueada en los disturbios de la semana pasada, resumió el cambio en la atmósfera. ``No nos sentimos seguros'', apuntó.

Según Mark Shields, ex comisionado del Departamento de Policía, los primeros esfuerzos por ayudarle a Matthews Lane tras el arresto de Phipps parecían esperanzadores. 

``Logramos parar la extorsión en cierta medida'', dijo, reconociendo que la atención del estado se desvaneció rápidamente.

En un día reciente en Matthews Lane, Dale Bryan, de 28 años de edad, se sentó en una acera con un destornillador e intentó reparar un ventilador. Phipps le había dado su primer trabajo. En un barrio repleto de jóvenes semiempleados, Bryan fue uno de los pocos que tenía un empleo fijo, en el aeropuerto.

En días recientes, empresas privadas y grupos eclesiásticos han prometido crear nuevos programas sociales en las comunidades-guarnición. Un asesor cercano a Golding, Delano Seiveright, dijo que el primer ministro estaba comprometido con impedir el regreso de los capos.

``No cabe duda de que el gobierno de Bruce Golding se muestra determinado con respecto a un paquete de intervención social de tipo específico'', dijo, en un mensaje de correo electrónico. Seiveright pronosticó que más recursos ``se inyectarían a comunidades pobres en ciudades que, por años, han estado cayendo en las manos de elementos criminales''.

De hecho, el dinero ha fluido hasta esas comunidades a lo largo de las décadas, gracias a un arreglo en Jamaica en el cual los políticos y los capos comparten el poder. Mediante extorsión y narcotráfico, los dones proporcionan seguridad, y al dirigir contratos y otras formas de clientelismo a los barrios, los políticos cuentan con la continuidad en la lealtad de los electores.

La conmoción actual ha perturbado a jamaiquinos, en parte, debido a que se relaciona con un político que se volvió en contra del don de este distrito. Tivoli Gardens ha votado a favor del Partido Laborista de Jamaica, el partido al que pertenece Golding, desde que Edward Seaga construyó la comunidad en 1965 y más tarde se convirtió en el primer ministro. En esa época, ``era un lugar de oportunidades'', arguyó Seaga en una entrevista.``Era un placer para los ojos''.

En las décadas que siguieron, Tivoli Gardens y otros barrios pobres se convirtieron en los cuarteles generales de las pandillas criminales de Kingston, campamentos armados que frecuentemente peleaban entre sí o combatían al estado. Pese a esto, formaban parte del sistema: en 1992, cuando el padre de Coke murió bajo circunstancias misteriosas, Seaga encabezó su cortejo fúnebre.

Cuando le preguntaron sobre un plan para expulsar a los dones, Seaga, acerbo detractor de Golding, dijo: ``Si dice que no les deberían permitir operar, estoy con usted. Sin embargo, no apoyo la ley ni el orden sin justicia. Porque la ley y el orden sin justicia equivalen a dispararle a la gente''.

La remoción de los cabecillas no es el único desafío. Según el antropólogo de la Universidad de Leiden, Rivke Jaffe, quien ha estudiado el centro de Kingston, muchos de los dones son más que meros criminales que se han insertado entre las calles pobres y la burocracia.

Les han dado a los residentes ayuda financiera y empleos. Y si bien la policía a menudo trata sus barrios como enclaves de ilegalidad, algunos capos, como Coke y Phipps, impusieron cierto orden entre la gente, que consideraba a la policía y otras instituciones como entidades corruptas y caprichosas, apuntó Jaffe.

Además, suministran una idea de pertenencia, dijo. Los dones son celebrados en la cultura popular de lugares como Matthews Lane, donde el baile anual aún se llama Spanglers, por el grupo de Phipps. El nombre Zekes aparece en muchos murales, incluido uno que presenta al Presidente Barack Obama y al famoso velocista Usain Bolt.




Miami Herald (Estados Unidos)

 


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